Un embarazo equivocado
Una sentencia condena a un instituto de fertilidad por dejar embarazada a una mujer con el semen diferente al de su pareja. El laboratorio insiste en que el error es "imposible"
En 2007 una pareja de Las Palmas decidi¨® tener un hijo. El hombre se hab¨ªa hecho una vasectom¨ªa a?os antes, despu¨¦s de haber sido padre en una relaci¨®n anterior. La pareja, por tanto, se inform¨® sobre el proceso de fecundaci¨®n in vitro en el Instituto Canario de Infertilidad (ICI). Un ur¨®logo le realiz¨® dos biopsias testiculares al hombre para extraerle el semen. En su siguiente ciclo de ovulaci¨®n, a Ruth, nombre supuesto, se le extrajeron cinco ¨®vulos. Los dos con m¨¢s posibilidades fueron transferidos a la mujer, y la pareja aguard¨® hasta confirmar que Ruth estaba embarazada. La feliz noticia empez¨® a romper la relaci¨®n.
Lo que ocurri¨® fue que al hacerle la biopsia, la cl¨ªnica hab¨ªa informado al hombre de que era improbable que sus espermatozoides consiguiesen fecundar alg¨²n ¨®vulo: estaban inm¨®viles o ten¨ªan una movilidad muy reducida. Pero ese esperma de calidad ¡°p¨¦sima¡±, como lo defini¨® un perito, consigui¨® fecundar cuatro de los cinco ¨®vulos de la mujer, dando lugar a cuatro embriones (un 80% de ¨¦xito). Ya en el hospital, la pareja de Ruth tambi¨¦n supo que el RH de los reci¨¦n nacidos -se qued¨® embarazada de mellizos- era negativo y tanto el de Ruth como el de ¨¦l, positivo. Ella nunca tuvo esa informaci¨®n ("no sab¨ªa ni el RH de ¨¦l", dice a este peri¨®dico). Lo que sigui¨® al nacimiento de los beb¨¦s fueron dos a?os de sospechas y acusaciones por parte del hombre; Ruth llega a contar que su pareja sufr¨ªa alucinaciones y la acusaba de estar ¡°liada con fantasmas y esp¨ªritus¡±.
Cuando la relaci¨®n lleg¨® a su fin, en enero de 2009, la mujer interpuso una demanda porque el padre de sus hijos se desentend¨ªa de ellos. En la vista judicial el hombre present¨® el resultado de las pruebas de paternidad que hab¨ªa hecho por su cuenta: no era el padre. A la mujer, que se enter¨® en ese momento, se le deneg¨® ayuda mientras su expareja y su entorno romp¨ªan relaciones con ella y la calificaban de ad¨²ltera.
Ruth denunci¨® al Instituto Canario de Infertilidad. La hab¨ªan fecundado con el semen de un donante an¨®mimo, no con el de su pareja. Eso es lo que acaba de confirmar el Tribunal Supremo al rechazar el recurso del ICI a dos sentencias favorables, en primera y segunda instancia, a la mujer; al Instituto se la ha impuesto una indemnizaci¨®n de 315.000 euros. Ali Mashlab del Rosario, director m¨¦dico del ICI, dice a EL PA?S que acata la sentencia pero no reconoce el error ni pedir¨¢ perd¨®n: alega que es ¡°imposible¡± un fallo de la cadena de custodia. ¡°Tenemos controles estrictos que no los inventamos nosotros: nos hemos gastado un past¨®n en ellos¡±. La Sociedad Espa?ola de Fertilidad tambi¨¦n se ha pronunciado: ¡°Si ya es poco probable que se confundan dos muestras de semen, quien tiene experiencia en embriolog¨ªa cl¨ªnica sabe perfectamente que es imposible confundir una muestra de espermatozoides congelados obtenidos de test¨ªculo, como lo era la muestra en este caso por una vasectom¨ªa previa, con otra muestra de semen eyaculado. No existe posibilidad alguna de error".
¡°?Es improbable que una mujer se quede embarazada de forma natural en un ciclo de reproducci¨®n asistida? Vale. Pero la sentencia no recoge ni una prueba. Los jueces han optado por los ni?os: hay menores y esto pesa¡±, se defiende el doctor Del Rosario. En el fallo s¨ª se relata, por ejemplo, que la cl¨ªnica present¨® como testigo no al ur¨®logo que hizo la biopsia testicular, que no se identifica, y s¨ª a una bi¨®loga empleada del ICI que dijo que la biopsia se produjo en un quir¨®fano ajeno al Instituto y que no conoce al ur¨®logo, por lo que podr¨ªa existir una descoordinaci¨®n. Y se alerta sobre el riesgo de que la historia cl¨ªnica est¨¦ manuscrita por diversas personas, por lo que ¡°es posible que un guarismo pueda llevar a error de lectura (un 2 por un 7, un 3 por un 8¡)¡±.
En relaci¨®n al nombre del paciente, el Tribunal se?ala que no sabe si es completo -nombre y dos apellidos- o ¨²nicamente el primer apellido, ¡°en cuyo caso tambi¨¦n puede darse el supuesto de dos pacientes con apellidos coincidentes, o similares, en un territorio como el insular en el que es frecuente la repetici¨®n de los apellidos¡±. Finalmente se recuerda la mala calidad del semen y que pese a esto se consiguieron fecundar cuatro de cinco ¨®vulos. Y que los dos transferidos a la mujer eran de calidad 1 y calidad 1-2, por lo que no hubo ni siquiera que descongelar las dos pajuelas restantes. ¡°Esto hace nuevamente surgir la duda de que la microinyecci¨®n se hubiera realizado con el material¡± de la pareja de Ruth.
Una de las alegaciones del laboratorio fue que la pareja no comunic¨® el embarazo a la cl¨ªnica y, aunque ten¨ªa pagadas las pruebas posteriores, prefiri¨® pagar a una ginec¨®loga particular para que los doctores del ICI no detectaran, seg¨²n ellos, que el embarazo era por el coito con otro hombre. Ruth declar¨® haber llamado por tel¨¦fono y su pareja dijo que no siguieron yendo a la cl¨ªnica porque un doctor del ICI le comunic¨® que ya pod¨ªan ir al seguro.
?Qu¨¦ lleva a una mujer que ya ha sido madre, que no tiene problemas de fertilidad, a pagar y someterse a un tratamiento para tener un hijo con su pareja -sufriendo las molestias de las operaciones y la medicaci¨®n- para mantener una relaci¨®n sexual fuera de la relaci¨®n horas antes o despu¨¦s de ser fecundada y sin protecci¨®n, exponi¨¦ndose a un embarazo y a una enfermedad de transmisi¨®n sexual? Eso se preguntan en la sentencia los magistrados de la Audiencia Provincial de Las Palmas, que se responden a s¨ª mismos: ¡°No tiene ning¨²n sentido¡±. Seg¨²n el ICI lo pudo hacer para garantizar, si el tratamiento fallaba, ¡°que un var¨®n acomodado la mantenga a ella y a su prole durante bastantes a?os¡±. Para los magistrados, esto ¡°evidencia una enorme carga de estereotipos de siglos pret¨¦ritos sobre el rol y la capacidad de la mujer muy alejados del principio de igualdad y de la dignidad de la persona¡±.
Para esquivar el pago por da?os morales, la defensa del Instituto lleg¨® a advertir que ¡°el hecho de tener o no tener un padre deba necesariamente causar un da?o¡± porque hay gente ¡°plenamente feliz¡± sin haber conocido a su padre biol¨®gico y otra a la que su padre s¨®lo le genera ¡°inseguridades y problemas¡±.
¡°Mis hijos ya saben que no tienen padre¡±
En el juicio se recordaron casos anteriores de un fen¨®meno conocido como la ¡®superfecundaci¨®n¡¯, que ocurre cuando una mujer mantiene relaciones con dos hombres a la vez y se queda embarazada de ambos al mismo tiempo. Esos dict¨¢menes, sin embargo, no fueron admitados por el juez. Los mellizos, por su parte, no permanecen ajenos a la situaci¨®n. ¡°Ya saben que no tienen padre¡±, dice Ruth, ¡°y que me qued¨¦ embarazada de ellos tras ir a una cl¨ªnica a inseminarme. Tienen nueve a?os, no tienen edad para entender lo que est¨¢ ocurriendo. No echan de menos a su padre porque nunca han tenido una figura paterna. El da?o moral no es que los ni?os hayan perdido a su padre, sino el derecho que la cl¨ªnica ha arrebatado a mis hijos y a m¨ª de saber qui¨¦n es su padre biol¨®gico. Mis hijos nunca conocer¨¢n una parte de su identidad¡±. Precisamente hace dos meses, Holanda anunci¨® una investigaci¨®n para conocer al detalle la posible fecundaci¨®n de 26 mujeres con el semen equivocado. Seg¨²n inform¨® Isabel Ferrer desde La Haya, esto se debi¨® a un error humano descubierto en un laboratorio de fecundaci¨®n artificial que pudo derivar en que m¨¢s de una veintena de mujeres o parejas tengan hijos engendrados con el esperma del hombre que no era el indicado.
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