Un pacto necesitado de explicaci¨®n
Es absurdo escandalizarse con las excepcionalidades pues las tienen todos los Estados europeos
Cuando el PP necesit¨®, por vez primera, hace 21 a?os, pactar con CiU para asegurarse la investidura de su Gobierno, su candidato, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, incurri¨® en una famosa impostura al decir que hablaba catal¨¢n en la intimidad para dejarse perdonar por el nacionalismo al que hab¨ªa descalificado sistem¨¢ticamente para ganar votos en el resto de Espa?a. No parece que Mariano Rajoy incurra en el mismo rid¨ªculo de Aznar. Pero la impostura del PP con el nacionalismo contin¨²a. En esta ocasi¨®n, con su pacto presupuestario con el PNV.
En la pasada legislatura, Rajoy, con mayor¨ªa absoluta, ningune¨® al PNV. No consider¨® siquiera que potenciar el pragmatismo del partido vasco le reforzaba frente al soberanismo de CiU. Hizo electoralismo barato sacando pecho contra todos los nacionalismos.
Entonces pod¨ªa haber iniciado el di¨¢logo sobre la actualizaci¨®n del Cupo y la ley quinquenal como le reclamaba el PNV porque llevaba pendiente una d¨¦cada. Pod¨ªa haber explicado que el Cupo surge del Concierto, reconocido en la Constituci¨®n porque es un residuo del estatus especial que ha tenido el Pa¨ªs Vasco ¡ªcomo Navarra¡ª para estar en Espa?a; que es pieza b¨¢sica del autogobierno de Euskadi y que lo asumen todos los partidos vascos, incluido el PP local. Es absurdo escandalizarse con las excepcionalidades pues las tienen todos los Estados europeos, generalmente, por razones hist¨®ricas.
De haber negociado Rajoy cuando dispon¨ªa de mayor¨ªa absoluta, aunque no hubiera cerrado el acuerdo, ahora no dar¨ªa motivos para pensar que, al perder la mayor¨ªa, se ha visto forzado a ceder privilegios al nacionalismo para asegurarse los Presupuestos. Para su mayor contrariedad, el tiempo perdido sin negociar el Cupo ha acumulado una factura considerable que levantar¨¢ ampollas. Mal asunto para Rajoy, al quedar como pusil¨¢nime ante sus cr¨ªticos y algunas autonom¨ªas. No siempre funciona aplazar los problemas. Malo tambi¨¦n para el PNV fuera de Euskadi pues no pocos le tildar¨¢n de ¡°carro?ero¡±.
El PNV tambi¨¦n tendr¨¢ que explicarse en Euskadi por facilitar la continuidad de Rajoy. Lo tiene f¨¢cil con los partidos. El PSOE poco puede decirle porque facilit¨® la investidura del presidente popular con su abstenci¨®n. Podemos, debilitado tras su barrida en las elecciones vascas por el PNV e incluso Bildu, tampoco tiene autoridad pues Rajoy gobierna por su rechazo a la investidura de Pedro S¨¢nchez. Es el sindicato nacionalista ELA el m¨¢s beligerante por su pacto con un partido, manchado por la corrupci¨®n, que le ha ninguneado toda la legislatura. Pero el lehendakari I?igo Urkullu y el PNV ya han superado ese complejo y est¨¢n haciendo valer los frutos de su pragmatismo frente a la deriva soberanista del catalanismo. No s¨®lo la resoluci¨®n de un conflicto estancado una d¨¦cada sino, en clave pol¨ªtica, el reconocimiento de la bilateralidad y la constituci¨®n de un cauce para afrontar otros contenciosos pendientes como el cambio en la pol¨ªtica penitenciaria.
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