Dos Titanic buscan iceberg
Pablo Iglesias, fundador del PSOE, muri¨® en su casa de Ferraz, donde muchos a?os despu¨¦s se levant¨® la sede del partido. Lo recuerda una placa que hay en la entrada y un busto enorme de su cabeza. Ese busto pertenec¨ªa a una estatua que le honraba en Madrid y que fue destruida despu¨¦s de la victoria de Franco. Su material se us¨® para construir los muros del Retiro, pero dos obreros salvaron la cabeza de Iglesias: la enterraron en unos jardines ¡ªtuvo que ser un esfuerzo digno de un mafioso en Nevada: la cabeza mide m¨¢s que Joe Pesci¡ª e hicieron un plano que entregaron a un amigo de Iglesias, Gabriel Pradal. La familia Pradal guard¨® el mapa durante 40 a?os y, tras la llegada de la democracia, lo entreg¨® al partido. Hoy, nada m¨¢s entrar en Ferraz, esa inmensa cabeza de Pablo Iglesias recibe al visitante y le recuerda lo dif¨ªcil que es acabar con el PSOE: ni la dictadura destruy¨® la estatua de su enemigo.
Con el Partido Socialista solo puede acabar el Partido Socialista. Ahora lo est¨¢ intentando con tantos esfuerzos que terminar¨¢ por rendirse y sobrevivir cien a?os m¨¢s. El espect¨¢culo de ayer lo certifica. Atrajo a decenas de curiosos a Ferraz y los coches que pasaban por all¨ª y ve¨ªan el jaleo hac¨ªan sonar los habituales pitidos futboleros. Cuando la sede se abri¨® a los periodistas aquello parec¨ªa un castillo soltando el puente levadizo. Dentro, el silencio sepulcral de las iglesias abandonadas, de los lugares poblados de dioses a los que se le empieza a extinguir el culto. Hab¨ªa rueda de prensa del secretario de Organizaci¨®n, C¨¦sar Luena, que al dirigirse a la sala pas¨® por delante de otro mapa muy diferente del que guard¨® la familia Prada; el mapa de evacuaci¨®n de la sede en caso de urgencia.
Ya delante del micr¨®fono Luena explic¨® una burocracia que se resum¨ªa en un ¡°no nos mover¨¢n¡± al que le falt¨® la guitarra mientras citaba art¨ªculos de los estatutos. Cuando le preguntaban por la abstenci¨®n, Luena hac¨ªa algo que suelen hacer los cargos afines a S¨¢nchez si hay que responder a eso: garabate¨® algo ¡ª?una palabra?, ?un pene?¡ª y lo rode¨® con un circulito. Fuera, en las terrazas, una mesa hablaba de S¨¢nchez como debieron hablar los obreros del Retiro cuando decidieron salvar la cabeza de Pablo Iglesias mientras hac¨ªan la tapia con el cuerpo. El ambiente era el de un golpe de Estado trasladado a un partido con toques de tragicomedia. Se supo que S¨¢nchez hab¨ªa resistido cuando el Twitter oficial del PSOE, tras un silencio de horas, anunci¨® la rueda de prensa de Luena: los medios anunciaron que la cuenta segu¨ªa en manos de los oficialistas como si el Rey hubiese aparecido en TVE. El hombre de Susana D¨ªaz, encargado de llevar las firmas, sali¨® de la sede sofocado: no le hab¨ªan dejado entrar en el despacho. Al salir mir¨® de reojo la enorme cabeza de Iglesias, que parec¨ªa echar de menos la paz de los jardines. El PSOE, hoy, es un partido dividido en dos Titanics pele¨¢ndose por un trozo de iceberg.
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