Urkullu, Puigdemont y Europa
Cuando Puigdemont visit¨® Bruselas, no consigui¨® que le recibiera ning¨²n alto cargo comunitario
Cuando el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, visit¨® Bruselas, hace un a?o, no solo no consigui¨® que le recibiera el presidente de la Comisi¨®n Europea, Jean Claude Juncker. No lo hizo ning¨²n alto cargo comunitario. Sin embargo, el lehendakari Urkullu ha logrado lo que ning¨²n presidente auton¨®mico: le han recibido el presidente de la Comisi¨®n Europea, el comisario de econom¨ªa y el negociador del Brexit. Con el simbolismo de este encuentro, Urkullu reafirma internacionalmente el nacionalismo pragm¨¢tico que otrora encabez¨® CiU en Espa?a y culmina la recuperaci¨®n de la centralidad, tras su victoria electoral en 2012, primando las pol¨ªticas socio-econ¨®micas, enarbolando la pluralidad vasca y superando viejos complejos ante el nacionalismo radical. Una centralidad que permite al PNV pactar el Gobierno vasco y municipios con el PSE; estar en el Gobierno de Navarra, apoyado por Bildu y Podemos y votar los Presupuestos del Gobierno del PP a cambio de saldar cuentas pendientes, insuficientemente explicadas. Un pacto que ha roto el vaticinio de numerosos comentaristas de que la irrupci¨®n de Ciudadanos y Podemos terminar¨ªa con el ¡°privilegiado papel-bisagra¡± de los nacionalistas.
A su vez, el mensaje de Europa es n¨ªtido. Muestra su preferencia por el nacionalismo pragm¨¢tico frente al independentista. El Gobierno espa?ol no es ajeno, evidentemente. Ha permitido el encuentro de Urkullu con Juncker y no el de Puigdemont. Pero no necesit¨® explicarse ante Bruselas porque las reglas de juego europeas est¨¢n claras.
Urkullu las conoce porque el PNV tiene una dilatada trayectoria europe¨ªsta. Particip¨® en la fundaci¨®n de los equipos democristianos impulsores del proyecto de la Europa unida de postguerra, convencido de que era el referente de las libertades para Euskadi, a trav¨¦s de una Espa?a democr¨¢tica. Su sue?o de la Europa de los pueblos no fue ¨®bice para que el PNV encauzara sus objetivos a trav¨¦s del Consejo federal espa?ol del Movimiento Europeo, constituido en la sede del Gobierno vasco en el exilio en Par¨ªs. Europa ha sido y es el referente pol¨ªtico del PNV. Incluso, su deriva soberanista, gestionada por el lehendakari Ibarretxe, tuvo que ver con la marea secesionista en algunos Estados europeos, tras la ca¨ªda del muro y de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Urkullu, a tenor de los tiempos, no tiene complejo en obviar la independencia porque no cabe en la Europa actual.
Este recorrido lo conoce bien el democristiano Juncker, amigo del PNV, como lo fue Robert Schumann. Tanto que en 2000, en la etapa de Ibarretxe, se opuso a la expulsi¨®n del PNV del Partido Popular Europeo propuesta por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Del pedigr¨ª europeo del PNV da fe, tambi¨¦n, que en 2013, Urkullu fue recibido por el entonces presidente Durao Barroso. Esos credenciales europeos -Urkullu ha respaldado la apuesta de Juncker por una Europa unida y solidaria con los refugiados- ayudan a entender mejor por qu¨¦ el PNV resiste en plena crisis del nacionalismo catal¨¢n as¨ª como de los partidos socialdem¨®cratas y democristianos, sus compa?eros desde la postguerra.
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