El a?o de Catalu?a
Rajoy puede pagar su resistencia a reconocer el soberanismo.
Rajoy ve¨ªa delante de ¨¦l un panorama muy despejado: el PSOE vive sometido a su chantaje ¡ªo me das lo que necesito o vamos a las urnas¡ª, mientras su gestora, en modo prefecto de colegio religioso de los a?os cincuenta, castiga a los que han osado tener opini¨®n propia y premia a los conversos. Podemos sigue en el proceso de reencontrarse a s¨ª mismo y coser un patchwork de mil colores. Y Ciudadanos contin¨²a perdido en la confusi¨®n despu¨¦s de que su singladura renovadora encallara en la investidura y blanqueo de Rajoy.
Sabe que los dem¨¢s pueden unirse para un No ¡ªfrenar el despliegue la ley de educaci¨®n¡ª pero que raramente se pondr¨¢ de acuerdo en un 'S¨ª'. Pero no ha contado con la competencia entre sus adversarios. El PSOE ha tenido que rectificar porque el poco cr¨¦dito que le queda se iba por los aires si dejaba v¨ªa libre al reprobado Fern¨¢ndez D¨ªaz. Y Rajoy tendr¨¢ que recolocar a su amigo. La oposici¨®n dif¨ªcilmente podr¨¢ cambiar el rumbo de sus pol¨ªticas, pero si podr¨¢ complicar la vida al presidente si se desliza por la v¨ªa del abuso de poder.
En este contexto, 2017 ser¨¢ el a?o de Catalu?a. En unos meses llegaran al Parlamento catal¨¢n las leyes de desconexi¨®n, simult¨¢neamente seguir¨¢ la escalada judicial contra promotores del proceso soberanista, y en el horizonte el anunciado ¡ªaunque pocos creen que llegue a realizarse¡ª refer¨¦ndum de oto?o. Durante cuatro a?os ha funcionado una coincidencia impl¨ªcita de intereses. La negaci¨®n mutua de reconocimiento era ¨²til a ambas partes mientras el conflicto se mantuviera en baja intensidad. El Gobierno espa?ol cre¨ªa que con el tiempo la tempestad acabar¨ªa escampando. Y el independentismo avanzaba en la acumulaci¨®n de capital electoral y en dar perfil a la utop¨ªa.?
Pero estos falsos equilibrios, fruto de la incapacidad de las partes para inclinar la balanza de su lado, no son sostenibles indefinidamente. Los protagonistas no pueden seguir d¨¢ndose la espalda y negando la realidad. Y esta dice que hoy el independentismo es el proyecto pol¨ªtico con m¨¢s apoyo en Catalu?a, pero carece de capacidad coercitiva para imponerse.
Rajoy ha puesto el conflicto en manos de una genuina representante de la cultura del imperio de la ley, S¨¢enz de Santamar¨ªa. Su empe?o en transferir un problema que es pol¨ªtico al terreno judicial, puede amargarle la legislatura. El gobierno catal¨¢n est¨¢ multiplicando las demandas de di¨¢logo, sin modificar su hoja de ruta, pero consciente de la dificultad de cumplirla. ?Acumulaci¨®n de fuerzas para encarar un pacto o choque inminente que podr¨ªa llevar a la suspensi¨®n de la autonom¨ªa? Rajoy puede pagar su resistencia a reconocer al soberanismo. Sin reconocimiento no hay acuerdo posible. Si el conflicto se encona y se impone la v¨ªa represiva, ciertamente Catalu?a es la parte d¨¦bil. Pero nadie saldr¨¢ impune.
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