Podemos y la pol¨ªtica ¡®low cost¡¯
Da la impresi¨®n de que Pablo Iglesias renunciara a plantear una alternativa real de Gobierno
Una coalici¨®n de partidos con cinco millones de votos y 71 esca?os deber¨ªa tener una relevancia parlamentaria muy superior a la que tienen Unidos Podemos y los otros 14 grupos que forman la coalici¨®n. Sobre todo, siendo la tercera fuerza pol¨ªtica en un Congreso de los Diputados en el que nadie tiene la mayor¨ªa absoluta. Sin embargo, el grupo que encabeza Pablo Iglesias ha optado por pasar de perfil en la actividad puramente parlamentaria y centrarse en las performances dentro y fuera del Palacio de las Cortes.
Es como si renunciaran a plantear una alternativa real de Gobierno para centrarse en la pol¨ªtica low cost. Se trata de obtener buenos r¨¦ditos ante la opini¨®n p¨²blica con numeritos de todo tipo con escaso coste de trabajo y de preparaci¨®n intelectual. Los dos ¨²ltimos ejemplos (el tramabus y la moci¨®n de censura sin negociar con el resto de los partidos), forman parte de ese estilo populista que busca m¨¢s destruir las estructuras institucionales en Espa?a, que construir un proyecto de cambio en el pa¨ªs.
En el segundo congreso nacional de Podemos, Vistalegre II, Iglesias prometi¨® (tras obtener un triunfo importante frente a la corriente de I?igo Errej¨®n), que la nueva etapa del partido estar¨ªa regida por la unidad y la humildad. Pasados unos meses, la unidad se ha conseguido a base de purgas (empezando por la del propio Errej¨®n) y la humildad se ha demostrado que es un t¨¦rmino contradictorio con el l¨ªder m¨¢ximo del partido morado.
Por segunda vez en poco m¨¢s de un a?o, Pablo Iglesias volvi¨® a salir a la sala de prensa de la Cortes, rodeado de su guardia de corps (los que quedaban tras la pen¨²ltima purga), a anunciar que iban a presentar una moci¨®n de censura contra el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Como la vez anterior (cuando se autopresent¨® a la investidura como vicepresidente de un gobierno de coalici¨®n con el PSOE, sin que Pedro S¨¢nchez lo supiera), el secretario general de Podemos ni se plante¨® consultarlo previamente con los partidos necesarios para que la moci¨®n pudiera salir adelante.
Al contrario, en un ejercicio de dada¨ªsmo pol¨ªtico, Iglesias decidi¨® que esta era una acci¨®n del pueblo y que hab¨ªa que negociarla con el pueblo. As¨ª que convoc¨® a los sindicatos y a otras fuerzas sociales para obtener unos apoyos que no sirven para nada en el hemiciclo. En el fondo, es una forma de mostrar su m¨¢s absoluto desprecio por la democracia representativa que les permite sentarse en el Parlamento.
En ese estado de confusi¨®n de papeles, los l¨ªderes de Podemos anunciaron hace meses la convocatoria de una huelga general, que tuvieron que olvidar cuando los sindicatos les dijeron que esa no era su funci¨®n. Y ahora, en plena campa?a para las primarias del PSOE, anuncian otras movilizaciones en defensa de "la moci¨®n de censura del pueblo"; casualmente, el d¨ªa antes de la votaci¨®n socialista.
La estrategia del regate en corto y de la pol¨ªtica low cost no suele dar buenos resultados a medio y largo plazo. El problema es que uno de los candidatos a la secretar¨ªa general del PSOE est¨¢ copiando algunos tics de esa pr¨¢ctica. El viernes, Pedro S¨¢nchez ofreci¨® p¨²blicamente a Patxi L¨®pez integrarse en su candidatura sin haber hablado antes con ¨¦l. ?Les suena?
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