?Qui¨¦nes son las bases?
Se ha pasado de partidos de militantes a partidos de electores, es decir, potenciales votantes
Con frecuencia se invoca a las bases de los partidos para tomar unas u otras decisiones. Las invocan los comentaristas, los pol¨ªticos, los ciudadanos. Las bases dicen, las bases quieren¡ Pero, ?qui¨¦nes son las bases, qui¨¦nes las componen? Discutible asunto. Normalmente, cuando se alude a las bases, se toma por referencia a los militantes, a los afiliados. Ahora bien, ?solo estos integran las bases, son los ¨²nicos due?os de los partidos? Ah¨ª sobrevienen las dudas.
Antes, hasta los a?os cincuenta, exist¨ªan los denominados partidos de masas donde lo importante era tener el mayor n¨²mero de afiliados, una ideolog¨ªa definida y unos profesionales que gobernaban y administraban el partido, el llamado aparato. Eran partidos de militantes. Pero este tipo de partidos hace ya tiempo que est¨¢n en decadencia y ahora se han ido transformando en partidos de electores debido a los cambios tecnol¨®gicos: en los medios de comunicaci¨®n (radio, televisi¨®n y, ahora, internet), crisis de las ideolog¨ªas cerradas, convergencia de intereses e ideas, reducci¨®n de los antagonismos sociales. As¨ª, de partidos de militantes (fieles y censados) hemos pasado a partidos de electores (inciertos e hipot¨¦ticos, a quienes hay que convencer).
Tras estos cambios, quiz¨¢s hay que replantearse la respuesta a la pregunta de qui¨¦nes integran las bases de los partidos. Estamos pensando en los militantes, ?no nos estaremos equivocando? ?no deber¨ªamos pensar en los electores? ?o quiz¨¢s en ambos a la vez? Creo que esto ¨²ltimo es lo m¨¢s acertado, no se puede decepcionar a los militantes s¨®lo para aumentar los votos, pero tampoco se pueden adoptar posiciones que expresen la opini¨®n de una mayor¨ªa de militantes si ello conduce a una cat¨¢strofe electoral.
Salir de esta complicada situaci¨®n exige habilidad, entereza moral e inteligencia pol¨ªtica. Las tres cosas. Y ah¨ª el papel del l¨ªder, que expresa la imagen de su partido, es fundamental. Es l¨ªder quien sabe convencer a sus militantes de la correcci¨®n de sus posiciones. No lo es aquel que se muestra inseguro, pendiente de lo que quieren los dem¨¢s, militantes y electores, para fijar su posici¨®n. Un l¨ªder, equivocado o no, debe tener claro lo que le conviene a su partido y a su pa¨ªs: as¨ª debe expresarlo y as¨ª debe ser percibido. En otro caso, cuando se muestra ambiguo y confuso, no suscita la confianza de nadie y pierde la de todos, empezando por los suyos.
Las bases de los partidos han cambiado. Ya no son s¨®lo los militantes, tambi¨¦n son los potenciales votantes, aquellos a qui¨¦nes su l¨ªder, debe persuadir.
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