Ministros por la gracia de Dios
11 de los 13 miembros del Ejecutivo juran el cargo en una ceremonia decimon¨®nica que confunde la pol¨ªtica con la religi¨®n
Genuflexi¨®n al Rey, crucifijo y santa Biblia. La definici¨®n de Espa?a como Estado aconfesional se resinti¨® de la ceremonia de unci¨®n de los ministros. Once de ellos pusieron las sagradas escrituras como testigos del juramento. Y ¨²nicamente dos, Soraya S¨¢enz de Santa Mar¨ªa y Mar¨ªa Dolores de Cospedal, se avinieron a prometer el cargo.
La propia excepci¨®n de ambas demuestra hasta qu¨¦ extremo son la anomal¨ªa de un Gobierno fervoroso y piadoso. Puede entenderse que los ministros interpreten su misi¨®n en un plano metaf¨ªsico y providencial, pero la decisi¨®n de jurar p¨²blicamente el cargo con la mano sobre la Biblia sobrepasa el ¨¢mbito privado de la fe e implica la predisposici¨®n del Ejecutivo marianista a impregnarse de los motivos doctrinales.
Otra cuesti¨®n es que la liturgia de la toma de posesi¨®n obedeciera a cuestiones dramat¨²rgicas. No procede personarse en ch¨¢ndal a La Zarzuela ni sustraerse a la solemnidad que conlleva la noci¨®n del apostolado ministerial, pero un Gobierno tiene sus responsabilidades con la neutralidad, la independencia y el laicismo. Especialmente cuando las leyes ¡ªla del aborto o la del matrimonio homosexual, por ejemplo¡ª se exponen a la injerencia de las presiones eclesi¨¢sticas y cuando la realidad sociol¨®gica de Espa?a tanto se ha distanciado de la Iglesia cat¨®lica apost¨®lica romana como ha conocido otras expresiones religiosas en la evidencia del mestizaje cultural.
De hecho, la salida de Fern¨¢ndez D¨ªaz y de su ¨¢ngel de la guarda, Marcelo, en la purga gerontocr¨¢tica ¡ªMargallo, Moren¨¦s¡ª sobrentend¨ªa un distanciamiento de las antiguas vinculaciones iconogr¨¢ficas. Hacerle una genuflexi¨®n a Felipe VI y poner a Dios por testigo de un juramento ministerial se antojan costumbres decimon¨®nicas que podr¨ªan haberse eludido si no fuera porque prevalece en el equipo de Rajoy ¡ª11 de 13¡ª una devoci¨®n a los s¨ªmbolos identitarios, cuando no una actitud imitativa al ritual que protagoniz¨® el propio presidente del Gobierno.
Mariano Rajoy, registrador de la propiedad en eterna excedencia, jur¨® su cargo delante del crucifijo y con la mano sobre la Biblia. Marcaba el paso a sus evangelistas. Y se recreaba en las facultades de la Constituci¨®n, cuyo art¨ªculo 16.3 menciona la aconfesionalidad de la patria, es verdad, pero tambi¨¦n invita a los poderes p¨²blicos a tener en cuenta el hecho religioso y a mantener relaciones con la Iglesia cat¨®lica.
No hace falta reformar la Carta Magna para distanciarse de la confusi¨®n Iglesia-Estado, reivindicar el laicismo y prevenir a los espa?oles de las nubes de incienso que esta ma?ana han precipitado un estado de levitaci¨®n y de trance m¨ªstico entre casi todos los ministros. Comprendemos su emoci¨®n y aceptamos la sugesti¨®n de encontrarse en una tarea divina, pero resulta embarazoso y rancio anteponer la casaci¨®n del juicio final a las obligaciones que deben contraerse con los hombres.
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