?Por qu¨¦ le quisimos tanto?
En Cuba, se hab¨ªa creado ¡°el hombre nuevo¡± y un nuevo mundo se avecinaba
Quiz¨¢s un joven, o no tan joven, de hoy, no pueda entender el entusiasmo por Fidel Castro y la revoluci¨®n cubana durante los a?os cincuenta y sesenta del pasado siglo. Fidel todav¨ªa no era un mito sino un ser de carne y hueso, un h¨¦roe intr¨¦pido, un David que se enfrentaba a todos los goliats. Fidel y sus guerrilleros en Sierra Maestra, antes de su victoria contra el dictador Batista, con barbas, puro, fusil a la espalda y uniforme verde oliva, constitu¨ªan una impactante, inolvidable, estampa rom¨¢ntica.
Hab¨ªan llegado ah¨ª desde M¨¦xico con un modesto y atrabiliario barco, el Granma, que estuvo a punto de naufragar. Aquel hombre, aquellos valientes que se jugaban la vida en la monta?a, eran un ejemplo para todos los que deseaban un mundo m¨¢s libre y m¨¢s justo. A la ¨¦pica a?ad¨ªan glamour. Herbert Matthews, el m¨ªtico periodista del The New York Times, entrevistaba secretamente a Fidel en su guarida. Paris-Match publicaba fotos inolvidables, Le Monde lo bendec¨ªa. Encima, Fidel llevaba gafas de montura negra como los existencialistas de Par¨ªs. Comenzaba el mito.
Derrot¨® al dictador y entr¨® victorioso en La Habana tras un triunfante recorrido de una semana desde Santiago. D¨ªa a d¨ªa segu¨ªamos la espectacular caravana de h¨¦roes barbudos, aquellos que iban a cambiar Cuba de arriba abajo. Y empezaron a cambiarla: primero reforma agraria y alfabetizaci¨®n, luego industrializaci¨®n y universidad, desde el primer momento sanidad para todos y, por supuesto, el mundo de la cultura volcado en la defensa de la Revoluci¨®n.
Esta l¨®gica conduc¨ªa a la ruptura con Estados Unidos que all¨ª defend¨ªa sus muchos intereses, ligados a los ricos cubanos expropiados y a las empresas norteamericanas que exportaban a Cuba. Vino el bloqueo comercial, despu¨¦s el chapucero intento de invasi¨®n y, como era l¨®gico, la ayuda de la URSS. Pero a Fidel y a los cubanos no les gustaban los rusos e intentaron, en una cierta deriva trotskista, la revoluci¨®n tercermundista, empezando por ?frica y Latinoam¨¦rica. De eso se encarg¨® el Che Guevara. La consigna era: ¡°Construir dos, tres¡ muchos Vietnams¡±. La solitaria revoluci¨®n cubana resultaba imposible, pero se acercaba la verdadera, la revoluci¨®n mundial. En Cuba se hab¨ªa creado ¡°el hombre nuevo¡±, los vietnamitas estaban resistiendo y venciendo a Estados Unidos. Un nuevo mundo se avecinaba. Por eso quisimos tanto a Fidel, ?c¨®mo no ¨ªbamos a quererle?
Pero todo ello se trunc¨® con la muerte del Che (1967), el apoyo de Fidel a la ocupaci¨®n de Checoslovaquia (1968), el fracaso de la zafra de los diez millones de toneladas (1970). Gan¨® el realismo, perdi¨® el voluntarismo. A partir de entonces, Cuba no ha sido modelo de nada. En un mundo, ciertamente, sin modelos.
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