Las amargas vacaciones de la profesora Elena Scherbakova
El Ministerio de Justicia y el Poder Judicial piden informes sobre el caso de una ciudadana rusa detenida en Grecia que acab¨® en una c¨¢rcel de Barcelona por un grave error policial y judicial
La abogada Mari Carmen Pino a¨²n recuerda el rostro de Elena Scherbakova la ma?ana de aquel 21 de agosto de 2014 cuando tuvo que asistirla ante el juzgado de Instrucci¨®n 26 de Barcelona. Iba esposada y demacrada. Dos guardias civiles la hab¨ªan escoltado la v¨ªspera en coche desde Madrid, reci¨¦n aterrizada de un vuelo que la hab¨ªa tra¨ªdo desde Atenas (Grecia) custodiada por dos polic¨ªas espa?oles. Nacida en 1960 en Rusia, Elena Scherbakova ten¨ªa aquel d¨ªa ¡°la mirada perdida", rememora Mari Carmen. "No hablaba nada: me llam¨® la atenci¨®n la profunda tristeza que not¨¦ en su rostro¡±.? Le acusaban de un terrible asesinato. A Mari Carmen le tocaba guardia en el turno de oficio. Hoy Mari Carmen sigue convencida de que en el drama de?Elena Scherbakova confluyeron ¡°casualidades jur¨ªdicas¡± adversas "y mala suerte".
En 2010, un hombre hall¨® en un monte del t¨¦rmino de Igualada (Barcelona) un cad¨¢ver semienterrado y envuelto en bolsas. El cuerpo estaba molido a palos, seg¨²n acredit¨® la autopsia. Un juez de Igualada abri¨® diligencias por asesinato y m¨¢s tarde las remiti¨® a los juzgados de Barcelona. Los Mossos d¡¯Esquadra lograron identificar el cad¨¢ver. Era un ciudadano ruso afincado en la ciudad condal. Y marido de Elena Scherbakova, quien, junto a su hijastra y el novio de esta, coincidiendo con la fecha del crimen, hab¨ªa tomado un avi¨®n en el aeropuerto de El Prat con destino a Mosc¨² (Rusia).
Los Mossos localizaron el domicilio del cad¨¢ver y lo registraron. En la casa segu¨ªa viviendo una hija de Elena Scherbakova, tambi¨¦n hija biol¨®gica del muerto. Y tambi¨¦n vieron una de las habitaciones a medio pintar. Los agentes descubrieron pronto que la finalidad de la pintura era ocultar manchas de sangre en la pared. Luego se comprob¨® pertenec¨ªa al hombre asesinado. El juzgado de Barcelona orden¨® el ingreso de la joven en un centro de menores, entonces ten¨ªa 17 a?os.
En 2010, un hombre hall¨® en un monte de Igualada (Barcelona) un cad¨¢ver semienterrado y envuelto en bolsas
?Por qu¨¦ no se fue usted a Mosc¨² con su madre y su hermanastra¡±, le preguntaron en el juzgado. ¡°Me gusta Barcelona¡±, respondi¨® la menor. Al a?o siguiente, al cumplir los 18 a?os, qued¨® libre. Y nada m¨¢s ha sabido el juzgado de ella.
Las pesquisas judiciales se centraron en los pr¨®fugos, y sobre todo, en la esposa, Elena Scherbakova. En Barcelona se hizo cargo del crimen el Juzgado 26, que dirige Roser Aixandri.
Tras la autopsia y el hallazgo de la sangre en la casa de alquiler que compart¨ªan en Barcelona Elena Scherbakova y el fallecido, la juez Aixandri emiti¨® una orden internacional de b¨²squeda y captura contra la presunta asesina y los otros fugados. Pas¨® el tiempo y ning¨²n ¨¦xito.
Cuatro a?os despu¨¦s, el 14 de julio de 2014, a 3.081 kil¨®metros de Barcelona, la polic¨ªa griega inform¨® a Espa?a de que acaba de detener a Elena Scherbakova. Estaba de vacaciones. Era est¨ªo y su ruta de asueto inclu¨ªa un recorrido por varias islas. Las autoridades griegas la encarcelaron en Atenas a la espera de noticias de Espa?a, que al instante anunci¨® una petici¨®n de extradici¨®n por el crimen de Igualada.
Elena Scherbakova huy¨® en avi¨®n a Rusia junto a su hijastra y el novio de esta, coincidiendo con la fecha del crimen
La polic¨ªa griega ofreci¨® a Elena Scherbakova dos opciones, una r¨¢pida y otra m¨¢s lenta: viajar voluntariamente a Espa?a y aclarar cuanto antes los graves cargos que pesaban sobre ella o personarse en un proceso de extradici¨®n que pod¨ªa demorarse meses (y con visos de prosperar). Eligi¨® la v¨ªa r¨¢pida. No pod¨ªa creer lo que le estaba pasando. En Grecia, de vacaciones y con los grilletes. Y es que, cuando mostr¨® su pasaporte ruso para franquear la aduana del aeropuerto, son¨® una alerta roja en los terminales de Interpol Europa. Los agentes dispon¨ªan de una ficha policial en la que figuraba el nombre, fecha y lugar de nacimiento de la persona buscada en Barcelona. Y unas huellas dactilares tomadas en fotocopia por los Mossos y extra¨ªdas del documento de identidad que Elena Scherbakova hab¨ªa aportado en el contrato de alquiler del piso.
Tras m¨¢s de un mes encarcelada en Grecia, dos agentes el Cuerpo Nacional de Polic¨ªa espa?oles viajaron a Atenas a por ella el 20 de agosto de 2014. Cuando lleg¨® a Barcelona al d¨ªa siguiente, la juez Aixandri estaba de vacaciones. La sustitu¨ªa una colega. El juzgado avis¨® a una abogada de oficio para que la representara. Mari Carmen la vio ese d¨ªa por primera y ¨²nica vez. ¡°Le not¨¦ un rostro muy triste. No hablaba castellano y la acompa?aba un int¨¦rprete de ruso¡±.
¡°Cu¨¦ntame todo para que pueda defenderte¡± - le pidi¨® Mari Carmen estando ellas frente a frente, en privado.
¡°Me mir¨® y solo me dijo: ¡®yo no he sido, yo no he sido¡¯¡ Y agach¨® la cabeza y se call¨®. Tampoco declar¨® ante la juez. Se acogi¨® a su derecho a no declarar¡±, evoca Mari Carmen. El juzgado 26 de Barcelona decret¨® su ingreso en prisi¨®n sin fianza en una c¨¢rcel de mujeres. Eso s¨ª, se acord¨® practicar un an¨¢lisis de las huellas dactilares, se?ala la letrada.
18 d¨ªas estuvo recluida en Barcelona hasta que se descubri¨® el monumental error. Es decir, que la Elena Scherbakova detenida en Grecia durante sus vacaciones y recluida en Barcelona no era la Elena Scherbakova buscada por el asesinato a palos de su esposo. A nadie, ni en Grecia ni luego en Barcelona, se le ocurri¨® hacer un cotejo fiable de las huellas dactilares. En ambas Elenas coincid¨ªa casi todo: a?o y lugar (Rusia) de nacimiento y nombre y apellidos. Pero tampoco nadie, ni en Grecia ni luego en Espa?a, crey¨® sus palabras de inocencia. La mujer injustamente recluida era una ingeniera y profesora de universidad, ten¨ªa hijos y estaba viuda, pero la muerte de su marido hab¨ªa sido natural.
La juez? Aixandri emiti¨® una orden internacional de b¨²squeda y captura contra la presunta asesina y los otros fugados.?
La juez Roser Aixandri entiende, y as¨ª lo ha comunicado al Ministerio de Justicia y al Consejo General del Poder Judicial, que le pidieron un informe sobre este asunto, que se trat¨® de ¡°un error policial¡± por no cotejar correctamente las huellas. Recuerda que, cuando se incorpor¨® tras las vacaciones al juzgado y pregunt¨® por lo ocurrido, le dijeron que las huellas de la ficha policial apenas ten¨ªan calidad.
-?Y la chica no se puso a gritar, o lo que fuera, cuando lleg¨® desde Grecia proclamando su inocencia y viendo que la volv¨ªan a meter en la c¨¢rcel por algo que no hab¨ªa hecho?
-Pregunt¨¦ y me dijeron que no dijo nada, que no declar¨® - se?ala la magistrada a EL PA?S.
-?Y no pudo ser que, al ser rusa, no la entendieran bien?
-?Y la chica no se puso a gritar, o lo que fuera, cuando lleg¨® desde Grecia proclamando su inocencia?
-No, no; declar¨® con int¨¦rprete. Su abogada me coment¨® posteriormente que en Rusia muchas personas prefieren callar por miedo a que les ocurra algo peor¡ Es verdad¡±, agrega la juez, ¡°que muchos detenidos niegan lo que se les imputa; pero, vamos, si la chica, por ejemplo, hubiese dicho: yo jam¨¢s he pisado Barcelona, soy viuda, vivo en tal sitio¡ se notar¨ªa que algo no encaja¡ pero no dijo nada.
¡°Luego creo que se hizo cargo de ella un abogado del Consulado de Rusia¡±, comenta Aixandri, que nada m¨¢s ver el informe sobre las huellas orden¨® su inmediata libertad. El responsable del consulado declin¨® hablar sobre este asunto.
El Poder Judicial, en un informe del pasado dos de febrero, culpa de este grave error, aunque no llega a calificarlo as¨ª porque se?ala que carece de facultad para enjuiciar decisiones judiciales, ¡°no solo a la autoridad extranjera [Grecia, donde no se cotejaron las huellas], sino tambi¨¦n a las nacionales [las espa?olas]¡±. Y tampoco exime al juzgado 26, puesto que ¡°a disposici¨®n¡± suya qued¨® al ser trasladada a Barcelona. Y tambi¨¦n es el que ratific¨® su ingreso en la c¨¢rcel de mujeres, ¡°priv¨¢ndola indebidamente de su libertad¡±, se?ala el ¨®rgano de gobierno de los jueces en un informe. Estuvo presa en Barcelona hasta el 10 de septiembre de 2014. ¡°Es un error de car¨¢cter material que se incardina entre los supuestos de funcionamiento anormal de la Administraci¨®n de Justicia¡± y que, por tanto, debe ser reparado econ¨®micamente. Quien decide finalmente si se indemniza es el Ministerio de Justicia.
18 d¨ªas estuvo recluida en Barcelona hasta que se descubri¨® el monumental error
Elena Scherbakova, la profesora universitaria, volvi¨® inmediatamente a Rusia. La juez Aixandri orden¨® retirar su nombre de las alertas de Interpol Europa ante el temor de que, tanto a su vuelta a Rusia como en lo sucesivo, pudiera sufrir otro percance similar en cualquier aduana.
Quien sigue huida es la otra Elena Scherbakova, la presunta asesina. Quiz¨¢s se esconda en Rusia, pa¨ªs al que huy¨® hace seis a?os y no se ha vuelto a saber de ella. Aixandri reactiv¨® recientemente la orden internacional de b¨²squeda y captura. Pero, son tantas las coincidencias de filiaci¨®n entre ambas Elenas, que la magistrada confiesa que no se atreve a descartar la repetici¨®n de lo sucedido en cualquier paso fronterizo. Y eso que ¡°la secretaria del juzgado y yo¡±, indica la juez, ¡°estuvimos mirando un d¨ªa las fotos de ambas y, si bien tienen una edad similar, f¨ªsicamente no se parecen¡±.
Por fin libre en Rusia, la profesora ha demandado al Estado espa?ol por da?os y perjuicios. Tuvo serios problemas con su trabajo universitario: cuando regres¨® de su pesadilla, el curso acad¨¦mico llevaba tiempo empezado. Sin contar el da?o psicol¨®gico que sufri¨® al verse esposada y encarcelada en dos pa¨ªses y en la c¨¢rcel de una ciudad, Barcelona, que jam¨¢s antes hab¨ªa pisado. En su demanda reclama ¡°una indemnizaci¨®n de 5.900 euros, a raz¨®n de 100 euros por cada d¨ªa que estuvo privada de libertad¡±. Un total de 59.
investigacion@elpais.es
Enterrado en una fosa com¨²n sin cotejar sus huellas dactilares
La familia de Enrique Su¨¢rez ha demandado al Estado por un grave error en la identificaci¨®n de su cad¨¢ver. Enrique desapareci¨® el 4 de febrero de 1991 y, tras el paso de los a?os, le dieron por fallecido. A ra¨ªz de la muerte del patriarca de la familia, el 13 de marzo de 2013 (sin dejar testamento), dos hermanos del fallecido emprendieron los preceptivos tr¨¢mites judiciales para recibir la herencia. E instaron una declaraci¨®n de fallecimiento de Enrique ante el Juzgado n¨²mero 2 de Oca?a (Toledo), mediante la correspondiente publicidad en el Bolet¨ªn Oficial del Estado (BOE) en sendos n¨²mero del 13 y 28 de febrero de 2014.
La polic¨ªa, su departamento de Desaparecidos, observ¨® un anuncio y el 26 de marzo de 2014 se puso en contacto con uno de los hermanos para comunicarle que Enrique llevaba 23 a?os muerto. Y que su cad¨¢ver fue hallado el 4 de febrero de 1991; es decir, 20 d¨ªas antes de que la familia denunciase su desaparici¨®n en la comisar¨ªa de Entrev¨ªas (Madrid).
El Juzgado de guardia de la plaza de Castilla levant¨® el cad¨¢ver y abri¨® diligencias el mismo d¨ªa de la muerte de Enrique. Su cad¨¢ver estaba en la calle, envuelto en barro y sangre. La mezcla de barro y sangre impidi¨® a los agentes extraer sus huellas dactilares e identificarle. Al no reclamarle (supuestamente) nadie, el juez orden¨® enterrarles en una fosa com¨²n.
La familia exige al Estado una indemnizaci¨®n de 980.000 euros ¡°por el da?o moral causado¡±. Acusa al juzgado y a la polic¨ªa de no haberles comunicado durante 23 a?os la muerte de Enrique.
El Poder Judicial entiende que no hay un funcionamiento anormal de la Administraci¨®n de Justicia en este asunto puesto que el juez orden¨® enterrar el cad¨¢ver al no haberle podido identificar la polic¨ªa debido a que entonces, 1991, no exist¨ªan medios t¨¦cnicos adecuados para extraer la huella dactilar debido al barro y sangre que ten¨ªa el cad¨¢ver en sus dedos y resto del cuerpo. Se?ala el Poder Judicial en un informe en el que analiza este caso, que a?os despu¨¦s del hallazgo del cad¨¢ver entr¨® en funcionamiento ¡°un nuevo sistema Autom¨¢tico de Identificaci¨®n Dactilar (SAID)¡± que s¨ª permiti¨® identificarle a partir de las muestras antiguas que conservaba del difunto. Y era Enrique. La polic¨ªa comunic¨® al juzgado la identificaci¨®n de Enrique el 17 de marzo de 2014. El juez, el de Instrucci¨®n 7 de Madrid, orden¨® en ese momento que se facilitasen los datos de defunci¨®n al registro civil y se comunicase al cementerio sur, donde estaba enterrado en una fosa com¨²n, la filiaci¨®n completa del hombre enterrado all¨ª 23 a?os antes.
La familia discrepa totalmente del veredicto del Poder Judicial y asegura que en ning¨²n momento ni la polic¨ªa ni el juzgado ¡°hicieron la menor averiguaci¨®n¡± para comunicarles la muerte de su ser querido. Los familiares aportan una prueba irrefutable m¨¢s all¨¢ de los avances t¨¦cnicos. Tras recibir la llamada policial del Departamento de Desaparecidos indic¨¢ndoles que hab¨ªa muerto hacia 23 a?os, Luis Ram¨®n, uno de los hermanos de la familia, fue a la comisar¨ªa de Vallecas y un agente le facilit¨® ¡°el DNI de Enrique y una fotocopia de su fotograf¨ªa¡±. Es decir, el DNI del cad¨¢ver estaba en su bolsillo, en el que ¡°consta el domicilio¡± de la madre de Enrique, que sigue siendo el mismo que tiene ahora. Bastaba con ir a la casa, se?ala la familia en su denuncia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.