Espa?a, el protestantismo y las mujeres
"La Reforma contin¨²a", proclama el manifiesto del multitudinario congreso de las iglesias protestantes en Madrid
"La Reforma contin¨²a". Esta es la principal conclusi¨®n del VIII Congreso Evang¨¦lico celebrado esta pasada semana en el Wizink Center (antiguo palacio de deportes), en Madrid. "Pastores y l¨ªderes, hombres y mujeres de distintos niveles de responsabilidad ministerial y representatividad, nacionales y extranjeros han reflexionado sobre la fe, los principios y los valores del protestantismo con una mirada puesta en sus ra¨ªces hist¨®ricas, a fin de analizar los desaf¨ªos del presente y proyectarse hacia el futuro", subraya el primer p¨¢rrafo del documento final. Paralelamente a los debates, los protestantes han desarrollado otras muchas actividades con participaci¨®n, en ocasiones, de m¨¢s de 7.000 personas.
"La Reforma protestante iniciada hace 500 a?os es un movimiento que transform¨® la realidad de la Iglesia cristiana y de la sociedad occidental. La traducci¨®n de la Biblia a las lenguas vern¨¢culas permiti¨® que las ra¨ªces de la Reforma se hundieran en las Escrituras", concluyen los congresistas, unos mil pastores y te¨®logos llegados de varios continentes. "La Iglesia es iglesia en sociedad". En consecuencia, los protestantes reclaman y subrayan "la necesidad de abandonar el gueto, al que las iglesias evang¨¦licas fueron relegadas por el franquismo".
Ante los desaf¨ªos que afronta la sociedad del siglo XXI, 500 a?os despu¨¦s de que Lutero clavara sus 95 tesis en la puerta de la Iglesia del Castillo de Wittenberg (Alemania), el Congreso Evang¨¦lico se suma a las iniciativas sociales que denuncian las nuevas formas de esclavitud y trata de personas, as¨ª como contra "toda forma de violencia de g¨¦nero y de discriminaci¨®n de las mujeres". Tambi¨¦n afea "las iniciativas legislativas y sociales que conculquen derechos, en especial los referidos a la libertad religiosa, de expresi¨®n y de conciencia".
Si las conmemoraciones de la Reforma reflejan cada ¨¦poca, puede proclamarse que este 500 centenario se destaca porque, por fin, las mujeres han tomado mando en gran parte de las confesiones. Se ha dicho que el XX fue el siglo de las mujeres. El XXI culmina el proceso. No hay que descartar que la Iglesia cat¨®lica se una al festejo, admitiendo a la mujer al sacerdocio y d¨¢ndole poder en su compleja organizaci¨®n.
El pasado no avala al Vaticano si hacemos caso a lo escrito por muchos de sus principales pensadores. "El protestantismo no es m¨¢s que la religi¨®n de los curas que se casan, as¨ª como el islamismo es la religi¨®n de nuestros escapados de presidio en ?frica", escribi¨® con su, muchas veces, habitual frivolidad Marcelino Men¨¦ndez Pelayo. Cat¨®lico a machamartillo, seg¨²n propia definici¨®n, el pol¨ªgrafo santanderino fue un abanderado del pensamiento cat¨®lico tradicional frente a la Reforma, a la que desprestigia una y otra vez en la Historia de los Heterodoxos¡¯ Tom¨® sus obsesiones antifeministas (¨¦l, que fue impenitente mujeriego) de San Jer¨®nimo y san Agust¨ªn, que relacionaban sexo y herej¨ªa.
La mujer tuvo un papel decisivo en la vida de Jes¨²s y en los primeros a?os del cristianismo, pero en siglos posteriores se impuso un patriarcado que, para consolidarse, impuso la idea de la imbecillitas sexus, de la menor capacidad intelectual de las mujeres. Esto escribe Men¨¦ndez Pelayo sobre los peligros de poder leer la Biblia en lengua vern¨¢cula: "Puestas las sagradas escrituras en romance, sin nota ni aclaraci¨®n alguna, entregadas al capricho y a la interpretaci¨®n individual de legos y de indoctos, de mujeres y ni?os, son como espadas en manos de un furioso, y solo sirven para alimentar ciego e irreflexivo fanatismo".
El religioso suele ser el aspecto m¨¢s conocido de la historia de la Reforma, pero hay otros muchos, en los que Men¨¦ndez Pelayo no quiso (o no pudo) profundizar. Por ejemplo, las corrupciones. La Iglesia romana gozaba hace 500 a?os de un poder enorme en el Occidente, pero muchas cosas ol¨ªan a podrido en su seno. "A principios del siglo XVI, todas las personas importantes dentro de la Iglesia Occidental estaban clamado por reforma", sostiene el profesor de historia de Cambridge, Owen Chadwick, al comienzo de su primer tomo sobre la Reforma. Hab¨ªa corrupci¨®n y superstici¨®n. Los puestos eclesi¨¢sticos se compraban y vend¨ªan. Muchos sacerdotes eran ad¨²lteros, borrachos e ignorantes de las Escrituras. Esto confes¨® Maquiavelo en 1512: "Nosotros los italianos somos m¨¢s irreligiosos y corruptos que otros porque la iglesia y sus representantes nos han dado el peor ejemplo".
Lutero, a diferencia de otros l¨ªderes cristianos de su tiempo como el espa?ol cardenal Cisneros, quer¨ªa m¨¢s que una renovaci¨®n moral. Estaba convencido de que el problema era mucho m¨¢s radical. Hac¨ªa falta una transformaci¨®n doctrinal profunda. Fue la venta de indulgencias y la avaricia econ¨®mica y de poder de los jerarcas cat¨®licos las que provocaron a Lutero a levantar su voz contra la corrupci¨®n religiosa, pero sus 95 tesis son sobre todo teolog¨ªa. Entre otros aspectos, la reforma luterana afect¨® a la mariolog¨ªa y la infantil veneraci¨®n a los santos; a la transubstanciaci¨®n; a la justificaci¨®n mediante la fe y el m¨¦rito humano; a la divisi¨®n ontol¨®gica entre el clero y los laicos; a la autoridad de los libros deutero-can¨®nicos y la libre (y necesaria) lectura de la Biblia; a los siete sacramentos; a la falta de ¨¦nfasis en la predicaci¨®n, y, sobre todo, a la autoridad papal, que la jerarqu¨ªa cat¨®lica ha convertido en asombrosa papolatr¨ªa. "Solo a Dios sea la gloria", contesta la Reforma.
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