El secreto de todas las familias
Dos millones y medio de espa?oles sufren oficialmente depresi¨®n. El 40% no est¨¢ en tratamiento por miedo al estigma de la enfermedad
¡°Sal y cu¨¦ntaselo a alguien¡±. Fue la respuesta de Harvey Milk cuando un joven le pregunt¨® qu¨¦ pod¨ªa hacer para conseguir acabar con el estigma de la homosexualidad. Cuarenta a?os despu¨¦s, el escritor Andrew Solomon hace suyo el consejo de la figura del activismo gay estadounidense pero para vencer otro tab¨²: la incomprensi¨®n y la verg¨¹enza a la que se enfrentan aquellos que sufren una depresi¨®n. Solomon, escritor y profesor de Psicolog¨ªa en Columbia, lo ha convertido en una cruzada personal. Y lucha para romper el silencio que acompa?a a un trastorno que afecta ya a dos millones y medio de espa?oles. Diagnosticados. Muchos ni siquiera se atreven a confesarlo.
¡°Hay muchas causas por las que en Espa?a el 40% de los pacientes con un trastorno depresivo mayor no est¨¢ en tratamiento. Pero sin duda una es el estigma¡±. Antonio Cano es doctor en Psicolog¨ªa y catedr¨¢tico de la UCM y en sus muchos a?os de pr¨¢ctica ha visto c¨®mo funciona el c¨ªrculo vicioso de la culpa. ¡°Por un lado el paciente se a¨ªsla y por otro no se entiende lo que le pasa: que sufre algo que se llama depresi¨®n. El paciente no tiene informaci¨®n y la sociedad tampoco. Y la depresi¨®n es algo que nos puede afectar a todos¡±.
Andrew Solomon conoce bien ese peso. Porque tambi¨¦n a ¨¦l le sepult¨®. En 1993 sinti¨® que hab¨ªa perdido el inter¨¦s por la vida. Todo se le hac¨ªa un mundo. Escuchar los mensajes del contestador. Preparar la comida. Ducharse. A la depresi¨®n sigui¨® una crisis de ansiedad. Y un d¨ªa ya no pudo levantarse de la cama. Descubri¨® que el sin¨®nimo de depresi¨®n no es tristeza, sino falta de vitalidad. Pero se puso en tratamiento y se recuper¨®. Y decidi¨® estudiar lo que le hab¨ªa pasado para ayudar a otros. Escribi¨® El demonio de la depresi¨®n. ¡°Cada vez que alguien que ha sufrido una depresi¨®n se lo cuenta a otro estamos rasgando la cortina del secretismo. Aquellos que se ven confinados en el silencio tardan m¨¢s en recuperarse. Debemos de convencerles para que hablen dici¨¦ndoles que hablar puede salvar sus vidas. Porque la depresi¨®n es el secreto de familia que todas las familias tienen¡±.
Este secreto de familia afecta ya a 322 millones de personas. Y va en aumento. Es una de las tres causas de discapacidad en el mundo. Y en 2030 ser¨¢ la primera. Por eso este a?o la OMS le ha dedicado el D¨ªa de la Salud con el lema ¡°Hablemos de la depresi¨®n¡±. Pero hablar es lo dif¨ªcil.
¡°La bola se va haciendo cada vez m¨¢s grande. Te encuentras mal y la gente que te rodea no lo entiende. Y el Andr¨¦s que todo el mundo conoce se est¨¢ quedando vac¨ªo por dentro. Eso es duro, muy duro¡¡± El Andr¨¦s que se quedaba vac¨ªo por dentro era el mismo que un tiempo despu¨¦s llenar¨ªa a todo un pa¨ªs de felicidad con un gol que val¨ªa una Copa del Mundo. Andr¨¦s Iniesta. Le confi¨® su viacrucis a los periodistas Ram¨®n Besa y Marcos L¨®pez. Cuando aparecieron sus memorias, La jugada de mi vida, la psic¨®loga que le hab¨ªa tratado vio como se multiplicaban las llamadas a su consulta. Explica que a muchos pacientes les ayuda ver que alguien a quien admiran sufre lo mismo.
Basta con recordar a Bruce Springsteen. Tambi¨¦n se atrevi¨® a contar en su biograf¨ªa, Born to Run, su batalla constante contra la depresi¨®n. El profesor Cano compara su sinceridad con la de Magic Johnson. ¡°Lo mismo que en su d¨ªa, Johnson le ech¨® narices y cuando m¨¢s estigma hab¨ªa con el sida le dijo al mundo tengo el virus, gestos como el de Bruce Springsteen pueden ayudar a quitar el estigma a la depresi¨®n¡±.
¡°Hay un punto en el que se pierde el mapa y se pierde la br¨²jula y uno no sabe ni por d¨®nde dar palos de ciego. Es el punto de absoluta angustia. Ah¨ª no hay nada que uno racionalmente pueda hacer¡±. As¨ª se sent¨ªa el escritor Luisg¨¦ Mart¨ªn. Lo cuenta en El amor del rev¨¦s. Un libro, dice ¨¦l, impudoroso, con el que ha reventado candados y ha exorcizado demonios. La culpa. La verg¨¹enza. El miedo. La pesadilla de ser homosexual en una Espa?a en la que era m¨¢s que un pecado. La lucha de pasar por un proceso de depresi¨®n y sentirse incomprendido. ¡°Comprar una pastilla para dormir en una farmacia es casi como antes comprar condones, que te sonrojabas. Uno tiene la sensaci¨®n de que todo lo que le pasa es porque se ha comportado mal. Si eres depresivo porque no eres capaz de mirar de otro modo la vida¡±.
El m¨²sico Iv¨¢n Ferreiro tambi¨¦n dio palos de ciego contra la depresi¨®n sin saber qu¨¦ le pasaba. Hasta que un ataque de p¨¢nico, en completa soledad en un apartamento de Buenos Aires, le empuj¨® a pedir ayuda. Lo cuenta haci¨¦ndose un ovillo. Recuerda que llevaba a?os sin dormir. Oblig¨¢ndose a hacer cosas que no quer¨ªa. Saliendo sin atreverse a mirar a la gente a la cara. Lleg¨® a grabar un disco sin recordar despu¨¦s ni c¨®mo ni cu¨¢ndo. Pero no se pon¨ªa en tratamiento. ¡°Hasta que el m¨¦dico me llama y me dice: mira, tomas algo para la alergia todos los d¨ªas, te echas un inhalador del asma todo el rato y me est¨¢s diciendo que no quieres tomarte esta pastilla¡±. Solo cuando empez¨® a comprender lo que le suced¨ªa pudo ver la salida. ¡°En las depresiones es muy importante el lenguaje. Y que alguien sepa explicarte con palabras lo que te est¨¢ pasando y que te des cuenta de que en el fondo es como una puta gripe, una gripe de pesimismo y de falta de ganas. Pero te curas. La principal es rendirse y decir no puedo m¨¢s¡±.
Poner palabras al dolor es la primera medicina. Lo saben los que lo han pasado. Que tambi¨¦n saben que ese es el reto. Luchar contra el tab¨². Romper el estigma. ¡°Aprender a vivir es aprender a nombrar¡±, dice Luisg¨¦ Mart¨ªn. Aprender a curarse es ponerle palabras al secreto de familia que todas las familias tienen. La depresi¨®n. La enfermedad que sigue avanzando en silencio.
"Haz lo que quieras"
Iv¨¢n Ferreiro r¨ªe cuando habla de sus amigos. De c¨®mo le ayudaron a salir. Simplemente estando. Aguant¨¢ndole. ¡°Pero luego hay amigos que te joden mucho, con muy buena intenci¨®n niegan tu depresi¨®n y te dicen: lo que te pasa es que te tienes que poner a trabajar, lo que t¨² necesitas es tener novia, es salir por ah¨ª. Haz lo que quieras. Y haz lo que quieras es la mentira m¨¢s grande que nos dicen las personas que nos quieren sin darse cuenta¡±.
El consejo bienintencionado se desliza a veces al territorio de la felicidad por decreto. Luisg¨¦ Mart¨ªn ten¨ªa un buen amigo psic¨®logo con el que comentaba sus problemas. Y la respuesta siempre era la misma: lo que hay que hacer es no dejarse caer, levantarse. Y Luisg¨¦ se revolv¨ªa: ¡°es como si voy al traumat¨®logo porque tengo la rodilla mal y me dice que lo que hay que hacer es andar. Pues no¡±.
¡°Hay que ser muy cuidadoso en c¨®mo te haces cargo de alguien que sufre una depresi¨®n. No ayuda ser intrusivo. O imponer un r¨¦gimen de falsa alegr¨ªa. A veces la persona deprimida lo que necesita es alguien que se siente al otro lado de la puerta, a veces necesita privacidad¡±. Es la recomendaci¨®n de Andrew Solomon: ¡°Ama desde una distancia cuidadosa si eso es lo que tienes que hacer, porque aunque el amor por s¨ª solo no puede curar la depresi¨®n, es la herramienta m¨¢s cercana que tenemos¡±.
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