Carles Puigdemont: Un reh¨¦n en el t¨²nel soberanista
El ex alcalde de Girona cumple un a?o en la Generalitat saboteado por sus aliados y obsesionado por el refer¨¦ndum
Carles Puigdemont i Casamaj¨® (Amer, Girona, 1962) representa un caso prematuro y asombroso de aislamiento pol¨ªtico. Prematuro porque la soledad se le ha diagnosticado apenas en el umbral del primer a?o de Gobierno. Asombroso porque sus aliados pol¨ªticos ¡ªen el supuesto de que lo sean¡ª lo han convertido en reh¨¦n polifac¨¦tico.
No s¨®lo por los resabios anticapitalistas de la CUP ni por el sabotaje refinado que ejerce Oriol Junqueras (ERC), sino por los recelos de la propia Converg¨¨ncia ¡ªahora PDeCat¡ª, hasta el extremo de preguntarse si la carambola que lo condujo al palacio de la Generalitat en enero de 2016 obedec¨ªa a una estrategia que urdi¨® Artur Mas para que Puigdemont le calentara la silla en la transici¨®n de su regreso triunfal.
Ya dec¨ªa esta semana Neus Munt¨¦, consejera de presidencia y portavoz, que Mas ser¨ªa un ¡°grand¨ªsimo candidato¡± a la Generalitat. Y ya precisaba Mas que no ten¨ªa semejantes aspiraciones. Te¨®ricamente faltan tres a?os para convocarse las elecciones, pero los humores incendiarios de la coalici¨®n y la bravuconada del referendum unilateral sobrentienden un escenario de elecciones anticipadas que Mas pretende monitorear consigo mismo o vali¨¦ndose de sus testaferros pol¨ªticos.
Es la raz¨®n por la que el espacio sat¨ªrico Polonia (TV3) se recrea en el papel intimidatorio que Mas ejerce en el despacho de Puigdemont. No logra sustraerse Puigdi ¡ªas¨ª lo llaman sus allegados¡ª a la influencia de su mentor, ni consigue evitar la sensaci¨®n de que ha asumido un papel melodram¨¢tico de m¨¢rtir de la independencia: cumplido el objetivo de la consulta plebiscitaria, el presidente accidental aspirar¨¢ a que sus compatriotas, en la posteridad, le erijan la estatua que se merecen los pioneros.
La percepci¨®n del presidente catal¨¢n consiste en que
El papel de Carles Puigdemont como fusible de la desconexi¨®n separatista ¡ªya ha declarado o repetido que no volver¨¢ a ser candidato¡ª se resiente del deterioro electoral del propio PDeCat. Una reciente encuesta publicada por La Vanguardia sosten¨ªa que ERC aventaja a la antigua Converg¨¨ncia en 10 esca?os. Quiere decirse que Junqueras, vicepresidente del Gobierno catal¨¢n, habr¨ªa rentabilizado a favor de su partido el desgaste de Puigdemont. Y habr¨ªa capitalizado la reputaci¨®n de ERC como marca genuina del soberanismo.
Puestos a elegir, los catalanes prefieren el original a la copia, aunque este planteamiento bizantino discrimina el ¨¦nfasis y la coherencia con que Puigdemont ha sostenido la bandera de la independencia. Mas se la apropi¨® por oportunismo e instinto de supervivencia, a semejanza de un advenedizo. Puigdemont, en cambio, crey¨® en ella desde sus tiempos de activista comprometido en Converg¨¨ncia.
?Defectos? El m¨¢s se?alado por sus allegados radica en sus dificultades para trabajar en equipo
Ya se le reconoc¨ªa entonces por su melena de beatle, aunque el president embrionario termin¨® haci¨¦ndose de los Rolling. En la teor¨ªa y en la pr¨¢ctica, pues lleg¨® a tocar el bajo en un grupo stoniano del que no constan testimonios ¡°incriminatorios¡±.
Lo que s¨ª consta es que Puigdemont renunci¨® a la tradici¨®n pastelera de la familia en beneficio del periodismo. Ech¨® una mano en el obrador del abuelo ¡ªsu padre y su hermano continuaron con la tradici¨®n¡ª, pero ech¨® las dos para consagrarse al oficio de plumilla. De hecho, fund¨® la Ag¨¨ncia Catalana de Not¨ªcies (ACN) e impuls¨® la publicaci¨®n de Catalonia Today. Nada que ver con las connotaciones de un medio sat¨ªrico, sino con las ambiciones de una plataforma en la ¨®rbita del diario El Punt Avui que investigaba y profundizaba sobre la percepci¨®n de Catalu?a en el extranjero.
Y la percepci¨®n de Puigdemont consiste en que el ¨²nico camino veros¨ªmil es la independencia. Un ardor soberanista que le sirvi¨® de salvoconducto para acceder al cargo de president in extremis hace un a?o. Mas lo entroniz¨® para evitar las elecciones anticipadas. Y la CUP lo bendijo porque el pedigr¨ª estelado de Puigdi proporcionaba suficiente vigor y credibilidad al ¨®rdago de la ruptura.
Otra cuesti¨®n es la incongruencia ideol¨®gica y pol¨ªtica de la coalici¨®n en los asuntos de gobierno. No es f¨¢cil maridar el liberalismo con la lucha de clases. Lo prueba el chantaje de los anticapitalistas en los presupuestos y la par¨¢lisis legislativa del ¨²ltimo ejercicio. ?nicamente se ha aprobado una ley en el Parlament. Y se ha demostrado que el objetivo de Puigdemont se circunscribe a la obsesi¨®n del refer¨¦ndum sobre la independencia. Que se har¨¢ de cualquier manera, y justificar¨¢ su renuncia al confortable cargo de alcalde de Girona.
Lo desempe?¨® con implicaci¨®n absoluta entre 2011 y 2015. Absoluta quiere decir que se trat¨® de una gesti¨®n personalista, especialmente en los asuntos culturales e identitarios. Le gustaba a Puigdemont pasearse en las bicicletas municipales y apreciaba su calidad de vida. Es padre de dos hijas y marido de una mujer rumana. Y es un hombre autodidacta entre cuyas inquietudes se amalgaman la filolog¨ªa catalana, la m¨²sica de Montsalvatge, la ¨¦pica literaria de Hemingway y la devoci¨®n al F¨²tbol Club Barcelona.
?Defectos? El m¨¢s se?alado por sus allegados radica en sus dificultades para trabajar en equipo. Paradoja premonitoria e involuntaria de su encastillamiento shakespeariano en el palacio de la Generalitat. Puigdemont tiene casi menos interlocuci¨®n con sus aliados que con la oposici¨®n. Y cada vez es m¨¢s consciente de que los intereses de Artur Mas en la operaci¨®n regreso se a?aden a la habilidad con que Oriol Junqueras est¨¢ manejando su papel de demiurgo en la sombra. El l¨ªder de ERC, en efecto, torea sin mancharse el vestido, se propone como el negociador afable de Madrid, mientras que el president encadena su destino pol¨ªtico al t¨²nel sin salida del refer¨¦ndum de independencia.
Es la v¨ªa muerta que le espera a Puigdemont y el ¨²nico motivo por el que la CUP, todav¨ªa, no se ha decidido a decapitarlo. Y no ser¨¢ por falta de cabellera. Una frivolidad que tiene sentido comentarse porque Google relaciona a Carles Puigdemont con dos algoritmos consecutivos: el pelo y la peluca. Se antoja un escarmiento a un periodista pionero en las herramientas de las redes sociales, cuya uso temerario de Twitter lo convierte en un pintoresco antecedente de Trump, ya que de melenas e iconoclasias hablamos.
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