15 a?os de la peor tormenta de la historia reciente de Tenerife
Las riadas de 2002 en la isla dejaron ocho muertos y la imagen de una ciudad desolada
Descarg¨® en un d¨ªa toda la lluvia que ten¨ªa que caer en un a?o: 232 litros por metro cuadrado. Y su efecto fue como un gigantesco tsunami cuyo origen no estuvo en el mar sino en el cielo. Coches retorcidos, amontonados unos encima de otros en hasta cuatro alturas; calles cubiertas por varios metros de lodo y piedras. Ocho muertos. El pasado 31 de marzo se cumplieron 15 a?os de la peor tormenta ca¨ªda en la historia reciente de Tenerife. Unas lluvias torrenciales que afectaron a Santa Cruz y La Laguna (las dos ciudades que conforman el ¨¢rea metropolitana de la isla), y en especial a la primera.
Era domingo de Semana Santa, un domingo de Pascua como cualquier otro¡ pero solo hasta las dos de la tarde. A partir de esa hora comenz¨® a llover, primero ligeramente, y despu¨¦s de manera torrencial. Entre las cuatro y las seis y media se recogieron 204 litros por metro cuadrado: una tromba de agua descomunal inasumible para una ciudad como Santa Cruz. Construida en pendiente, constituye un terreno abonado para una riada de efectos catastr¨®ficos si se dan las circunstancias exactas para ello, tal y como sucedi¨®.
"Sobre el ¨¢rea metropolitana se juntaron una masa de aire fr¨ªo sobre otra de aire caliente, por lo que sab¨ªamos que se pod¨ªan producir lluvias intensas. Pero a ello se a?adi¨®, de manera imprevista, una situaci¨®n de viento cero, lo que hizo que la lluvia cayera solo sobre esa zona concreta de la isla", explica Mois¨¦s S¨¢nchez, jefe de Sala del Servicio de Urgencias Canario 112. "Fue un escenario de caos al que se uni¨® un apag¨®n el¨¦ctrico y la ca¨ªda de la red de telefon¨ªa de unas 130.000 personas", a?ade.
A la p¨¦rdida de las ocho vidas humanas y de unas 200 casas se sumaron medio millar de personas desalojadas de sus viviendas, m¨¢s de mil coches afectados y varias decenas de millones de euros en p¨¦rdidas econ¨®micas. Son algunas de las cifras de un suceso que supuso un antes y despu¨¦s en la vida de los 200.000 habitantes de Santa Cruz. La estampa de la ciudad al d¨ªa siguiente era la de la resaca de una noche de guerra: aparte de los servicios de emergencia, casi nadie por las calles (se suspendi¨® la actividad escolar y tambi¨¦n las de muchas empresas), mientras las palas del Ej¨¦rcito retiraban las piedras, el barro y las piedras acumuladas en las calles.
Entre los ocho fallecidos por la riada se encontraba un joven de 33 a?os, Jos¨¦ Domingo, al que la corriente arrastr¨® dentro de su coche barranco abajo hasta el mismo oc¨¦ano. M¨¢s de una semana mes despu¨¦s, su cuerpo lo hall¨® un pescador en aguas del sur de la Isla, a unos 50 kil¨®metros de distancia del punto en el que hab¨ªa desaparecido, en el barrio de San Andr¨¦s. En la Asociaci¨®n de Mayores de este enclave pesquero de Santa Cruz, uno de los m¨¢s afectados por la tormenta, varias vecinas hablan de sus recuerdos de aquel d¨ªa de 2002 como si hubiese sucedido ayer.
A Francisca Meli¨¢n, de 84 a?os, las lluvias la pillaron en la segunda planta de su casa. "Cuando quise bajar, el agua ya pasaba del metro y medio de altura, y segu¨ªa subiendo por la escalera. Regres¨¦ arriba asustada cuanto vi que alcanzaba ya a los contadores de la luz". Desde la terraza recuerda c¨®mo en la calle, a oscuras, se o¨ªan gritos de socorro, y que quienes los escuchaban respond¨ªan: "?Vayan al cine!", que fue el lugar que improvisaron para reunirse y pasar la noche quienes no pudieron acceder a sus viviendas. En este barrio, la desgracia pod¨ªa haber sido a¨²n mayor de la que fue. Uno de los vecinos se agarr¨® a una farola para evitar ser engullido por la corriente y la fuerza del agua acab¨® desnud¨¢ndolo por completo. Otro salt¨® un peque?o puente sobre el barranco que bajaba, fren¨¦tico, cargado de agua y lodo. Nada m¨¢s saltar y poner el pie sobre la otra orilla, el puente se derrumb¨®. Tras darse cuenta del esquinazo que acabada de dar a una muerte segura, "se qued¨® paralizado como una estatua", apunta Francisca.
El barrio de Los Lavaderos fue tambi¨¦n de los m¨¢s da?ados. All¨ª murieron dos personas: una ni?a de poco m¨¢s de dos a?os que se hab¨ªa refugiado en el rinc¨®n de una habitaci¨®n de su casa, de donde nunca pudo salir mientras su padre solo pudo rescatar a su hermana. Y Tito, un joven de 21 a?os que perdi¨® la vida cuando corri¨® a rescatar a su madre de su vivienda. La mala suerte hizo que un coche, arrastrado por la corriente, cayera sobre la casa delante de la que ¨¦l pasaba en ese momento y muriera sepultado.
En la asociaci¨®n de vecinos del barrio, Sacramento Payo, de 69 a?os, se?ala a trav¨¦s de la ventana la empinada calle por la que el agua baj¨® a toda velocidad el 31 de marzo de 2002. La propia asociaci¨®n se convirti¨® en el abrigo de los habitantes de Los Lavaderos cuyas casas resultaron afectadas, y un hotel de cinco estrellas que se alza justo enfrente, "sirvi¨® paellas y comida de su buffet durante los d¨ªas que m¨¢s de 80 personas convivieron aqu¨ª", se?ala la mujer. Pero hasta en esa situaci¨®n de tristeza general por la p¨¦rdida de dos vecinos, floreci¨® la vida. "Entre quienes durmieron aqu¨ª esos d¨ªas se engendr¨® una ni?a", confiesa con una sonrisa Sacramento. Una ni?a que este a?o cumple justo 15 a?os
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