Yihadismo: una ceguera voluntaria
Vale la pena recordar que no es verdad que los errores en las pol¨ªticas occidentales sean la causa de esta oleada yihadista
Ante los comentarios que se suceden entre nosotros cada vez que tiene lugar un atentado yihadista, y dada la imposibilidad de proporcionar soluciones m¨¢gicas, conviene por lo menos destacar la falacia de aquellos argumentos que aconsejan una u otra forma de masoquismo. Su objeto es siempre desviar la responsabilidad de los cr¨ªmenes hacia el mundo occidental, por activa o por pasiva. Subrayo ?el mundo occidental?, porque el hecho de que se acumulen las v¨ªctimas musulmanas, bien porque viven en Europa y contravienen las reglas del terror, bien por tratarse de ? da?os colaterales ?, no impide que los blancos del yihadismo sean siempre kufr, la infidelidad, y yahiliyya la ignorancia dolosa, personificadas por Occidente.
A la vista de esta situaci¨®n, vale la pena recordar que no es verdad que los errores en las pol¨ªticas occidentales sean la causa de esta oleada yihadista, porque la misma tendr¨ªa lugar igual, como se ha visto en fecha reciente, tanto de ser aplicada una pol¨ªtica de plena acogida hacia los refugiados como en el caso de haberse puesto de acuerdo todas las potencias-algo imposible estando ah¨ª Rusia, Ir¨¢n e Israel- para resolver los conflictos sangrientos de la ¨²ltima d¨¦cada en Siria, Libia, etc¨¦tera.
Tampoco es verdad que la yihad sea cosa de pobres contra ricos, una expresi¨®n desviada de la protesta de un mundo isl¨¢mico neocolonial explotado por las grandes potencias capitalistas : entre los explotadores figuran pa¨ªses y oligarcas musulmanes y la vanguardia de quienes practican el terror no consiste precisamente en miserables, partiendo de Bin Laden hasta los ¨²ltimos ?lobos solitarios?.
Tampoco es verdad que la soluci¨®n consista en recetar el tranquilizante de que ?la vida sigue igual? o, de forma complementaria, condenar la sensibilizaci¨®n en curso dentro de nuestros pa¨ªses, supuesto que al parecer ISIS est¨¢ en declive (ya se ve, cinco meses para arrebatarle medio Mosul) y no hay muchos atentados. Algo parecido a lo que se dec¨ªa anta?o de que la carretera mataba m¨¢s que ETA. La forma de los ¨²ltimos atentados selectivos se orienta eficazmente a que todos nos sintamos amenazados, como suced¨ªa tambi¨¦n con ETA, a pesar de la escasa posibilidad matem¨¢tica de convertirse en v¨ªctima, y ello ha de tenerse en cuenta para una ¨²ltima advertencia,
No es verdad que el Islam sea el responsable del terrorismo isl¨¢mico, del mismo modo que el patriotismo vasco o el irland¨¦s no lo eran de ETA y del IRA, pero tampoco cabe eludir el reconocimiento de que el yihadismo est¨¢ s¨®lidamente anclado en una lectura ortodoxa del los libros sagrados. Cerrar los ojos ante este aspecto, seg¨²n nos proponen tantos creyentes, equivale a no entender nada y a confundirlo todo, como hacen expertos que llegan a escribir libros sobre la yihad o las organizaciones que la practican sin referirse al Profeta.
La exigencia de abordar ese an¨¢lisis resulta capital, porque ah¨ª reside el n¨²cleo en torno al cual se gesta y se reproduce la ideolog¨ªa de exterminio del no-creyente, en su fundamento y en sus formas. Esto no es islamofobia, sino todo lo contrario, al aislar la causa de la enfermedad. En fin, no es el populismo lo que genera la islamofobia, sino ¨¦sta, m¨¢s la sensaci¨®n de inseguridad de quienes no reciben una explicaci¨®n racional de cuanto sucede, lo que alimenta los populismos xen¨®fobos. De un modo u otro, la expresi¨®n p¨²blica de un injustificado sentimiento de culpa no constituye sino un aliciente para que el terrorismo prosiga su actuaci¨®n.
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