Editor hasta el ¨²ltimo suspiro
Polanco tuvo iniciativa empresarial e intuici¨®n pol¨ªtica y humana, editorial y period¨ªstica

Cuando Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, presidente del Gobierno que con tanta sa?a quiso meterlo en la c¨¢rcel a ¨¦l, a Juan Luis Cebri¨¢n y a otros consejeros de Canal +, Jes¨²s Polanco se fue con amigos suyos (Leopoldo Rod¨¦s, Pl¨¢cido Arango, Carlos Fuentes) a la isla de Tenerife, a la esquina desde donde mejor se ve La Gomera.
Una de las noches sus amigos lo rodearon de folclore (canario, mexicano, argentino) y ¨¦l quiso sentir que lo anterior era ruido, una tempestad que hab¨ªa sido tan solo un airecillo. Pero el ruido persist¨ªa, se ve¨ªa en los informativos, se reproduc¨ªa en los peri¨®dicos: Jes¨²s estaba all¨ª, sin pasaporte, subiendo y bajando su imagen (y las de sus colaboradores, Juan Luis Cebri¨¢n, Jos¨¦ Mar¨ªa Aranaz, tantos¡) por los telediarios, de TVE perseguido por un delito (la supuesta apropiaci¨®n del dinero de los dep¨®sitos de los descodificadores de Canal +) que no lo era¡
Y una de esas ma?anas estaba, especialmente triste, mirando la silueta rotunda de la isla de La Gomera. ?C¨®mo est¨¢s, Jes¨²s?, le preguntaron, y ¨¦l respondi¨®:
¡ªAnte este paisaje ?c¨®mo voy a estar? Estoy muy bien.
Estaba muy mal.
Esa fue una herida horrible; la impresi¨®n era que nunca se recompuso de los efectos de esa tempestad marcada desde el poder para destruirlo. No se percib¨ªa que guardara rencor, pero aquel suceso tan largo, tan magnificado por los medios y tan consistente como maldad, lo dej¨® herido por una pu?alada salvaje.
Diez a?os despu¨¦s, en 2007, Polanco intervino ante una junta de accionistas de PRISA. Le preguntaron sobre el momento pol¨ªtico, con el PP a las puertas del Gobierno. Se le solt¨® la lengua, ¨¦l lo reconoci¨®, y advirti¨® de sus dudas con respecto al car¨¢cter de aquel PP en el poder otra vez. Aquello soliviant¨® a los herederos de Aznar, que decretaron un boicot con el que se intent¨® oscurecer, de nuevo, EL PA?S y las otras empresas del grupo.
Unos meses despu¨¦s de ese incidente muri¨® Polanco. Atr¨¢s dejaba su iniciativa empresarial y su intuici¨®n pol¨ªtica y humana, editorial, period¨ªstica. Esas diatribas que lo acompa?aron en los ¨²ltimos suspiros de su vida no fueron tan duros como la noticia indeseada y triste de la grave enfermedad de su hija Isabel, que morir¨ªa el marzo siguiente. Hasta el ¨²ltimo suspiro la vida no le dio tregua, durante mucho tiempo tuvo arrestos e inventiva para afrontarla; pero al final, en el ¨²ltimo momento, tuvo sobre su ¨¢nimo la presencia abrumadora de esa definitiva oscuridad, de esa tristeza.
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