¡°M¨ªrame a los ojos: ?crees que mat¨¦ a mi mujer, con lo que yo la quer¨ªa...?¡±
El funcionario de la Universidad de Ja¨¦n absuelto tras nueve meses preso acusado de asfixiar a su esposa, enfermera, reclama al Estado una indemnizaci¨®n de 500.000 euros
Uno de los momentos m¨¢s amargos que recuerda Jes¨²s Arteaga, de 55 a?os, sucedi¨® cuando su cu?ado, guardia civil, fue a visitarle a la c¨¢rcel. Hab¨ªan pasado unos d¨ªas desde que el juez de violencia de g¨¦nero de Ja¨¦n le hab¨ªa decretado prisi¨®n por el asesinato de su esposa, Antonia Gonz¨¢lez, de 46. Ambos eran muy conocidos en la ciudad: ¨¦l, un alto funcionario de la Universidad; y ella trabajaba como enfermera en los quir¨®fanos del principal hospital jiennense. Quienes levantaron el cad¨¢ver, colgando la cabeza hacia el suelo a un lado de la cama, boca abajo y con una jeringuilla pinchada en un brazo y otra sobre la mesita de noche cargada con una dosis de anestesia, creyeron estar ante un suicidio. Pero 24 d¨ªas despu¨¦s, Jes¨²s acab¨® en la c¨¢rcel. "Felipe, m¨ªrame a los ojos, ?t¨² crees que yo he podido matar a mi mujer, con lo que yo la quer¨ªa...", evoca Jes¨²s que coment¨® a su cu?ado desde el otro lado de las rejas.
Han pasado ya m¨¢s de cuatro a?os desde aquel 8 de octubre de 2012, fecha de la muerte de Antonia. Fue lo que entonces se llam¨® el crimen de la enfermera, por el que Jes¨²s permaneci¨® nueve meses en prisi¨®n bajo el cargo de asesinato de su esposa. Un jurado popular de la Audiencia de Ja¨¦n le absolvi¨® del crimen dos a?os despu¨¦s, en mayo de 2014, y ahora Jes¨²s reclama al Estado medio mill¨®n de los euros "por los da?os morales" que le supuso su cautiverio. El juez de violencia machista le liber¨® a los nueve meses al ver contradicciones y anomal¨ªas en los informes forenses oficiales.
Un jurado popular de Ja¨¦n le absolvi¨® del crimen y ahora Jes¨²s reclama al Estado "por da?os morales y el sufrimiento causado"
El juez instructor y el fiscal entendieron, bas¨¢ndose en los primeros informes oficiales forenses,? muy cuestionados en el juicio, que Jes¨²s la hab¨ªa golpeado y luego asfixiado posiblemente con la almohada. Aparentemente, ten¨ªa un m¨®vil, una infidelidad de ella y el hartazgo de Jes¨²s con la costumbre que hab¨ªa adquirido su esposa de inyectarse propofol, un anest¨¦sico leve que sacaba? del hospital y que algunas veces se inoculaba ¡°para evadirse".
La tarde o tarde/noche (la hora de la muerte fue crucial en el desarrollo de la investigaci¨®n) en que muri¨® Antonia, Jes¨²s se march¨® de casa enfadado tras notarle el habla "pastosa" (otra vez se hab¨ªa inyectado anest¨¦sico). Se fue a casa de un colega de la universidad que viv¨ªa solo y ten¨ªa camas de sobra. Al d¨ªa siguiente, entrada la tarde, se dio una vuelta por la zona y le extra?¨® no ver luz en la ventana de casa. ¡°Sub¨ª preocupado a ver qu¨¦ ocurr¨ªa. La primera vez que entr¨¦ en el dormitorio, no la vi, y es que el cuerpo estaba volcado hacia el suelo y no se ve¨ªa la cabeza¡ Intent¨¦ reanimarla y llam¨¦ al 112¡±, se?ala Jes¨²s a EL PA?S. Nunca quiso hablar con la prensa. Lo hace ahora por primera vez a requerimiento de este peri¨®dico ¡°y para aclarar cualquier duda".
El contenido de la grabaci¨®n de esa llamada impact¨® al jurado. Oy¨¦ndola, sentado en el banquillo de los acusados, Jes¨²s rompi¨® a llorar. Entre el p¨²blico, donde hab¨ªa numerosos amigos de ¨¦l y familiares de ella, tambi¨¦n hubo muchas l¨¢grimas. Se oye a Jes¨²s sollozando y rogando ¡°una ambulancia urgente¡± mientras una operadora trata de calmarlo y le da instrucciones de c¨®mo intentar reanimarla mientras llega la ambulancia. ¡°???Ayy mi Antonia!!!¡ por favor, mande una ambulancia... S¨ª, ya le hecho el boca a boca, pero no respira...¡±. ¡°D¨¦le un pellizco en el brazo a ver si se mueve¡±, se escucha decir a la operadora¡±. Jes¨²s, hombre de tono moderado, recuerda con dolor cuando la polic¨ªa de Ja¨¦n, tras ingresar en prisi¨®n, le defini¨® ante la prensa ¡°como una persona fr¨ªa y calculadora¡±.
El juez y el fiscal entendieron, bas¨¢ndose en los primeros informes forenses,? que Jes¨²s hab¨ªa golpeado y luego asfixiado a su esposa debido a una infidelidad
D¨ªas despu¨¦s del entierro, empez¨® su calvario. Su cu?ado guardia civil le acompa?¨® a la comisar¨ªa porque quer¨ªan preguntarle algunas cosas. ¡°No te preocupes, est¨¢n con papeleo y sus tr¨¢mites, pero no pasa nada¡±, le coment¨®. La segunda vez que le avisaron para que acudiese a la comisar¨ªa, a finales de mes, ya no sali¨® de all¨ª. El juez hab¨ªa recibido un informe forense de Sevilla que revelaba que la muerte era violenta, alevosa y por sofocaci¨®n.
La autopsia hecha en Ja¨¦n situ¨® la muerte 36 horas antes de ser encontrado el cuerpo. Y se daban dos versiones: una enclavaba el fallecimiento entre las 7.10 y las 15.10 del d¨ªa 8; y, en otra, entre las 15.00 y las 18.00 horas. Jes¨²s explic¨® que ¨¦l se hab¨ªa marchado hacia las 20.00 horas del d¨ªa 8, y los investigadores infirieron que estaba en casa cuando muri¨® Antonia. "Ella estaba bien cuando me fui, comimos juntos y luego se ech¨® en la cama y me desped¨ª de ella al irme". Su abogado, Diego Ortega, contrat¨® a expertos forenses en M¨¢laga y Galicia que dictaminaron que la hora de la muerte pudo producirse hasta las 21.30; es decir, cuando Jes¨²s ya se hab¨ªa ido.
Jes¨²s se march¨® de casa enfadado porque su esposa hab¨ªa vuelto a inyectarse anestesia para evadirse
El juez instructor decidi¨® dejarle en libertad cuando meses despu¨¦s los forenses oficiales le presentaron un nuevo informe de ampliaci¨®n de autopsia en el que, si bien manten¨ªan la virulencia de la muerte, extend¨ªan la hora del ¨®bito hasta las 21.00. Inicialmente rechaz¨® los informes de los forenses privados al considerarlos "no objetivos", pero modific¨® su postura al ver que los oficiales modificaban y ampliaban la data de la muerte.
Ortega, en el escrito que ha elevado al Ministerio de Justicia exigiendo una indemnizaci¨®n de medio mill¨®n de euros, al que ha tenido acceso este peri¨®dico, tacha de ¡°penosa¡± la investigaci¨®n forense. ¡°Los estudios que hicieron sobre los niveles de potasio en humor v¨ªtreo, de los fen¨®menos cadav¨¦ricos y de la mancha verde de la putrefacci¨®n cadav¨¦rica fueron absolutamente inaceptables (¡) para precisar la hora de la muerte es necesario tomar, en el levantamiento del cad¨¢ver, la temperatura rectal del cad¨¢ver y la ambiental, y no se hizo; ni tampoco se extrajo en ese momento el humor v¨ªtreo, y adem¨¢s pas¨® excesivo tiempo antes de que las muestras se remitiesen, sin refrigerar, a Sevilla para su an¨¢lisis¡±. El abogado se queja: ¡°La err¨®nea data de la hora determin¨® el ingreso en prisi¨®n y le condujo hasta el juicio. Nunca tuve la menor duda de su inocencia. En la vista qued¨® claro que no hab¨ªa nada de estrangulamiento y que los signos de asfixia pudieron deberse a que la cabeza qued¨® colgando hacia el suelo; unido a que el propofol puede provocar arritmias y apnea, y esa fue muy probablemente la causa de la muerte", expone Diego Ortega.
Cuando de la voz del portavoz del jurado sali¨® la frase ¡°no culpable¡±, el p¨²blico se desentendi¨® de la solemnidad del juicio e irrumpi¨® en aplausos y voces de j¨²bilo. Jes¨²s, entonces de 51 a?os, agach¨® la cabeza en su banquillo con las manos cruzadas, y tambi¨¦n llor¨®, mientras se le acercaban amigos d¨¢ndole abrazos, y tambi¨¦n familiares de ella¡±. No era para menos. El fiscal y la Junta de Andaluc¨ªa, personada en el caso, le ped¨ªan 18 a?os de c¨¢rcel por el asesinato de su mujer. El fiscal no recurri¨® el veredicto de inocencia y la sentencia es firme. Esta pasada Navidad, como las ¨²ltimas desde que muri¨® Antonia, Jes¨²s las ha pasado con su suegra y otros familiares en Cartagena (Murcia). Sigue muy unido a su familia pol¨ªtica. El matrimonio no tuvo hijos.
"Me sent¨ª muy impotente en la c¨¢rcel. Pas¨¦ del dolor por la muerte de mi mujer al sufrimiento", indica. "Se dijeron muchas mentiras; lo de la infidelidad lo hab¨ªamos superado [estuvieron en un psic¨®logo]. Nos llev¨¢bamos bien e incluso ten¨ªamos planeado un viaje. No me gustaba lo del propofol, pero nos quer¨ªamos¡¡±.
"Irregular investigaci¨®n forense"
El Ministerio de Justicia ha enviado la reclamaci¨®n del medio mill¨®n de euros por da?os morales que demanda Jes¨²s Arteaga al Consejo del Poder Judicial y al Consejo de Estado, para que informen. El ¨®rgano de gobierno de los jueces acaba de dictaminar que entre sus cometidos no est¨¢ el valorar los errores judiciales, lo que solo puede hacer un ¨®rgano judicial superior, el Tribunal Supremo en este caso. Y que lo denunciado por Jes¨²s entra en el terreno del error judicial y, por tanto, se sale de lo que se considera un funcionamiento anormal de la Administraci¨®n de Justicia, que s¨ª est¨¢ entre sus competencias.
Respecto a las ¡°irregularidades¡± que describe el letrado sobre la actuaci¨®n del Instituto de Medicina Legal (IML) de Ja¨¦n, el Consejo se?ala: ¡°Se trata de valoraciones t¨¦cnicas, de la adecuaci¨®n o no de la t¨¦cnica forense que este ¨®rgano constitucional de gobierno del Poder Judicial no puede valorar. El reclamante¡±, a?ade el Consejo, ¡°imputa a esta investigaci¨®n m¨¦dico legal su imputaci¨®n y prisi¨®n. Sin embargo, ha de decirse que dichas decisiones fueron adoptadas por un ¨®rgano judicial a la vista de los datos e informaci¨®n obrantes en la causa, y que este Consejo no puede valorar las decisiones judiciales, cuyo acierto, o no, solo es oponible mediante los recursos oportunos o, en su caso, mediante la articulaci¨®n del procedimiento del error judicial¡±.
En los nueves meses que estuvo Jes¨²s preso, su abogado aport¨® informes de expertos forenses que refutaban a los oficiales, pero el juez los rechaz¨® inicialmente alegando que eran de parte y ¡°no objetivos¡±.? Cambi¨® de opini¨®n cuando vio que los forenses oficiales ampliaban la hora de la muerte. Los forenses de Jes¨²s destaparon que no se pod¨ªa determinar con precisi¨®n la hora de la muerte porque no se hab¨ªa tomado ¡°la temperatura rectal y ambiental del cad¨¢ver¡±, entre otras anomal¨ªas. ¡°Hubo un excesivo tiempo de estancia de las muestras en las dependencias del IML de Ja¨¦n y remisi¨®n de ellas sin refrigerar al Instituto Nacional de Toxicolog¨ªa de Sevilla, seis d¨ªas despu¨¦s de recogidas".
El Consejo de Estado a¨²n no se ha pronunciado sobre si procede la indemnizaci¨®n. Ninguno de los informes es vinculante. La ¨²ltima palabra la tiene el Ministerio de Justicia.
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