La ministra de los libros
Es una funcionaria, ¡°yo voy donde me mandan¡±, y por tanto es una mujer para todas las estaciones
Ayer por la ma?ana la ministra Ana Pastor, que todav¨ªa no hab¨ªa sido convocada a presidir el Congreso, ten¨ªa sobre la mesa 'La Espa?a vac¨ªa' (Turner), de Sergio del Molino, un escritor que a los 37 a?os ha hecho como Unamuno, recorrer Espa?a para entenderla. Hace 10 a?os esta misma mujer, que entonces no ten¨ªa puesto pero ten¨ªa curr¨ªculum (de funcionaria, de ministra de Sanidad, de m¨¦dico, de defensora tenaz de la sanidad p¨²blica) recorri¨® desde la ¨²ltima fila de un avi¨®n que la tra¨ªa de Santander a Madrid para darle a un periodista al que acababa de conocer un libro de un joven como Del Molino, el chileno Alejandro Zambra, que hab¨ªa publicado 'Bons¨¢i' (editorial Anagrama), un librito extra?o, herido, la biograf¨ªa de dos seres que se amaron mirando c¨®mo crec¨ªa la met¨¢fora de un bons¨¢i. Junot D¨ªaz dijo en 'The New York Times' que ese librito con el que Ana Pastor se pase¨® como una exhalaci¨®n por el tubo del avi¨®n Santander-Madrid era ¡°un verdadero directo a la mand¨ªbula¡±. A ella le pareci¨® lo mismo, y por eso lo llevaba como un regalo y tambi¨¦n como una imposici¨®n: ¡°L¨¦elo y te enterar¨¢s¡±.
Es as¨ª la lectura: un modo de mostrar la vida, de hacer a los dem¨¢s part¨ªcipes del drama de vivir como si fuera propio..., hasta que es propio. A ella luego le tocaron otros grandes cargos, como el de ministra de Fomento; ha seguido cultivando la lectura, sin embargo; eso le ayud¨® a entender algunas amarguras, que fueron de este pa¨ªs y suyas, muy directamente, como el terrible accidente del tren en Angrois, hasta llegar a las minucias mayores de la pol¨ªtica a¨¦rea, la reciente locura de Vueling. Ha tenido, por ejemplo, que ejercer de mujer buena en medio de los peores cataclismos de las relaciones del Gobierno de Rajoy con Catalu?a; en esas posiciones a las que la convoca la vida gubernamental se la ve circunspecta, ajena a las batallas anteriores, centrada tan solo en la instituci¨®n que la obliga. Ahora cabe imagin¨¢rsela as¨ª, all¨¢ arriba, con un ojo puesto en la instituci¨®n y otro en la lectura que la aguarda. Despu¨¦s de aquel Bons¨¢i de Zambra se la ha visto bucear en Mars¨¦, en Mendoza, en Gil de Biedma; transita de la poes¨ªa a sus asuntos con la misma agilidad con que cruz¨® aquel avi¨®n que ven¨ªa de Santander y la ten¨ªa a ella con Bons¨¢i en las manos.
Ayer hablaba de libros, por cierto, con interlocutores que no pod¨ªan imaginar que tras su discreci¨®n de alta diplomacia partidaria ya estaba con el nombramiento in pectore. Es una funcionaria, ¡°yo voy donde me mandan¡±, y por tanto es una mujer para todas las estaciones, porque del mismo modo que tiene a la lectura en un altar siente que por encima de las siglas est¨¢ el pa¨ªs al que pertenece. Y no tiene arrogancia, habla como la gente. Es una l¨¢stima que no pueda ser tambi¨¦n ministra de los Libros, pero si as¨ª pudiera ser este pa¨ªs ganar¨ªa en lectura y en sosiego. Quiz¨¢ esas dos cosas la acompa?an al Congreso, una vez terminada de leer esa Espa?a vac¨ªa que la aguardaba como un bons¨¢i para el verano.
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