Ironman S¨¢nchez
El l¨ªder socialista pasa al ataque para depurar el sabotaje de los suyos
Pedro S¨¢nchez ha conseguido un nuevo aplazamiento a su fecha de ejecuci¨®n. Le hab¨ªan organizado los barones socialistas un entra?able aquelarre la noche del 25 como escarmiento a la derrota en Galicia y Euskadi, pero el secretario general maneja el calendario con maestr¨ªa y filibusterismo, de tal forma que la nueva meta volante en su carrera de supervivencia de Ironman se ha instalado el 1 de octubre.
Es cuando se ha convocado el comit¨¦ federal, no tanto para modular un cambio de postura en el dogma trinitario del no como para neutralizar las intentonas de sabotaje al l¨ªder que se han ido improvisando en la semiclandestinidad, lleg¨¢ndose a urdir la hip¨®tesis de una moci¨®n de censura que aspirar¨ªa a deponerlo.
Ha reaccionado Pedro S¨¢nchez con un golpe de autoridad. El presumible retroceso de las elecciones dominicales deteriora su liderazgo, pero ni siquiera sus rivales internos de mayor peso osar¨¢n a establecer una correlaci¨®n entre el bloqueo a Rajoy y el veredicto de las urnas, con m¨¢s raz¨®n cuando el manual de cat¨¢strofes electorales introduce el recurso de los "resultados no extrapolables a la realidad nacional".
Ni siquiera piensa discutirlos en el comit¨¦ federal. Para hacerlo ha convocado la comisi¨®n permanente. Su gente, su b¨²nker, sus hombres fieles en la "meta-estrategia" de oponer a la investidura fallida de Rajoy una alternativa liderada por ¨¦l mismo.
La iniciativa se antoja temeraria por razones de aritm¨¦tica parlamentaria y por incongruencia ideol¨®gica, pero el mero hecho de promoverla le resuelve los obst¨¢culos que iban a colocarle sus camaradas. Uno consiste en concederse a la abstenci¨®n y convertirse en gendarme de Rajoy durante la legislatura. El otro, m¨¢s arraigado y voluntarista, radicar¨ªa en abstenerse a cambio del sacrificio del l¨ªder popular.
Pedro S¨¢nchez no puede descabalgarse de su discurso refractario por coherencia y por obstinaci¨®n. Y s¨ª puede volver a ganar tiempo o a perderlo erigi¨¦ndose en equilibrista de un pacto, de una carambola, que lo llevar¨ªa hasta La Moncloa, perseverando en un acuerdo de regeneraci¨®n pol¨ªtica al que se avendr¨ªan activa o pasivamente Ciudadanos y Podemos, con la aquiescencia silenciosa de los nacionalistas.
Es una soluci¨®n atractiva, pero tambi¨¦n inveros¨ªmil, sobre todo porque el plan de evacuaci¨®n de Rajoy y la promesa de la transparencia se topar¨ªan con las contradicciones ideol¨®gicas y pol¨ªticas de la legislatura. M¨¢s a¨²n cuando resulta imposible encontrar un punto de consenso en el modelo de Estado y en las recetas econ¨®micas que han abierto una relaci¨®n incendiaria entre Rivera e Iglesias.
Y no es que Pedro S¨¢nchez parezca autoenga?arse. Lo que hace es concederse m¨¢s ox¨ªgeno y aplazar su ejecuci¨®n, como hace un preso en el corredor de la muerte. Y consciente de que todav¨ªa dispone de suficiente fortaleza.
Los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n del PP le han proporcionado un argumento providencial en su aversi¨®n a Rajoy. Y han supuesto un camino de identificaci¨®n y de cohesi¨®n con los militantes, sabiendo que puede recurrir a ellos cuando para rescatarlo cuando se le acerquen los verdugos.
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