Euskadi y la cultura del pacto
Hoy hay menos confrontaci¨®n pol¨ªtica en Euskadi que en Espa?a y menos corrupci¨®n.
Euskadi vive su campa?a auton¨®mica m¨¢s aburrida, lo que resulta gratificante como s¨ªntoma de normalidad. Fue en unas elecciones vascas, las de 1984, cuando el terrorismo asesin¨® por vez primera a un cargo pol¨ªtico, al dirigente del PSE Enrique Casas. Tambi¨¦n fue en unas elecciones vascas, las de 2001, donde se visualiz¨® el dramatismo de una profunda divisi¨®n social con el enfrentamiento entre dos bloques sim¨¦tricos: el soberanista que encabezaba Juan Jos¨¦ Ibarretxe (PNV) y el constitucionalista que lideraba Jaime Mayor (PP), mientras ETA ejerc¨ªa la ¡°limpieza ¨¦tnica¡± contra los constitucionalistas. Aquella campa?a arroj¨® una visi¨®n demoledora de Euskadi, sobre todo tras ganar Ibarretxe la contienda por la m¨ªnima.
Pero en Euskadi las cosas no han sido siempre as¨ª. En las auton¨®micas de 1986, tambi¨¦n con el dramatismo del terrorismo, el PSE gan¨® en esca?os, no en votos, al PNV, que acababa de sufrir la escisi¨®n de Eusko Alkartasuna. El PSE y el PNV ten¨ªan dif¨ªcil solventar la situaci¨®n porque ven¨ªan de un pronunciado enfrentamiento. Tardaron cuatro meses, pero constituyeron un Gobierno paritario con Jos¨¦ Antonio Ardanza (PNV) de lehendakari y Ram¨®n J¨¢uregui (PSE) de vicelehendakari. Contra todo pron¨®stico, aquel Gobierno seren¨® la vida pol¨ªtica; sac¨® a Euskadi de la crisis; impuls¨® el autogobierno y puso las bases pol¨ªticas para el fin de ETA con el Pacto de Ajuria Enea. Ese modelo dur¨® diez a?os.
Antes, en 1979, tambi¨¦n en circunstancias dram¨¢ticas, todos los partidos, a excepci¨®n de Batasuna, pactaron el Estatuto de Gernika, hoy vigente. La perspectiva aclara que la etapa soberanista de Ibarretxe, pese a sus diez a?os, fue un par¨¦ntesis. Ibarretxe fue derrocado por el Gobierno de Patxi L¨®pez en 2009, apoyado por el PP, y abri¨® un tiempo de distensi¨®n pol¨ªtica, facilitado por el final de ETA. En 2012, lleg¨® I?igo Urkullu (PNV). Con un pacto presupuestario y econ¨®mico con el PSE, adem¨¢s de gobiernos municipales y forales compartidos, han mantenido la distensi¨®n.
Hoy hay menos confrontaci¨®n pol¨ªtica en Euskadi que en Espa?a y menos corrupci¨®n. La distensi¨®n est¨¢ en alza en una sociedad que huye de frentismos y sabe lo que ha funcionado, el acuerdo, y lo que no, el soberanismo unilateral. Por eso, pese a las estridencias electorales y a la fragmentaci¨®n del nuevo Parlamento, hay condiciones para que vuelva a exhibirse la cultura del pacto.
El PSE y Podemos son proclives a pactar con el PNV el cierre del ciclo terrorista e, incluso, la nueva hornada de Bildu est¨¢ predispuesta a la autocr¨ªtica pendiente sobre la pasada complicidad con ETA. Por experiencia amarga y prudencia, Urkullu, claro ganador en las encuestas, tiene interiorizado e insiste en que la salida social a la crisis es prioritaria a la compleja renovaci¨®n del Estatuto que requiere un acuerdo legal y transversal. Tres partidos vascos se lo recuerdan diariamente.
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