Miguel ?ngel Bastenier, el maestro que nos hac¨ªa re¨ªr
El buen uso del idioma y su magisterio personal¨ªsimo marcaron a varias generaciones de profesionales de Espa?a y de toda Latinoam¨¦rica
¡°Profesor, lo soy. Maestro es solo una teor¨ªa¡±, dec¨ªa. Pero para los cientos de alumnos que tuvo en sus m¨¢s de 30 a?os como docente, Miguel ?ngel Bastenier fue sin duda un Maestro de periodismo con may¨²sculas, con toda certeza el m¨¢s popular e influyente de las ¨²ltimas d¨¦cadas en lengua castellana. Su adhesi¨®n innegociable a las reglas b¨¢sicas del oficio, su obsesi¨®n con el buen uso del idioma, y su magisterio personal¨ªsimo, aderezado con enormes dosis de ternura y sentido del humor, marcaron a varias generaciones de profesionales de Espa?a y de toda Latinoam¨¦rica. Es dif¨ªcil encontrar en todo el territorio del espa?ol un medio digital o anal¨®gico de entidad donde no trabaje alguno de sus disc¨ªpulos, la mayor¨ªa de ellos procedentes de las dos grandes academias que fueron tambi¨¦n su casa: la Escuela de Periodismo de EL PA?S y la Fundaci¨®n Nuevo Periodismo Iberoamericano.
En Bastenier se daban todas las condiciones para ser un excelente profesor de periodismo. ?l mismo era un reportero y articulista extraordinario. Le encantaba ense?ar, que le escucharan pero tambi¨¦n escuchar, y convertir sus clases en unos animad¨ªsimos debates. Y disfrutaba mucho del trato con sus alumnos, a quienes en ocasiones cuidaba con el afecto de unos sobrinos postizos, en especial a los latinoamericanos. Hasta que no llegaron a mil, presum¨ªa incluso de recordarlos uno a uno, por sus nombres y apellidos.
Al aula llegaba siempre puntual. En sus talleres de Cartagena se presentaba en ocasiones horas antes del inicio, y mataba el tiempo mientras tanto leyendo todos los peri¨®dicos concebibles en varios idiomas y, en los ¨²ltimos tiempos, reflexionando y debatiendo con sus decenas de miles de seguidores en Twitter. En las correcciones era implacable y pol¨ªticamente incorrecto. Pero combinaba tan bien la severidad con la iron¨ªa y el cari?o, que algunos de sus comentarios demoledores eran recibidos con risas por su propio destinatario y por el resto de los alumnos. Porque en sus clases se aprend¨ªa, pero tambi¨¦n se re¨ªa mucho. Quiz¨¢ porque el sentido del humor es tambi¨¦n uno de los requisitos imprescindibles para llegar a ser un gran periodista.
Bastenier era muy did¨¢ctico y presum¨ªa a su vez de la excelente educaci¨®n que hab¨ªa recibido en un colegio de curas de Barcelona, que no le dej¨® trauma alguno pese a la ¨¦poca del nacionalcatolicismo que le toc¨® vivir. All¨ª se forj¨® su peculiar relaci¨®n con la religi¨®n, que le llevaba a proclamarse agn¨®stico y al mismo tiempo cat¨®lico, porque, como sol¨ªa decir, ¡°no es tanto cuesti¨®n de creencias, sino de pertenencia¡±. Desde ni?o desarroll¨® tambi¨¦n una gran afici¨®n por la lectura. Y su vast¨ªsima cultura, acompa?ada por una memoria prodigiosa, le permit¨ªa salpicar sus clases con una cantidad asombrosa de citas y datos. Tambi¨¦n las amenizaba con an¨¦cdotas de su carrera profesional, de encuentros con personajes como Arafat o Fidel Castro, y otras, siempre divertidas, de su vida personal, como la historia, muy celebrada por los alumnos, de c¨®mo una antigua novia hab¨ªa intentado envenenarle.
Le encantaba ense?ar, que le escucharan pero tambi¨¦n escuchar, y convertir sus clases en unos animad¨ªsimos debates
Era un constructor inigualable de aforismos sobre su oficio y sobre el idioma espa?ol o castellano (seg¨²n ¨¦l, los dos ¨²nicos sin¨®nimos perfectos en nuestra lengua). Reflexion¨® sobre estas dos pasiones en una columna semanal para la edici¨®n Am¨¦rica de EL PA?S y plasm¨® cientos de esas sentencias de forma casi compulsiva en las redes sociales. Una de sus m¨¢ximas m¨¢s conocidas era la de que solo hab¨ªa dos tipos de periodista, los r¨¢pidos y los que no son periodistas. Pero dej¨® much¨ªsimas m¨¢s para una antolog¨ªa que urge elaborar. A un joven aspirante a reportero y a sacerdote le explic¨® que ¡°la bondad hace mal periodismo¡±. A otros muchos que confundieron su trabajo con el activismo les record¨® que ¡°los periodistas dedicados a construir un mundo mejor pueden olvidarse de c¨®mo hacer un periodismo mejor¡±.
Trat¨® de extirpar entre los j¨®venes reporteros latinoamericanos ¡°el chip colonial¡±, es decir, la costumbre de ponerse la corbata para escribir, y declar¨® la guerra a cuatro plagas: "La declaracionitis, la politizaci¨®n, el oficialismo, y la desconexi¨®n de la informaci¨®n internacional¡±. Aunque era un franc¨®filo declarado, reconoc¨ªa la superioridad de la prensa anglosajona. ¡°Los ingleses no saben hacer malos peri¨®dicos¡±, dec¨ªa. Advert¨ªa a sus alumnos de que, pese a Internet y a las redes sociales, la noticia hab¨ªa que seguir busc¨¢ndola en la calle y poco pod¨ªa esperarse de una rueda de prensa: ¡°Nunca el prop¨®sito primordial de convocar una fue dar una noticia, aunque accidentalmente se diera¡±. Y en un mundo en el que a menudo se confunde la opini¨®n con la informaci¨®n y la realidad con los deseos, nos record¨® que ¡°la lucha contra los propios prejuicios constituye una buena parte de nuestra profesionalidad¡±.
Advert¨ªa a sus alumnos de que pese a Internet y las redes sociales la noticia hab¨ªa que seguir busc¨¢ndola en la calle
En los ¨²ltimos a?os se mostr¨® preocupado porque el ¨¦nfasis en el periodismo literario ¡ª¡°existe pero cuesta encontrarlo¡±¡ª o el periodismo narrativo ¡ª¡°si quiere decir historia sin fuentes, que me borren¡±¡ª, desplazara a la ense?anza de las reglas esenciales del oficio. En cambio, se acerc¨® con genuino inter¨¦s a las nuevas tecnolog¨ªas e incorpor¨® a sus clases una perspectiva digital, porque el periodismo electr¨®nico le parec¨ªa el de siempre, pero por otros medios. Con 172.000 seguidores pudo presumir de ser el periodista de EL PA?S m¨¢s exitoso en Twitter y, hasta que se vio desbordado, los fue apuntando uno a uno en una libreta, a?adiendo su pa¨ªs de procedencia.
Quienes fuimos sus alumnos no podremos olvidar su sabidur¨ªa, su entusiasmo por compartirla, y su sentido del humor. Gracias, Miguel ?ngel, por las lecciones y gracias tambi¨¦n por los buenos ratos.
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