Una palabra para Tita
Ant¨ªa Cal, de 93 a?os, siempre quiso ser maestra. En los a?os 60 abri¨® una escuela de renovaci¨®n pedag¨®gica
Todo empez¨® en Cuba. Ant¨ªa Cal parti¨® de Galicia rumbo a La Habana antes de ser, todav¨ªa en el vientre de su madre. Naci¨® en la capital de la isla del Caribe en abril de 1923. ¡°Yo soy los nueve a?os que viv¨ª en La Habana, parece mentira que me marcaran tanto¡±. Vivi¨® rodeada de grandes mujeres. Las primas, las seis primas de su madre, marcaron su destino. Una era decana en la Universidad de La Habana, otra cristal¨®grafa, una ge¨®loga especializada en la cristalizaci¨®n de los minerales. ¡°Volv¨ª con la idea fija de ser maestra y de estudiar. Sobre todo de estudiar y de gobernarme, de no pedir dinero, que no me lo diera mi padre ni nadie¡±.
Ant¨ªa Cal, a la que todos llaman Tita, navega por los meandros de su memoria con deslumbrante lucidez a sus 93 a?os, casi 94. Ella fue una pionera: abri¨® en Vigo una escuela referente de renovaci¨®n pedag¨®gica que inclu¨ªa etapa infantil cuando nadie en Espa?a pens¨® que fuera importante ir a clase antes de los siete a?os. "Los ni?os se educaban con las criadas o con las madres", recuerda ella. Ense?aba en castellano e ingl¨¦s (adem¨¢s del gallego que hablaban todos) en un momento en el que tampoco nadie planteaba a¨²n que los hijos de aldeanos de Galicia tuvieran que aprender idiomas.
Entre 1940 y 1945 estudi¨® Comercio por empe?o paterno, Magisterio y Filosof¨ªa y Letras por cabezoner¨ªa propia. Aquella fue quiz¨¢ una de sus primeras guerras. Parte de la familia volvi¨® de La Habana. El padre permaneci¨® all¨ª para seguir manteni¨¦ndoles. Tita, que disfrutaba contando en la aldea de Muras (Lugo) c¨®mo era el cine que ella descubri¨® en Cuba, se dio cuenta de que le encantaban la clase de Geograf¨ªa. Y quiso estudiar m¨¢s.
"Empec¨¦ a decir que iba a estudiar Filosof¨ªa y Letras. Me dice mam¨¢: 'Tita, andas diciendo unas cosas que tiene que escuchar pap¨¢". Ella frunce el ce?o al recordarlo casi ochenta a?os despu¨¦s. "Cuando mi hermano dijo que iba a ser m¨¦dico, nadie puso ni el m¨¢s m¨ªnimo problema. A m¨ª me pareci¨® injusto".
Su primera gran c¨®mplice fue su madre, Vicenta. "A m¨ª me mandaban a lavar los platos y a arreglar la casa", recuerda. Pero su madre le pidi¨® que incluyera un mensaje claro en la siguiente carta a La Habana. "Dile a tu padre que yo no necesito que me ayude nadie, que yo lo puedo hacer".
El segundo gran apoyo de su vida fue su marido, el oftalm¨®logo Ant¨®n Beiras, un hombre de ciencia y rodeado de libros con el que se cas¨® en 1947 y que siempre la trat¨® como una igual. "?l supo ver que yo no era invisible". Juntos recorrieron Europa y conocieron las tendencias educativas m¨¢s revolucionarias de la ¨¦poca. Entr¨® en contacto con los pensamientos del educador suizo Enrique Pestalozzi, que cre¨ªa que los ni?os deben aprender sobre s¨ª mismos a trav¨¦s de su actividad personal.
Beiras muri¨® en 1968. Ant¨ªa se qued¨® con cuatro hijos (Hixinio, Ant¨ªa, Ant¨®n y Beatriz) y se volc¨® en la escuela que cambi¨® los esquemas de la ense?anza en Galicia y por cuyo legado ha recibido una decena de homenajes y premios.
En el colegio Rosal¨ªa de Castro -que a¨²n existe pero ya no le pertenece- impuls¨® un modelo en el que primaba los conocimientos de los alumnos sobre las notas. Siempre defendi¨® que el ni?o aprende desde que nace. "Una casa se inicia con unos cimientos y el principio de la educaci¨®n de una persona empieza a la edad de cero", repite.
Su padre le prest¨® parte de los ahorros de Cuba, un mill¨®n de pesetas de la ¨¦poca, para comprar el primer terreno de la escuela tras pasar un a?o en un bajo que les obligaba a cruzar al otro lado de la carretera para disponer de patio. Y all¨ª invent¨® un juego: la palabra justa. Al terminar la clase cada alumno deb¨ªa escribir en un papel de manera sint¨¦tica lo que hab¨ªa aprendido. Si fuera posible, en una sola palabra. Entre todos eleg¨ªan la mejor respuesta.
'La palabra justa' es tambi¨¦n el nombre del documental que recoge la vida de Ant¨ªa Cal, un trabajo delicado y preciosista, que recoge tambi¨¦n extractos de las cartas que se enviaron Tita y Ant¨®n cuando a¨²n eran novios. Est¨¢ rodado en la casa de origen de la familia de Muras y dirigido por Miguel Pi?eiro, realizador y yerno de la maestra. ?l ha sido su tercer gran c¨®mplice para que se reconozca el recorrido pionero de aquella maestra gallega empecinada en cambiar el mundo. "Hab¨ªa que dejar este legado como un documento a viva voz y sobre todo para jugar con ella a la palabra justa para que contara de d¨®nde viene y c¨®mo has caminado por el mundo".
La maestra, que vive en Moa?a (Pontevedra), viaj¨® este martes hasta Madrid para visitar EL PA?S con su yerno, una de sus hijas y una de sus tres nietas. ?Cu¨¢l es la palabra justa para definirla a ella? Si tuviera que quedarse solo con una, su hija Ant¨ªa elegir¨ªa ¡®car¨¢cter¡¯: "Mi madre siempre tuvo mucha personalidad". La nieta Ana Beiras, que tiene 22 a?os y estudia Derecho, elige otra: "Sabidur¨ªa, mi abuela es una sabia".
La web de EL PA?S emitir¨¢ el documental La palabra justa este mi¨¦rcoles 8 de marzo por la noche (22.00).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.