Una reforma m¨¢s justa
Un sistema m¨¢s proporcional podr¨ªa obligar a los partidos a entenderse
En Espa?a mucha gente arreglar¨ªa el pa¨ªs con una reforma electoral, y cada quien tiene la suya, como se tiene una selecci¨®n de f¨²tbol ideal, salvo los juristas, que van todos con Alemania. Sin embargo, casi con cualquier sistema electoral razonable volver¨ªamos a pasarnos largos meses de Gobierno provisional. Se puede pensar que un sistema m¨¢s proporcional obligar¨ªa a los partidos a entenderse, y que con el tiempo se crear¨ªan puentes, pues nunca m¨¢s habr¨ªa mayor¨ªas monocolores; pero casi lo mismo podr¨ªa decirse del m¨¦todo vigente, mientras dure el actual conjunto de partidos. Se puede pensar, en sentido contrario, que necesitamos un reparto que refuerce a la mayor¨ªa relativa a cualquier precio, eximiendo al partido m¨¢s votado de la necesidad de acuerdos, pero esa es la l¨®gica de salir a jugar baloncesto con tacones. Nada sustituye a la natural formaci¨®n de mayor¨ªas. En Espa?a los hechos indican que no hay una mayor¨ªa suficiente.
?Por qu¨¦ reformar el sistema electoral? En primer lugar, para hacerlo m¨¢s justo. Los partidos tradicionales pueden tener la tentaci¨®n de confiar en que el sistema ayude a erosionar a sus nuevos rivales, ya que a estos les perjudica. Que el sistema no sea justo es un mal principio cuando se negocia entre partidos, como aqu¨ª se hace, bajo la sombra de una convocatoria de elecciones. No hace falta que sea mucho m¨¢s proporcional ni que el Parlamento se fragmente a¨²n m¨¢s, pero hay que cambiar las circunscripciones. En segundo lugar, para mejorar la selecci¨®n de los pol¨ªticos y su identificaci¨®n de los votantes mediante alg¨²n sistema de voto personal. En tercer lugar, para lograr una mejor representaci¨®n de la periferia en el Congreso.
?Qu¨¦ puede hacerse? Sin reformar la Constituci¨®n los resultados ser¨ªan modestos, pero vale la pena probar sus l¨ªmites: con 400 diputados y un reparto lo m¨¢s equitativo posible; y con voto de preferencia; adem¨¢s de desbloquear las listas. Se puede, y tal vez sea urgente para la oposici¨®n, reformar la elecci¨®n del Senado, introduciendo una f¨®rmula proporcional, incluso favorable a las minor¨ªas, para el reparto de los senadores provinciales. El actual es absurdo, y confiere un fuerte poder de veto al partido del Gobierno sobre cualquier reforma constitucional en el futuro. Reformando la Constituci¨®n se puede hacer un cambio inteligente, que conserve la capacidad de formar Gobiernos estables pero mejore los equilibrios pol¨ªticos y territoriales. Se puede crear un sistema para nuestras necesidades, rompiendo con las provincias, pero si hay que importar uno, el modelo sueco ser¨ªa el mejor principio. Cualquier cosa, menos el sistema alem¨¢n.
Alberto Penad¨¦s es profesor de Sociolog¨ªa de la Universidad de Salamanca.
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