El anciano que enga?¨® a todo el mundo para asesinar a su mujer
Condenado a 31 a?os el acusado de rematar a su esposa en un hospital de Ourense cuando se recuperaba de un intento de asesinato anterior
El 8 de mayo de 2015, Aniceto Rodr¨ªguez Caneiro, un hombre de 77 a?os, empu?¨® un cuchillo de deshuesar de unos 17 cent¨ªmetros de hoja y remat¨® con ¨¦l a su esposa, Isabel Fuentes, de 66 a?os, que se recuperaba en el Complejo Hospitalario Universitario de Orense (CHUO) de un fuerte traumatismo craneoencef¨¢lico. La hab¨ªan golpeado en la cabeza ¡°unos ladrones¡±, dijo entonces el marido, que asaltaron su domicilio mientras ambos dorm¨ªan. La mujer acababa de ser trasladada a una habitaci¨®n tras permanecer un mes en la unidad de cuidados intensivos, y Aniceto se plant¨® a su lado: se quedaba d¨ªa y noche y comentaba a quien preguntaba por ella que se estaba poniendo bien. Antes de que la mujer pudiese recuperar el habla, la mat¨® a cuchilladas. Despu¨¦s se autolesion¨®. El anciano que enga?¨® a todo el mundo acaba de ser condenado por la Audiencia Provincial de Ourense a 31 a?os de c¨¢rcel; 19 por asesinato consumado y 12 por intento de asesinato. En el juicio dijo que no recordaba nada. Se declar¨® inocente.?
Enga?¨® a todo el mundo: a las amigas de la v¨ªctima, a la familia, a los vecinos, a la juez, al personal sanitario... Solo los agentes que acudieron a la vivienda familiar cuando se produjo la primera agresi¨®n sospecharon de ¨¦l. Descartaron el robo (los cristales de la puerta se hab¨ªan roto desde dentro, aunque todo estaba revuelto no faltaba nada y hab¨ªa un martillo ¡°como colocado¡±) y pidieron para ¨¦l una orden de alejamiento de la v¨ªctima que nuca se dict¨®.
Un a?o despu¨¦s de confesar la autor¨ªa de la primera agresi¨®n a su esposa, durante la reconstrucci¨®n judicial de los hechos que se realiz¨® en la casa familiar de Pazos, en Ver¨ªn, Aniceto Rodr¨ªguez se desdijo. ¡°Locuras; cosas que se meten en la cabeza¡±, justific¨® durante aquella recreaci¨®n del intento de asesinato los motivos por los que hab¨ªa mentido el d¨ªa del crimen, cuando lo atribuy¨® a unos ladrones. En el lugar de los hechos, reconoci¨® que hab¨ªa intentado matar a su esposa de un martillazo en el cr¨¢neo mientras dorm¨ªa en el sof¨¢ del sal¨®n frente al televisor. Hace 15 d¨ªas, durante la celebraci¨®n del juicio, volvi¨® a negarlo.
¡°Nunca discut¨ª con mi mujer¡±, se?al¨® en su comparecencia judicial, acusado de intento de asesinato y asesinato consumado. La fiscal¨ªa ped¨ªa para ¨¦l 39 a?os de c¨¢rcel y la acusaci¨®n particular, 49. Tras negar las discusiones matrimoniales, Aniceto asegur¨® que no recordaba ¡°nada de nada de nada¡± de ninguna de las dos agresiones. ¡°Estoy desmemoriado de todo¡±, zanj¨®, aduciendo que hab¨ªa sufrido un ictus.
La madrugada en la que Isabel Fuentes fue golpeada en la cabeza en su vivienda, ¨¦l se ech¨® a la calle convencido de que su esposa estaba muerta. ¡°?Me han matado a Isabel, me la han matado!¡± gritaba.
La v¨ªctima hab¨ªa recibido ¡°al menos tres golpes¡± en la parte derecha de la cabeza con un arma ¡°contundente¡±. Seg¨²n los forenses, dos de esos golpes pudieron haberle causado la muerte: perdi¨® hueso y masa encef¨¢lica correspondiente a la zona del cerebro donde se ubica la memoria¡±. Pero estaba viva. Lo detect¨® Corona, vecina y prima de Isabel, cuando acudi¨® a la llamada de Aniceto y sinti¨® que la mujer le apretaba la mano. Fue ella quien llam¨® al m¨¦dico ¡°porque ¨¦l dijo que estaba nervioso¡±, declar¨®.
Los agentes detectaron en la primera inspecci¨®n ocular que hab¨ªa cosas que ¡°no cuadraban¡± con un robo con violencia. Todo les indicaba que se trataba de una agresi¨®n machista.
Lo que no les cuadraba era que el ¡°afligido m¨¢s que afectado¡± marido hubiese dicho que ¨¦l estaba ya en la cama (que ¡°no ten¨ªa ni una arruga¡±) cuando escuch¨® a su esposa llamarlo, la cronolog¨ªa (a los ladrones les habr¨ªa dado tiempo de romper el cristal, abrir la puerta con las llaves que estaban en la cerradura, reducir a martillazos a la mujer, abrir tres armarios de la cocina, vaciar varios bolsos y huir: todo ello a apenas 15 metros de distancia de Aniceto), ni la trayectoria de los golpes recibidos con la petici¨®n de ayuda que narraba el marido. El m¨¦dico que la atendi¨® en el complejo hospitalario reforz¨® la tesis del intento de homicidio frente a la del robo.
La juez de Ver¨ªn descart¨®, no obstante, dictar la orden que impidiera a Aniceto acercarse a Isabel. ¡°Aunque nosotros ten¨ªamos claro que hab¨ªa sido ¨¦l y que la vida de ella corr¨ªa peligro, la juez no lo vio as¨ª¡±, declar¨® el sargento que dirigi¨® la investigaci¨®n. La familia de Isabel est¨¢ convencida de que estar¨ªa viva si la Justicia la hubiese protegido o si les hubiesen advertido a ellos del peligro que corr¨ªa.
Aniceto la remat¨® a la menor oportunidad. La letrada de la acusaci¨®n particular, Beariz Seijo, ha insistido siempre en la ¡°doble muerte¡± de Isabel Fuentes. Seg¨²n el parte forense, en la cama del hospital en la que fue acuchillada, recibi¨® dos heridas: una de tanteo y otra en la que el arma fue introducida en una zona vital y movida en cuatro direcciones. Le atraves¨® el coraz¨®n y lleg¨® al pulm¨®n. Para tener mayor precisi¨®n, el asesino le levant¨® primero el camis¨®n: no presentaba ning¨²n corte.
Las heridas, seg¨²n los forenses, eran ¡°coincidentes¡± con el cuchillo de deshuesar de mango amarillo tirado en el suelo al lado de donde yac¨ªa, autolesionado en el cuello, el agresor, aunque la Audiencia no lo ha considero probado. En el bolsillo de su chaqueta hab¨ªa una nota manuscrita en gallego: ¡°Isabel, cari?o, te dieron un golpe muy grande (¡) Est¨¢s muy grave y no te puedo ver as¨ª¡±. Espero que nos incineren juntos¡±, texto al que apel¨® su defensa para se?alar que Aniceto Rodr¨ªguez ¡°no aceptaba¡± los hechos ocurridos en el domicilio familiar.
El anciano hab¨ªa conseguido ganarse la confianza de todo el mundo. ¡°Parec¨ªa que se quer¨ªan; nos enga?¨® a todos¡±, sostienen sus vecinos. La juez rechaz¨® dictar una orden de alejamiento basada en ¡°sospechas¡±, y las enfermeras que encontraron a la mujer sobre un charco de sangre en la cama del hospital aseguraron que jam¨¢s hab¨ªa mostrado antes alg¨²n comportamiento extra?o. ¡°Era amable con nosotras y cari?oso con ella¡±, precisaron, explicando que incluso lleg¨® a llorar d¨ªas antes del asesinato comentando que su mujer se iba a morir. ¡°Dec¨ªa que la necesitaba y nunca mostr¨® rasgos de enfermedad mental¡±.
No pod¨ªa mostrarlos: no la padec¨ªa. La sentencia considera probado que el asesino estuvo ¡°afectado en las funciones implicadas en la capacidad procesal¡± solo tras el intento de suicidio, despu¨¦s de consumar el asesinato de su mujer en el hospital. Y precisa que fue evolucionando favorablemente. "Entend¨ªa que Isabel le pertenec¨ªa y que pod¨ªa disponer de su vida¡±, sentenci¨® el fiscal en el juicio. La Audiencia de Ourense sostiene que en el momento de cometer los hechos, Aniceto ten¨ªa sus capacidades intelectivas y volitivas ¡°plenamente conservadas¡±.
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