La perplejidad de Otegi
La candidatura de Pili Zabala, hermana de una v¨ªctima de los GAL, ¨²ltimo desaf¨ªo al l¨ªder abertzale
Al mismo tiempo que Arnaldo Otegi presentaba en San Sebasti¨¢n a su equipo de asesores de lujo, entre ellos I?igo Iruin, punta de lanza en la denuncia del terrorismo de los GAL como representante legal de la familia Lasa y Zabala, se encontraron con la sorpresa de que Pili Zabala, hermana de la v¨ªctima, hac¨ªa p¨²blica su candidatura a la Presidencia del Gobierno vasco por Podemos Euskadi. Una paradoja de la historia y una expresi¨®n de como Otegi y Bildu ya no monopolizan la izquierda abertzale. Pili Zabala lo explica: su rechazo de la violencia le desmarc¨® de ella.
La candidatura de Pili Zabala muestra, tambi¨¦n, el cambio acelerado de la sociedad vasca en los siete a?os que Otegi pas¨® en la c¨¢rcel. El magn¨ªfico resultado que Bildu obtuvo en las elecciones municipales de mayo de 2011, revalidado en las generales de diciembre de aquel a?o, fue un espejismo. Al aunar todo lo que se mov¨ªa en el nacionalismo a la izquierda del PNV so?aron con que el voto juvenil les llevar¨ªa pronto a Ajuria Enea.
Confiaban, adem¨¢s, que la candidatura de Otegi, tras salir de la c¨¢rcel en 2016, reforzar¨ªa el voto por su papel activo en el cese definitivo de la violencia de ETA, sobre todo tras el atentado de la T-4 de Barajas en 2006, lo que una mayor¨ªa de vascos se lo reconoce. Aunque a su entorno se le fue la mano cuando intent¨® comparar a Otegi con Nelson Mandela como si la Sud¨¢frica del apartheid tuviera algo que ver con una Euskadi democr¨¢tica y pr¨®spera. Ese intento no cuaj¨®.
El primer ba?o de realismo ya lo tuvo Otegi, a¨²n en la c¨¢rcel, en las elecciones municipales de 2015 al comprobar que Bildu hab¨ªa tocado techo al perder 30.000 votos. Pero las elecciones generales de diciembre de 2015 fueron una pesadilla al perder 100.000 votos que fueron para Podemos, el partido m¨¢s votado de Euskadi, superando al PNV.
Otegi teme llegar tarde a la nueva sociedad vasca. Por ello, el 5 de marzo, tras salir de prisi¨®n, hizo una autocr¨ªtica. Admiti¨® que Bildu lleg¨® al m¨¢ximo de su poder institucional -alcald¨ªas muy importantes y la Diputaci¨®n de Gipuzkoa- en el peor momento, en 2011, cuando estall¨® la protesta contra la crisis y se cuestionaron las instituciones. ¡°No supimos leer bien que la crisis hab¨ªa cambiado las prioridades de la gente¡±, admiti¨® Otegi. Ciertamente, en muy poco tiempo, las prioridades tradicionales como el debate identitario y las consecuencias de la violencia dieron paso al empleo, la desigualdad social, la transparencia institucional. Con el fin del terrorismo salt¨® un tap¨®n que aceler¨® ese cambio de ciclo al que hoy asistimos.
Otegi lo ve. Pero una cosa es diagnosticar un problema y otra acertar con la soluci¨®n. Para ello, deb¨ªa empezar por saldar cuentas con el pasado. Encarrilar el desarme de ETA y la reinserci¨®n de los presos de ETA antes de las elecciones vascas era clave. Pero no ha podido ser. El Gobierno de Rajoy no ha colaborado. Pero no es menos cierto que los presos de ETA se han resistido a asumir la reinserci¨®n individual y los restos de la banda al desarme.
Esa mochila pesa a Otegi y condiciona su discurso. No puede reconocer el inmenso error y tragedia que supusieron que ETA matara en una Espa?a democr¨¢tica. Teme que ese reconocimiento, que algunos le piden, ahonde en la crisis en el colectivo de presos de ETA y en la izquierda abertzale.
Es posible que Otegi y Bildu lleguen tarde a la cita con la nueva sociedad vasca
Otegi es un t¨¢ctico y siempre ha funcionado as¨ª. A fines de los noventa percibi¨® que el terrorismo no ten¨ªa futuro y apost¨® por un final dialogado, que fracas¨® en 1998-99 y 2006. Entonces, apost¨® por el cese unilateral de la banda. Le cost¨® cinco a?os porque tem¨ªa que si forzaba los tiempos, pod¨ªa provocar una escisi¨®n. Prefiri¨® desgastarse e ir a la c¨¢rcel.
Ahora le sucede lo mismo. En su entrevista con Jordi Evol¨¦, en abril, pens¨® m¨¢s en los cr¨ªticos de su partido que en las v¨ªctimas del terrorismo. Lo reconoci¨® cuando al interpelarle por su pasada complicidad con ETA, respondi¨®: ¡°Tengo esa responsabilidad. Pero tambi¨¦n la de llevar esa reflexi¨®n a la gente¡±. Una vez m¨¢s no quiso forzar los tiempos.
El problema es que esta mochila ancla al pasado a Otegi y a Bildu y aunque se esfuercen en abrir su agenda a los problemas sociales es posible que lleguen tarde. Se han topado con un rival como Podemos, tambi¨¦n muy tacticista que tiene la ventaja sobre Bildu de que no tiene la mochila de la violencia, es m¨¢s cre¨ªble en cuestiones sociales y ha cubierto de ambig¨¹edad la cuesti¨®n territorial con el derecho a decidir para competir mejor.
Tras el p¨¦simo resultado de Bildu en las elecciones de junio al perder 32.000 votos m¨¢s que en diciembre, Otegi ha dramatizado su discurso. Tras reconocer el fracaso concluye que ¡°la conciencia nacional vasca ha registrado un enorme retroceso¡± y ¡°Euskal Herria est¨¢ colonizada en los ¨¢mbitos econ¨®mico, pol¨ªtico y cultural¡±. Remarcar¨¢ sus diferencias con el PNV y Podemos con una apuesta decidida por el independentismo, que ¡°resolver¨ªa nuestros problemas sociales¡± y emplazar¨¢ a Podemos a seguirle porque ¡°Espa?a no tiene remedio con el Gobierno PP¡±.
Pero jug¨¢rselo todo a la independencia es muy arriesgado cuando est¨¢ a la baja. Otegi conf¨ªa en que si en las elecciones generales muchos vascos votaron a Podemos para echar al Gobierno de Rajoy, en las auton¨®micas votar¨¢n en clave vasca. El factor emotivo puede jugar a favor de Bildu si el PP y los tribunales impiden, al final, su candidatura. En todo caso, las auton¨®micas de octubre mostrar¨¢n si Podemos mantiene su reciente hegemon¨ªa entre los j¨®venes vascos por considerar a Otegi y Bildu marcas del pasado o no. O, dicho de otro modo, si Otegi llega a tiempo o no.
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