Blesa se suicid¨® en la finca que le sirvi¨® para refugiarse de su ruina vital
El exbanquero se aisl¨® donde hab¨ªa sido feliz, le respetaban, a¨²n le quedaban amigos y menos complicaciones causar¨ªa su muerte
¡°Don Miguel, que no le salga hierba a la vereda¡±. Fue la ¨²ltima frase al expresidente de Caja Madrid Miguel Blesa de la familia propietaria de El Espa?ol, el restaurante de Villanueva del Rey (C¨®rdoba) al que acud¨ªa a veces el exbanquero a comer setas, jabal¨ª, berenjenas y salmorejo. Con esa frase quer¨ªan decirle que frecuentara m¨¢s el local, que se dejara ver m¨¢s por el pueblo. Blesa forz¨® una sonrisa. No iba a ser as¨ª. Hab¨ªa decidido quitarse la vida. Le quedaba medio mes para cumplir 70 a?os (el 8 de agosto) y su expectativa pasaba por pasar el ¨²ltimo tramo de vida en la c¨¢rcel y seguir soportando el odio diario de los afectados por su gesti¨®n. No lo iba a permitir. Ocult¨® a su familia sus intenciones y tom¨® la decisi¨®n de acabar en el lugar donde siempre hab¨ªa sido feliz, le respetaban, a¨²n le quedaban amigos y menos complicaciones causar¨ªa su muerte.
A su esposa, Gema G¨¢mez, y su hija, Cus Blesa Portela, no les hab¨ªa dicho ni insinuado nada. Ninguna de las dos ha declarado a los agentes haber notado nada extra?o antes del suceso. El d¨ªa que se rompi¨® el coraz¨®n con una de sus escopetas de caza, Ferm¨ªn Gallardo, uno de los gerentes de la finca donde se quit¨® la vida el exbanquero, a quien conoc¨ªa desde hace m¨¢s de 20 a?os, llam¨® a Gema G¨¢mez. ¡°Es muy duro lo que tengo que contarte¡±¡. comenz¨® entre sollozos. Ella lo entendi¨® de inmediato y no pudo o¨ªrlo. Le colg¨® y no volvi¨® a llamarle hasta pasadas unas horas, cuando le contaron los detalles.
Blesa hab¨ªa llegado de madrugada tras una semana de mensajes contradictorios al ingeniero de la finca Rafael Alcaide. Hab¨ªa anunciado y anulado su visita en varias ocasiones. Finalmente, el hombre met¨®dico y ordenado que conoc¨ªan, llam¨® desde el coche para advertir que llegar¨ªa sobre las dos de la madrugada del mi¨¦rcoles 20. ¡°Siempre llegaba a primera hora de la ma?ana o por la tarde temprano. Nunca de madrugada¡±, explican los encargados de la finca.
Lleg¨® aparentemente tranquilo, pero sin equipaje. Eso les sorprendi¨® porque era habitual que portara una gran bolsa de viaje. Sin embargo, esta vez, s¨®lo tra¨ªa una camisa y algo de ropa interior. Era totalmente insuficiente si quer¨ªa pasar unos d¨ªas, como hab¨ªa dicho.
Durmi¨® en una de las 14 habitaciones con chimenea de la finca, junto al dormitorio que ocup¨® su amigo Rafael Alcaide. Por la ma?ana se levantaron temprano, a las siete y media, y fueron a desayunar. Miguel Blesa estaba esquivo. Finalmente, pasados veinte minutos, le pregunt¨® al ingeniero si ten¨ªa el tel¨¦fono de la mujer, por si ten¨ªa que llamarla, se lo dio y con la excusa de cambiar el coche de sitio, se ausent¨®.
Logitud de los brazos compatible con el suicidio
Al poco tiempo se oy¨® una detonaci¨®n. Los cinco habitantes de la finca bajaron al garaje y encontraron a Blesa delante del coche, sobre el suelo, junto a su arma y con un tiro en el lado izquierdo del pecho. Se hab¨ªa inclinado sobre el ca?¨®n y se hab¨ªa disparado al coraz¨®n. Los agentes midieron hasta la longitud de los brazos para certificar que la posici¨®n presuntamente adoptada por Blesa para dispararse y c¨®mo encontraron el cad¨¢ver y el arma eran compatibles con el suicidio. La autopsia lo certific¨® 24 horas despu¨¦s.
La presencia de un n¨²mero limitado de testigos, el aislamiento, el uso de un arma propia, el lugar elegido (un garaje separado de la vivienda) y la distancia de cualquier afectado por su gesti¨®n, as¨ª como el haber dejado al margen a sus familiares m¨¢s cercanos, evit¨® complicaciones en la investigaci¨®n de la muerte, que se ha resuelto en escasas horas. La autopsia no lleg¨® a 120 minutos. El ¨²nico disparo directo al coraz¨®n solo hizo corroborar la hip¨®tesis de la Guardia Civil.
Blesa no confiaba en el recurso interpuesto en el Supremo contra la condena de seis a?os de c¨¢rcel impuesta por la Audiencia Nacional por las tarjetas black de Caja Madrid, la l¨ªnea opaca de gasto de la que se beneficiaron responsables de la entidad que presidi¨® entre 1996 y 2010.
Tampoco los otros dos casos pendientes, los sobresueldos en Caja Madrid y de las participaciones preferentes pintaban bien. El ¨²ltimo era el que m¨¢s le dol¨ªa porque al siempre educado banquero le molestaban los insultos y manifestaciones ciudadanas frente a los juzgados. Las preferentes fueron acciones emitidas por las cajas con cl¨¢usulas incomprensibles para la mayor¨ªa de los m¨¢s de medio mill¨®n de clientes que perdieron los ahorros en la adquisici¨®n de un producto financiero de alto riesgo sin saberlo.
As¨ª que Blesa, quien ya hab¨ªa pasado dos veces por la c¨¢rcel, decidi¨® que no iba a terminar sus d¨ªas entre rejas y volvi¨® donde siempre fue feliz. ¡°Tengo que traer aqu¨ª a Chus y al marido¡±, le dijo el exbanquero a Ferm¨ªn Gallardo un mes antes mientras contemplaba la sierra cordobesa al atardecer.
Don Miguel
Puerto del Toro era su refugio: un enorme cortijo con m¨¢s de 1.500 hect¨¢reas de dehesa y olivar, donde todos los empleados le trataban con un profundo respeto. ¡°Don Miguel era extraordinario¡±, afirma uno de los trabajadores, quien no recuerda haberle o¨ªdo quejarse o pedir algo anormal en los a?os de excursiones. Hac¨ªa dos a?os que ni siquiera quer¨ªa salir a cazar. Disfrutaba con el entorno y el aislamiento. A 40 kil¨®metros estaba C¨®rdoba, la capital donde viv¨ªan sus primos hermanos por parte de padre y donde se prepar¨® en su juventud las oposiciones a inspector de hacienda.
All¨ª hab¨ªa sido feliz. Mucho m¨¢s que en Linares, la poblaci¨®n de Ja¨¦n de donde procede la familia Blesa de la Parra, donde hay un pante¨®n familiar y adonde acudi¨® con el expresidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar a enterrar a su madre hace 17 a?os. Pero la ciudad y ¨¦l no se llevaban bien. All¨ª no le mostraban el respeto que le profesaban los guardeses de Puerto del Toro.
Ni siquiera en el pueblo donde se encuentra la finca, Villanueva del Rey, hay unanimidad sobre Blesa. ¡°La mayor¨ªa sabe de ¨¦l por lo que dicen en la tele, porque no ven¨ªa mucho. Pero yo s¨ª le conoc¨ª y era un caballero, una excelente persona¡±, asegura un vecino. El alcalde, Pedro Barba, lo recuerda discreto y deseoso de descansar.
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