Los m¨¦ritos del rey em¨¦rito
Ocho ensayistas defienden en un libro el papel determinante de Juan Carlos I en la democracia
La figura de Juan Carlos I ha sufrido un deterioro notable en el ¨²ltimo tramo de su reinado. Sin embargo, m¨¢s all¨¢ de esa ¨²ltima foto fija, su tiempo en el trono, en el que no fue un mero espectador, coincide con el periodo de mayor prosperidad democr¨¢tica y econ¨®mica de Espa?a. Ocho autores revisan su figura durante ese per¨ªodo en Rey de la democracia, un libro de Galaxia Gutenberg que trata de rescatar la imagen del rey em¨¦rito de la caricatura derivada del caso N¨®os y la serie de errores que, combinados con los efectos de la peor crisis sufrida por el pa¨ªs, llevaron a su abdicaci¨®n en 2014.
El economista y editor del libro, Jos¨¦ Luis Garc¨ªa Delgado, defiende su papel clave en la reciente historia de Espa?a y sostiene que los dos hechos m¨¢s relevantes en la evoluci¨®n de la econom¨ªa espa?ola en las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas est¨¢n asociados con la Corona y con la acci¨®n de su titular: la estabilidad y la apertura exterior que ha propiciado la internacionalizaci¨®n del tejido empresarial espa?ol.
Justifica en una doble percepci¨®n este libro construido con ensayos de Victoria Camps, Francesc de Carreras, Javier Gom¨¢, Juan Francisco Fuentes, Santos Juli¨¢, Jos¨¦-Carlos Mainer, Charles Powell y Fernando Puell. Por una parte, que ¡°no pocas¡± actuaciones de Juan Carlos I ¡°con trascendencia hist¨®rica¡± han terminado ¡°relegadas¡± o ¡°desdibujadas¡± con los a?os. Y por la otra, el riesgo que acabe pesando m¨¢s ¡°lo anecd¨®tico que lo fundamental¡±.
La de Juan Carlos I, dice Mario Vargas Llosa en el ep¨ªlogo, ¡°es una historia fuera de lo com¨²n¡±. El premio Nobel la compara con ¡°la de las m¨¢s grandes novelas¡±. ¡°Un joven prisionero de una maquinaria casi invencible, se libera de ella y decide¡±, a trav¨¦s de los poderes que acumula como rey, ¡°rebelarse contra el sistema que estaba encargado de salvar, deshaci¨¦ndolo y rehaci¨¦ndolo de pies a cabeza, cambiando sutilmente todo el libreto que deb¨ªa aprenderse y ejecutar reemplaz¨¢ndolo por su contrario¡±.
En ese relato, Juan Francisco Fuentes acent¨²a la importancia del factor generacional, que determin¨® ¡°en gran medida la propia concepci¨®n de la futura monarqu¨ªa¡± de que se nutri¨® la red de relaciones que teji¨® el entonces Pr¨ªncipe y cuyos principales puntos de apoyo, en diferentes momentos, fueron Adolfo Su¨¢rez y Felipe Gonz¨¢lez.
Dif¨ªcil relaci¨®n con Aznar
Juan Carlos I fue ¡°el primer embajador de la democracia¡±, seg¨²n Charles Powell. El historiador hispano-brit¨¢nico subraya en su aportaci¨®n el papel determinante de la Monarqu¨ªa en la normalizaci¨®n de la acci¨®n exterior de Espa?a y en su proyecci¨®n internacional. Considera el punto ¨¢lgido en el triunfo inapelable de Felipe Gonz¨¢lez en octubre de 1982. Fue la fase de consolidaci¨®n, madurez diplom¨¢tica y mayor visibilidad exterior que culmin¨® con la Conferencia de Paz sobre Oriente Medio de 1991 en el Palacio Real. Pero si con Gonz¨¢lez tuvo buena sinton¨ªa, con Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar no hubo fluidez. Powell lo achaca a la falta de acuerdo sobre la relaci¨®n con los presidentes de Estados Unidos y Francia, con los que el Rey ten¨ªa un v¨ªnculo especial. En contra de la Casa blanca, los Aznar se sumaron al encuentro de los Reyes con Bill Clinton en Mallorca. Aznar excluy¨® luego a los Reyes en los encuentros con Jacques Chirac y su esposa en C¨®rdoba y Granada pretextando que era una visita privada. Algo que tambi¨¦n ocurri¨® en la visita de George W. Bush a la finca estatal de Quintos de Mora, que la prensa americana defini¨® como ¡°Rancho Aznar¡±. El presidente popular tambi¨¦n limit¨® al Rey para viajar a Cuba.
El historiador Santos Juli¨¢ realiza un recorrido por el ¡°muy largo camino¡± que ha llevado a la Monarqu¨ªa hasta la democracia en Espa?a en sus abrazos a dictadores y en sus oportunidades perdidas. Una cadena de decepciones que llev¨® al propio Ortega y Gasset a finiquitar la experiencia mon¨¢rquica con su c¨¦lebre Delenda est monarchia.
Juli¨¢ repasa los titubeos ambiguos de Juan de Borb¨®n con los golpistas y la ¡°Monarqu¨ªa totalitaria que solo por serlo vio dilatarse sus tierras y sus mares¡± que barajaba Franco. El intento de aproximaci¨®n entre mon¨¢rquicos y oposici¨®n en el exterior y las indecisiones del caudillo para designar a Juan Carlos al frente de una monarqu¨ªa que no se restauraba sino se instauraba y cuyo primer Gobierno, antes de romper el sistema, parec¨ªa m¨¢s ¡°el ¨²ltimo de la dictadura¡±.
En su ensayo, el jurista Francesc de Carreras narra el periplo de un joven al que los dem¨®cratas como el autor llamaban Juan Carlos el Breve hasta convertirse en ¡°un impulsor decisivo de la democracia¡±. Carreras, que concept¨²a a Juan Carlos I como ¡°el mejor rey de Espa?a desde Carlos III¡±, considera que en muchos momentos ese proyecto ¡°estuvo a punto de descarrilar¡±, pero ¡°al finalizar el trayecto¡± la dictadura, ¡°un r¨¦gimen an¨®malo en la Europa de finales del siglo XX, pas¨® a ser una gran democracia moderna y avanzada¡±.
Pero no fue f¨¢cil. El historiador y militar Fernando Puell relata las presiones y conatos de involucionismo que tuvo que soportar el Rey de un ej¨¦rcito, ¡°convencido de ser el garante de las instituciones franquistas¡± en dos momentos decisivos: la legalizaci¨®n del Partido Comunista en abril de 1977 y el 23 de febrero de 1981. Pulsos que gan¨® la democracia y que comportaron que en la conclusi¨®n de su reinado Espa?a estuviera integrada en el sistema defensivo occidental con unas Fuerzas Armadas transformadas, profesionales y modernas.
La Corona fue ¡°una apuesta eficaz¡±, seg¨²n la fil¨®sofa Victoria Camps, pese que a su inicio fue percibida como ¡°un mal menor¡±, hasta ¡°la actuaci¨®n decidida por parte del Rey de mantenerse fiel a la Constituci¨®n¡± en el 23-F.
Camps destaca la coherencia de Juan Carlos I cuando la instituci¨®n mon¨¢rquica se vio envuelta por el ¡°contaminado ambiente¡± de la falta de calidad democr¨¢tica y tuvo que abdicar, "mostrando con ello una sensibilidad de que pocos miembros de las clases dirigentes pueden enorgullecerse¡±.
Pero m¨¢s all¨¢ de las consecuencias pol¨ªticas y econ¨®micas, el "importante legado cultural" de la Espa?a de esta ¨¦poca es el resultado de esos "cambios de naturaleza pol¨ªtica y social" que, seg¨²n Jos¨¦-Carlos Mainer, "han sustentado la destacada presencia del pa¨ªs en el mundo de hoy". El historiador de la literatura y cr¨ªtico literario afirma que "la consolidaci¨®n de la Transici¨®n afianz¨® la consideraci¨®n de la cultura como mercado, y en gran parte, la cultura de Estado".
Una "nueva cultura de Estado" que "ya no fue un modo de intervencionismo dirigista", sino que "se constituy¨® como un elemento activo que estimulaba el movimiento del mercado y proporcionaba escenarios y posibilidades m¨¢s all¨¢ del ucro inmediato", mientras "buscaba (y subvencionaba) la expresi¨®n de una nacionalidad cultural que deseaba fervorosamente ser europea".
Esa "Espa?a que nace en la Transici¨®n y se consolida en los a?os siguientes", anota el ensayista Javier Gom¨¢, "culmina definitivamente nuestro largu¨ªsimo, interrumpido y sinuoso proceso de modernizaci¨®n". Para el escritor, el primer jefe de Estado de la democracia espa?ola "asume en este empe?o colectivo un protagonismo incuestionable, contribuyendo de forma determinante a su ¨¦xito".
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