La disoluci¨®n de Izquierda Unida
Garz¨®n ha puesto a su partido en un callej¨®n sin salida, superable solo mediante una marcha atr¨¢s que no se dispone a dar
En una reciente intervenci¨®n, el periodista cubano Antonio Jos¨¦ Ponte explic¨® que la bienintencionada pol¨ªtica internacional de Obama respecto de Raul Castro, hab¨ªa pecado de un defecto esencial : la ingenuidad, no saber con quien se jugaba los cuartos, igual que antes con Putin. Obama sigui¨® los pasos de Jimmy Carter en Ir¨¢n. Pero no es esta una desviaci¨®n pol¨ªtica propia solo de presidentes norteamericanos. En Espa?a tenemos un ejemplo bien reciente en el camino de sumisi¨®n emprendido por el l¨ªder de IU respecto de Podemos. Fascinado ante el ¨¦xito de Pablo Iglesias ya en las europeas, fiel seguidor de Anguita en la doctrina del "clase contra clase" y confiado en los llamamientos fraternales del primero, ha aceptado la alianza m¨¢s asim¨¦trica que se recuerda en tiempos recientes. En la lista de colaboradores al Plan 2020 de Iglesias, Garz¨®n figura en el puesto 37, despu¨¦s de que las listas unidas en el 26-J no aportaran ventajas ni para uno ni para otro. En los actos conjuntos, Garz¨®n desempe?a en papel de telonero radical y para rematar la faena, sus intervenciones cr¨ªticas frente a Errej¨®n le han valido lo que en el proyecto de este no es sino un casi-veto a una eventual fusi¨®n de IU y Podemos. Puestos a captar los aires que corren en sus bases, Iglesias ha acentuado elevado aun m¨¢s la altura de ese muro.
Garz¨®n ha puesto as¨ª a IU en un callej¨®n sin salida, superable solo mediante una marcha atr¨¢s que no se dispone a dar. De hecho, en la coyuntura actual se trata ya de una disoluci¨®n de IU, pero no en el sentido habitual de que una organizaci¨®n decide disolverse, sino de que se ha disuelto ya, estrat¨¦gica y t¨¢cticamente, en el seno de Podemos. Solo puede aportar palabras m¨¢s rotundas, pero eso en este momento nadie lo necesita, ni Pablo Iglesias.
Nada tiene de extra?a esta agon¨ªa de IU si tenemos en cuenta que ya desde su maestro Julio Anguita, la coalici¨®n reneg¨® de la senda del comunismo democr¨¢tico y reformador que la hizo nacer tras el desplome del PCE, intentando redefinir y tambi¨¦n reemprender la senda interrumpida del eurocomunismo. Aquello dej¨® de funcionar pronto, ante la inhibici¨®n que quienes hab¨ªan dise?ado el proyecto, para dirigirlo. Si a su juicio y al de Antonio Guti¨¦rrez, el nuevo l¨ªder del 88 era "un desastre", solo pod¨ªa esperarse eso : "un desastre". A?adamos a esto que en el juicio sobre la transici¨®n, expresado por Garz¨®n, seg¨²n recuerdo en televisi¨®n tras el 14-M en un debate con la presencia pasiva de Cristina Almeida, nuestro hombre hac¨ªa suyas las tesis condenatorias de Monedero sobre "la ruptura pactada", lo que ha seguido es del todo explicable.
Se lo ha recordado puntualmente Gaspar Llamazares, al tirar por tierra la comparaci¨®n planteada por Garz¨®n entre "populismo" y "eurocomunismo", p¨¦sima jugada de billar contra Errej¨®n a costa de Carrillo, cuya ¨²nica baza es decir que ambos son "moderados". Le vendr¨ªa muy bien la lectura de la magn¨ªfica historia del PCE entre 1856 y 1882 que acaban de publicar Carme Molinero y Pere Ys¨¤s, bajo el t¨ªtulo de De la hegemon¨ªa a la autodestrucci¨®n, donde apoyados en una impresionante base documental, prueban que en los momentos ¨¢lgidos del cambio, en torno a la muerte de Franco y a?os sucesivos, la lucha por la democracia nada tuvo de moderada. S¨ª supo canalizar las permanentes movilizaciones de masas, bien dosificadas por Carrillo, hasta lograr el cambio de r¨¦gimen. Vistas las cosas as¨ª, incluso el viejo objetivo de la "huelga nacional pac¨ªfica" se volvi¨® real y efectivo a lo largo del proceso, en el cual destacaron hombres y mujeres comunistas, h¨¦roes de la democracia, a quienes yo mismo olvid¨¦ en un reciente art¨ªculo: Marcelino Camacho, Nicol¨¢s Sartorius, los abogados de Atocha. A ellos y no al "piloto del cambio" hay que agradecer lo conseguido. Otra cosa es que el voto popular dejase en junio del 77 al PCE en una posici¨®n secundaria.
La "moderaci¨®n" no surgi¨® de renuncia alguna, sino de una nueva realidad donde la hegemon¨ªa del PCE en la oposici¨®n hab¨ªa desaparecido. Alberto Garz¨®n debiera tenerlo en cuenta y rectificar su juicio; as¨ª podr¨ªa recuperar la existencia aut¨®noma de su formaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.