S¨¢nchez y Rivera, de la complicidad a la suspicacia
Los colaboradores de los dos l¨ªderes, socios en 2016, reflexionan sobre su distanciamiento
Los tiempos de El abrazo nunca volver¨¢n. En febrero de 2016, Pedro S¨¢nchez y Albert Rivera posan sonrientes con el cuadro de Juan Genov¨¦s como tel¨®n de fondo. Los equipos del PSOE y de Ciudadanos acaban de cerrar un acuerdo de gobierno. Es el fruto de largas jornadas de negociaci¨®n apuradas hasta la madrugada. De mil conversaciones compartidas alrededor de una pizza. Y de la intervenci¨®n directa de los dos l¨ªderes: seg¨²n confiesan hoy sus colaboradores, solo S¨¢nchez y Rivera consiguen desencallar el pacto cuando se teme la ruptura. Un a?o y medio despu¨¦s, esa complicidad es un recuerdo en blanco y negro. S¨¢nchez y Rivera volvieron a verse ayer en la C¨¢mara baja. No hubo sonrisas. Tampoco la complicidad de anta?o. Los dos l¨ªderes culminaron meses de progresivo distanciamiento con un frio apret¨®n de manos y la promesa de impulsar el di¨¢logo para la reforma constitucional.
¡°Al final, hubo acuerdo porque en las situaciones de encallamiento, que se produjeron, y muy serias, Pedro S¨¢nchez y Albert Rivera deshicieron los nudos¡±, recuerda Jos¨¦ Enrique Serrano, uno de los miembros del equipo negociador socialista que se emple¨® durante quince d¨ªas en redactar un programa de Gobierno con Ciudadanos que nunca se materializ¨® por ausencia de votos. ¡°Hab¨ªa voluntad sincera de llegar a acuerdos y por eso fue posible, aunque fue necesaria la intervenci¨®n directa de Pedro S¨¢nchez y Albert Rivera¡±, subraya.
Serrano cita concretamente la discrepancia sobre las diputaciones provinciales y el contrato ¨²nico que se resolvieron ¡°con la redacci¨®n que ambos pactaron¡±. Para los aspectos imposibles de acordar se arbitr¨® la f¨®rmula de las salvedades en las que se explicitaba que uno u otro ¡°se reservaban su propio criterio¡± sobre determinados asuntos. Entre ellos, el PSOE dej¨® escrito su desacuerdo con la maternidad subrogada que planteaba Ciudadanos, y el partido de Rivera hizo lo mismo respecto a la regulaci¨®n del aborto sin autorizaci¨®n de los progenitores para j¨®venes de 16 a?os. ¡°El objetivo de hacer un programa que fuera transversal para que pudiera ser aceptado por distintas fuerzas pol¨ªticas e ir a la investidura de Pedro S¨¢nchez no fue posible porque Podemos no quer¨ªa el acuerdo¡±, concluye el socialista.
?Qu¨¦ ha pasado desde entonces? ?Cu¨¢les son las razones del distanciamiento entre dos l¨ªderes que se entendieron a la perfecci¨®n en p¨²blico y en privado, superando las heridas provocadas por la dura campa?a electoral del 20-D? ?Qu¨¦ ha ocurrido para que Rivera pasara de apoyar la investidura de S¨¢nchez a favorecer la de Mariano Rajoy?
¡°Que tenemos agendas pol¨ªticas distintas¡±, contesta sobre S¨¢nchez una fuente de la m¨¢xima confianza de Rivera. ¡°?l quiere volver a 2015, al no es no, y al bloqueo. Nosotros queremos aprovechar nuestra posici¨®n [como socio de investidura del PP] para lograr reformas¡±, a?ade.
¡°Ya entonces era un Pedro S¨¢nchez dubitativo, porque ten¨ªa dudas entre hacer el acuerdo con nosotros o con Podemos¡±, opina Miguel Guti¨¦rrez, secretario general del grupo parlamentario de Ciudadanos y miembro de su equipo negociador. ¡°Un S¨¢nchez sin claridad de ideas¡±, a?ade. ¡°Hoy veo a un Pedro S¨¢nchez impostado¡±.
Los equipos con los que negociaron los dos partidos
PSOE: Antonio Hernando; Rodolfo Ares; Jos¨¦ Enrique Serrano; Meritxell Batet; Mar¨ªa Luisa Carcedo; y Jordi Sevilla.
Ciudadanos: Juan Carlos Girauta; Jos¨¦ Manuel Villegas; Luis Garicano; Marta Mart¨ªn; Toni Rold¨¢n; y Miguel Guti¨¦rrez.
Perdida la investidura de S¨¢nchez ¡ªy tras otras elecciones generales¡ª, Rivera pact¨® la de Mariano Rajoy. El socialista nunca olvid¨® ese cambio de rumbo de su exsocio. Tras dimitir como diputado, S¨¢nchez consumi¨® meses enteros alejado de los focos. El contacto entre los dos l¨ªderes qued¨® roto. Rivera se sorprendi¨® cuando el socialista volvi¨® a la vida p¨²blica para competir por la secretar¨ªa general del PSOE enarbolando el pu?o y cantando La Internacional. Y la complicidad se transform¨® en suspicacia, subrayando el verdadero conflicto de fondo: aunque el PSOE y Ciudadanos llegaron a negociar con el resto de formaciones como un solo equipo, S¨¢nchez siempre aspir¨® a llegar a La Moncloa con el apoyo de Podemos, mientras que Rivera apost¨® desde el primer momento porque el PP fuera la pieza clave de la operaci¨®n.
La discrepancia encontr¨® uno de sus puntos ¨¢lgidos en Murcia, cuando Pedro Antonio S¨¢nchez, entonces presidente auton¨®mico, fue imputado en el caso Auditorio: mientras Ciudadanos abogaba por seguir apoyando al PP si cambiaba de l¨ªder, el PSOE le afeaba que no se sumara a una moci¨®n de censura para provocar un cambio de Gobierno. El pacto del abrazo ya era solo una referencia perdida en la hemeroteca.
¡°Me siento orgulloso de aquella negociaci¨®n¡±, resume Luis Garicano, catedr¨¢tico de la London School of Economics y consejero clave de Rivera. ¡°Conseguimos introducir nuestro complemento salarial; mejorar, sin derogar, la reforma laboral, con un contrato unificado; introducir un amplio paquete de regeneraci¨®n, incluyendo eliminar las diputaciones; hab¨ªa un buen pacto por la educaci¨®n; y estaba muy bien el tema de la lucha contra la corrupci¨®n, que era muy amplio¡±, enumera. ¡°Era un PSOE con el que nos entendimos bien, que ten¨ªa un equipo de calidad y razonable¡±, a?ade. ¡°Hab¨ªa desacuerdos ideol¨®gicos, no intentaron enga?arnos¡±, sigue. Y lamenta: ¡°De aquel equipo, no est¨¢n ni Serrano ni Sevilla ni Ares, y (Antonio) Hernando y Meritxell (Batet) ya no est¨¢n en la misma posici¨®n. Habr¨ªa que reconstruirlo todo otra vez¡±.
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