Democracia en Catalu?a
Ha habido un problema de subversi¨®n. El Gobierno, que pod¨ªa desenmascarar el fraude, no ha sabido verlo
No hay democracia sin elecciones, pero eso no significa que la existencia de elecciones garantice por s¨ª misma la democracia. El mundo pol¨ªtico est¨¢ plagado de elecciones debidamente manipuladas, y el anuncio reciente de convocar una Constituyente por Maduro es la mejor prueba de ello. Un riesgo que desde tiempos de Napole¨®n III se incrementa cuando se trata del ejercicio de la ?democracia directa? mediante esos referendos o plebiscitos que tanto gustan al chavismo y a su hijuela espa?ola.
La ventaja del independentismo catal¨¢n reside en la coherencia con que ha practicado desde el principio su falsificaci¨®n de la democracia. No se trat¨® nunca de reivindicar el derecho a la autodeterminaci¨®n, que cabr¨ªa en una reforma constitucional federalizante, sino de presuponer que la independencia mediante refer¨¦ndum era un derecho colectivo natural, aun cuando lo apoyase solo una minor¨ªa de ciudadanos de Catalu?a. Como se est¨¢ viendo hoy: un esca?o m¨¢s, aun por debajo del 50% de votos, basta y sobra. Hablar de "di¨¢logo" fue siempre un sarcasmo, ya que el papel asignado al gobierno espa?ol se reduc¨ªa a dar visto bueno a cuanto decidiera la Generalitat. La Constituci¨®n y el vigente Estatut dejaron de existir en el cuidadoso programa de avanzar hacia la independencia a toda costa y contra cualquier obst¨¢culo, incluida la inexistencia de una mayor¨ªa soberanista, dise?ado m¨¢s al modo de un abogado de El padrino que desde el respeto al Derecho. Y toda intervenci¨®n del gobierno central, deviene signo de represi¨®n -o de anunciada represi¨®n, como ahora seg¨²n denuncia Junts pel S¨ª para hacer ruido contra la CUP- y de antidemocracia.
La instalaci¨®n en este imaginario de inversi¨®n sistem¨¢tica de la realidad, impide no solo el debate con otras fuerzas pol¨ªticas, que pudieran proponer federalismo y autodeterminaci¨®n regulada, sino la misma existencia de un espacio p¨²blico democr¨¢tico. Totalismo es la palabra. Desde septiembre de 2012, ha imperado en Catalu?a un monopolio del discurso, ejercido por la Generalitat, del cual ha sido excluida esa amplia mitad de la sociedad catalana que no comulga con el mantra Independ¨¨ncia ens fa lliures, a pesar de su marginaci¨®n.
Antes que un problema de anticonstitucionalismo, que lo hay, m¨¢s a¨²n pensando en las posibilidades abiertas por la Constituci¨®n, desde el principio ha habido en el proc¨¨s un problema de subversi¨®n de la democracia. El Gobierno de Rajoy, y en general el ¨¢rea constitucionalista, no han sabido verlo, teniendo los medios directos e indirectos para desenmascarar el fraude, simplemente utilizando el an¨¢lisis de su discurso y de su propaganda. As¨ª puede persistir hoy una t¨¢ctica de provocaci¨®n, ansiosa de suscitar una reacci¨®n gubernamental, que permitiera disfrazar la sedici¨®n en curso como secesi¨®n, perd¨®n desconnexi¨®, democr¨¢tica.
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