Democracia y autocracia
En Espa?a, la democracia consolidada es cosa reciente. Pero el orden pol¨ªtico, no
Se celebr¨® como el gran triunfo de la democracia: de los 36 Estados democr¨¢ticos contabilizados en 1974 se hab¨ªa pasado, 20 a?os despu¨¦s, a 117. Y a¨²n segu¨ªa la cuenta cuando alguien advirti¨® que a medida que aumentaba el n¨²mero de democracias, crec¨ªa tambi¨¦n el de Gobiernos elegidos que infring¨ªan la Constituci¨®n, violaban los derechos de los individuos y las minor¨ªas e invad¨ªan las funciones del legislativo y del judicial. Autocracias electivas se llam¨® el nuevo invento; en ellas, tras las grandes expectativas, la corrupci¨®n comenz¨® a campar por sus respetos, con Putin y Ch¨¢vez en la avanzadilla de estos aut¨®cratas elegidos.
En Espa?a, la democracia consolidada es cosa reciente. Pero el orden pol¨ªtico del que procede, pongamos desde los a?os cuarenta del siglo XIX, siempre estuvo asentado en redes familiares y clientelares que un profeta, Joaqu¨ªn Costa, defini¨® como oligarqu¨ªa y caciquismo. Con eso, la Administraci¨®n independiente, el imperio de la ley y la rendici¨®n de cuentas que caracterizan el buen Gobierno democr¨¢tico nunca acabaron de instalarse en la m¨¦dula de nuestro sistema pol¨ªtico. Todo lo contrario: desde los a?os ochenta del siglo pasado, la descentralizaci¨®n del poder, con autonom¨ªa de los poderes regionales en todos los espacios en que el dinero se roza con la pol¨ªtica, ha acabado por identificar democracia con corrupci¨®n del sistema pol¨ªtico. De Catalu?a a Andaluc¨ªa, pasando por Madrid o Valencia, no hay poder territorial que se haya librado de las redes de familiares, amigos y clientes.
?Tiene remedio? Todo, menos la muerte, tiene remedio en la vida. La cuesti¨®n es poner manos a la obra. Y entonces la tentaci¨®n es grande de pensar que lo ¨²nico que hace falta es una buena escoba que barra a los corruptos, un cirujano de hierro, un poder Ejecutivo fuerte y sin trabas. No bastan las lecciones del pasado: las nuevas generaciones tendr¨¢n que aprender tambi¨¦n en propia carne que todos los salvapatrias, m¨¢s a¨²n si son elegidos, acaban por convertirse en los peores focos de corrupci¨®n. Control y equilibrio de poderes, Administraci¨®n aut¨®noma, imperio de la ley, rendici¨®n de cuentas: eso es todo; pero qu¨¦ trabajito y cu¨¢nto tiempo nos cuesta entenderlo.
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