Techos de hormig¨®n, techos de cristal
La lectura de Carmen Mart¨ªn Gaite ayuda a ver cu¨¢ntas cosas han cambiado y cu¨¢ntas quedan por cambiar
Figuras ocultas, la pel¨ªcula que narra el trabajo de tres mujeres negras en la NASA de los a?os sesenta, nos sit¨²a ante un espejo muy inc¨®modo, una ¨¦poca en la que todo el mundo consideraba normal y tolerable que las personas fuesen discriminadas por su raza y por su g¨¦nero. El filme, de Theodore Melfi, cuenta la historia de las matem¨¢ticas Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson, tres mujeres negras con un talento extraordinario ¡ªen el que caso de Johnson se puede hablar directamente de genio¡ª, que ten¨ªan sobre ellas un techo no de cristal, sino directamente de hormig¨®n.
El filme, convencional pero realizado con solidez, transcurre cuando en los Estados sure?os de EE UU exist¨ªa la segregaci¨®n ¡ªcuartos de ba?o para negros o para blancos por ejemplo¡ª, pero tambi¨¦n estaba muy claro que hab¨ªa una serie de trabajos que las mujeres no estaban capacitadas?para realizar (independientemente de la raza). A diferencia de Mad Men, que a veces juega con la nostalgia de aquellos tiempos, Figuras ocultas es un relato de la injusticia y de la voluntad de un grupo de mujeres de negarse a aceptarla.
Cobertura especial
Noticias, reportajes, tribunas, fotogaler¨ªas... Toda la informaci¨®n relacionada con el D¨ªa de la Mujer
Existe un momento, en toda sociedad, en que lo tolerable se convierte en intolerable, en que lo que hasta ese momento se admit¨ªa con descontento pero con resignaci¨®n, se transforma en algo imposible de aguantar, incompatible con la idea que los ciudadanos se hacen del lugar en el que quieren vivir. Sin embargo, casi siempre esos cambios se producen impulsados por alguien que se atreve a romper con el orden establecido, que se niega a levantarse cuando se ha sentado en la parte equivocada del autob¨²s.
La relectura de una de las obras m¨¢s conocidas de una mujer valiente, una escritora espa?ola nacida en Salamanca en 1925 y fallecida en Madrid en 2000, produce una impresi¨®n similar. Carmen Mart¨ªn Gaite, Carmi?a para sus amigos, se neg¨® a aceptar el papel que el franquismo reservaba a las mujeres y luch¨® para convertirse en una mujer libre e independiente con una obra cuya influencia va mucho m¨¢s all¨¢ de las circunstancias hist¨®ricas en la que fue escrita, pero que tampoco puede desligarse de estas. Una tragedia personal (la muerte de su hija Marta) la mantuvo alejada de la ficci¨®n durante casi una d¨¦cada y en ese periodo escribi¨® un ensayo, Usos amorosos de la posguerra espa?ola, que gan¨® el premio Anagrama de Ensayo y que, sobre todo, se convirti¨® en un best-seller.
Escrito en un castellano claro, directo y bell¨ªsimo, con un humor implacable, pero nunca c¨ªnico, Mart¨ªn Gaite consult¨® miles de documentos ¡ªdiarios personales, cartas, revistas, peri¨®dicos, libros, adem¨¢s de su propia experiencia¡ª para retratar una parte de las costumbres sociales en los peores a?os del franquismo, un momento en el que la condici¨®n de las mujeres hab¨ªa sufrido un tremendo retroceso despu¨¦s de la libertad que conquistaron durante la Segunda Rep¨²blica.
"Los chicos y chicas de posguerra, fuera cual fuera la ideolog¨ªa de sus padres, hab¨ªan vivido una infancia de im¨¢genes m¨¢s movidas y heterog¨¦neas, donde junto a la abuela con devocionario y mantilla de toda la vida, aparec¨ªan otra clase de mujeres, desde la miliciana hasta la vamp, pasando por la investigadora que sale con una beca al extranjero y la que da m¨ªtines", relata la escritora. "Las hab¨ªan visto retratadas en revistas, fumando con las piernas cruzadas, conduciendo un coche o mirando bacterias por un microscopio. Hab¨ªan o¨ªdo hablar de huelgas, de disputas en el Parlamento, de emancipaci¨®n, de ense?anza laica, de divorcio; sab¨ªan que no todos los peri¨®dicos dec¨ªan lo mismo, que no todas las personas pensaban lo mismo y tambi¨¦n, claro est¨¢, que a uno cuando fuera mayor le ser¨ªa posible elegir entre aquellas teor¨ªas distintas que hac¨ªan discutir tanto a la gente, y entre aquellos tipos de mujer, para imitarlo, si se era una ni?a, o, para casarse con ella, si se era un ni?o. Ahora esos estilos viejos se hab¨ªan quedado para los pa¨ªses sin fe, donde soplaba, seg¨²n expresi¨®n del Papa un aire malsano de paganismo renacido, que tend¨ªa a engendrar e introducir una amplia paridad de las actividades de la mujer con las del hombre".
El retroceso que describe Mart¨ªn Gaite nos parece ahora imposible, como nos resulta intolerable la idea de que nuestras madres o abuelas, hasta la llegada de la democracia, necesitasen permiso de sus maridos o tutores (porque estaban tuteladas) para sacar el pasaporte, trabajar o abrir una cuenta bancaria. Aparte de un placer, la lectura de esta obra maestra de Carmen Mart¨ªn Gaite nos sit¨²a ante los enormes cambios que ha vivido este pa¨ªs que, como tantas otras veces, comenzaron antes en la sociedad que en la ley.
As¨ª describe, por ejemplo, la transformaci¨®n en las mentalidades que se produjo a principios de los a?os setenta, cuando un r¨¦gimen agonizante todav¨ªa dictaba sentencias de muerte, repart¨ªa palizas en las comisar¨ªas, pero era incapaz ya de frenar un creciente cambio de costumbres: "Toda jovencita que se tildara de moderna devoraba la traducci¨®n espa?ola de un libro publicado en Francia en abril de 1949 por Simone de Beauvoir, la compa?era de Jean-Paul Sartre. Se titulaba El segundo sexo, y la cosecha de su lectura coincid¨ªa con el auge de la m¨²sica de los Beatles. Empezaba a proliferar el esp¨¦cimen de la muchacha que iba a bailar a las boites, llegaba tarde a cenar, fumaba, hac¨ªa gala de un lenguaje crudo y desdolido, hab¨ªa dejado de usar faja, no estaba dispuesta a tener m¨¢s de dos hijos y consideraba no s¨®lo una antigualla, sino una falta de cordura llegar virgen al matrimonio".
Especial | Feminicidios en M¨¦xico, una lacra que sigue viva
Me pregunto si, un 8 de marzo del futuro, miraremos hacia nuestra ¨¦poca y sentiremos la misma incomodidad que nos produce la lectura de Usos amorosos de la posguerra espa?ola o la visi¨®n de Figuras ocultas ante injusticias indiscutibles como la diferencia en los salarios, la presencia en los consejos de administraci¨®n o en la c¨²pula de tantas organizaciones, por no hablar del horror de la violencia de g¨¦nero; y todo eso en los pa¨ªses llamados desarrollados, porque en demasiados lugares de la tierra las mujeres carecen de cualquier derecho. Estas dos obras nos muestran los inmensos avances que se han logrado en las ¨²ltimas d¨¦cadas, pero tambi¨¦n que no pueden ser suficientes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.