Podemos: las falacias de un cat¨¢logo
La naturaleza del proyecto no ofrece dudas: est¨¢n en cuesti¨®n la supervivencia del Estado espa?ol y la del r¨¦gimen constitucional vigente
Fascinado por la novedad de la radio, mi abuelo azkoitiarra confiaba en que los anuncios de las entonces llamadas gu¨ªas comerciales eran verdaderos consejos proporcionados al oyente. A?os m¨¢s tarde, un joven dirigente del comunismo vasco, lobezno de Carrillo, nos explic¨®, de cara al Congreso del 78, el papel insustituible de Lenin en el PCE; solo que cuando al poco tiempo Santiago decidi¨® de sopet¨®n borrar el leninismo, otra brillante intervenci¨®n suya vino a probar todo lo contrario. Cuando se lo cont¨¦ a Marta, esta exclam¨®: "?Ser¨ªa un estupendo vendedor de lavadoras!". Los dos episodios convergen en un punto: la calidad de la propaganda es una cosa; los contenidos, otra.
As¨ª, el cat¨¢logo post-Ikea se abre con una invocaci¨®n a "los principios", expresi¨®n inequ¨ªvoca del pensamiento reaccionario, sea absolutista o de Stalin, aqu¨ª empleada como se?uelo para la tercera edad. Luego, entre los cientos de ofertas, esa pretensi¨®n de ensanchar el mercado da lugar a frecuentes brindis al sol, algunos de ellos inanes, aunque deseables, como la propuesta de que una mujer ocupe el secretariado general de la ONU; otras enso?aciones gratuitas, como que los miembros permanentes del Consejo de Seguridad renuncien al veto o que sea establecido "un sistema de gobernanza econ¨®mica" mundial basado en la justicia. Eso s¨ª, siempre limitaciones a Europa, flores a Putin. Puertas abiertas a la inmigraci¨®n, sin previsi¨®n de filtro alguno. La cascada de l¨ªneas de actuaci¨®n se presenta siempre en positivo, sin tomar en consideraci¨®n costes ni obst¨¢culos.
Ejemplo: la falacia l¨®gica de afirmar desde el exterior el patriotismo y convertir de modo insensato la "plurinacionalidad" en "derecho a decidir" generalizado, l¨¦ase incentivo para la separaci¨®n. A inaugurar con un refer¨¦ndum anticonstitucional en Catalu?a, incompatible con el art¨ªculo 92 de la Constituci¨®n que es invocado. Todo sea por ganar votos a costa de un riesgo de fragmentaci¨®n de Espa?a contrario a la democracia, pues nada indica que el independentismo sea mayoritario en Euskadi o Galicia. Pero se abre la subasta. Envuelto en sonrisas, un nuevo pa¨ªs, o lo que quede del mismo, se dibuja en el horizonte.
Por mucho edulcoramiento que se utilice, el n¨²cleo duro del programa va mucho m¨¢s all¨¢ de la recuperaci¨®n de las bienintencionadas reformas, anunciadas por Nacho ?lvarez en el debate de EL PA?S. Solo por s¨ª misma, la renta universal, arrancando de 600 euros, y el ascenso hasta 950 del salario m¨ªnimo, m¨¢s una pl¨¦yade de medidas complementarias en id¨¦ntico sentido ¡ªhabida cuenta de las exigencias fiscales que determinan¡ª implican el riesgo de dinamitar los equilibrios del sistema. Adem¨¢s, para eso est¨¢n pensados. El reformismo de mierda no es lo propio de nuestro carism¨¢tico l¨ªder, aunque ahora deba jugar a ello. La ventaja pol¨ªtica de semejante vuelco resulta evidente y tiene conocidos antecedentes en Latinoam¨¦rica: captar una masa social que como en Venezuela solo deserta cuando comprueba la magnitud del desastre. De nada sirve que otros programas electorales, como el socialista, planteen la lucha contra la desigualdad y la reforma fiscal en t¨¦rminos de elecci¨®n racional. Vista la pol¨ªtica econ¨®mica como una subasta de maravillas, Iglesias gana.
Detr¨¢s, convenientemente disimulado, tropezamos con la propuesta de una Nueva Transici¨®n, que el mismo ?lvarez sumaba, como quien no quiere la cosa, a "profundizar nuestro Estado de bienestar y revertir los recortes". Nueva falacia l¨®gica de importancia, ya que en principio nada une esto y aquello. S¨ª hay uni¨®n, en cambio, entre el objetivo real de Podemos, un nuevo sistema econ¨®mico, viejo en realidad, fracasado en la pr¨¢ctica, de econom¨ªa sometida de modo permanente a la intervenci¨®n estatal. Y este objetivo requiere en el sistema pol¨ªtico "empoderamiento de la gente" (esto es, de Podemos) contra "los poderosos". En el cat¨¢logo, por todas partes, el Estado recupera funciones en detrimento de lo privado, incluida "una potente banca p¨²blica", con la ejemplar Bankia como p¨ªvot, m¨¢s una proliferaci¨®n de agencias (en derechos humanos, ecolog¨ªa, migraciones, memoria hist¨®rica), otros tantos aparatos ideol¨®gicos de Estado dirigidos a reforzar la burocratizaci¨®n y el control desde una nueva clase ligada al poder. Las instituciones de la democracia representativa quedan dentro del radio de alcance de la prevista invasi¨®n. As¨ª, el Consejo General del Poder Judicial, elegido por voto directo ciudadano entre juristas que tengan el aval de "asociaciones, sindicatos o plataformas ciudadanas". Como en Venezuela, sobra un Poder Judicial aut¨®nomo.
Las claves de la nueva democracia son dos, estrechamente vinculadas entre s¨ª: la revocaci¨®n de los cargos y el refer¨¦ndum. Ambas responden a una filiaci¨®n chavista evidente, hasta el punto de que la falacia de su negaci¨®n entra?a un fraude inadmisible. El refer¨¦ndum es el instrumento que permite al presidente a la venezolana legislar por encima de la asamblea, e incluso suprimiendo las normas constitucionales previas. Es lo que el cat¨¢logo de Podemos plantea: un refer¨¦ndum para cambiar la Constituci¨®n de 1978. Y est¨¢ ligado a la revocaci¨®n de cargos, de apariencia democr¨¢tica, pero en la pr¨¢ctica, desde el jacobinismo, instrumento para eliminar la oposici¨®n o para anular el resultado de unas elecciones. Son puntualmente los art¨ªculos 71 y 72 de la Constituci¨®n bolivariana. Solo que, seg¨²n se est¨¢ viendo, si gobierna el chavismo, es preciso bloquear su aplicaci¨®n: sobre esto, silencio elocuente de Podemos. Con un Congreso atomizado por "la igualdad real de voto", la naturaleza del proyecto no ofrece dudas: est¨¢n en cuesti¨®n la supervivencia del Estado espa?ol y la del r¨¦gimen constitucional vigente. Los ciudadanos espa?oles van as¨ª a emprender un paseo al modo de la se?ora de Riga que cabalg¨® sobre un tigre, solo que cuando el paseo termin¨®, la se?ora estaba dentro de su montura, mientras luc¨ªa una sonrisa ¡ªs¨ª, una sonrisa¡ª en la cara del tigre.
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