En compa?¨ªa de buitres
Un antiguo marino convierte su pasi¨®n por las aves carro?eras en un alojamiento para amantes de la naturaleza. Cada d¨ªa alimenta a cientos de ejemplares
Jos¨¦ Ram¨®n Moragrega tiene claro que lo suyo son los buitres. Desde que su padre le llevaba de ni?o a la peque?a explotaci¨®n forestal de la familia y le advert¨ªa de que no se acercase a los animales si hab¨ªa ganado muerto, siempre quiso estar cerca de ellos. "Yo quer¨ªa verlos, siempre lo quise", reconoce.
Nacido en 1952 en Beceite, un pueblo de Teruel que hoy tiene menos de 600 vecinos, la vida le llev¨® primero a Catalu?a, donde se form¨® para trabajar en el mantenimiento el¨¦ctrico y electr¨®nico de un barco. "Fui marino mercante 17 a?os y conoc¨ª mucho mundo, una ¨¦poca rom¨¢ntica, pero soy un hombre de monta?a. Tampoco me ve¨ªa a los 65 cruzando la Diagonal". As¨ª que, primero, mont¨® una granja de conejos en una mas¨ªa que le encarg¨® comprar a su padre. "Le cost¨® encontrarla. No quer¨ªa seguir lejos y no ver crecer a mi hija. Esa misma mas¨ªa, el Mas de Bunyol, es donde estamos ahora". All¨ª, junto a Valderrobres, uno de los pueblos m¨¢s hermosos de la desconocida comarca turolense del Matarra?a, una localidad de unos 2.300 habitantes, pas¨® con naturalidad y paciencia de conejos a buitres.
"Como quer¨ªa verlos, les dejaba los conejos muertos, pero ellos ni los tocaban", recuerda. "Unos tres a?os despu¨¦s, trajinando en una nave, de pronto not¨¦ c¨®mo se oscurec¨ªa el interior. Era que estaban volando cerca y su gran envergadura ensombrec¨ªa la ventana. Me asom¨¦ y los vi a unos 80 metros. Hab¨ªa m¨¢s o menos una docena de la colonia que exist¨ªa en una pared de aqu¨ª detr¨¢s. Casi se me salt¨® el coraz¨®n", prosigue.
Esta vez -un d¨ªa de comienzos de agosto- han bajado a comer a la mas¨ªa entre 350 y 400 ejemplares. "Digamos que es un d¨ªa medio alto. Ayer, que hab¨ªa gente extra?a en la reserva, estaban estresados y casi no baj¨® ninguno". Los buitres, casi siempre leonados (Gyps fulvus), llegan hasta all¨ª desde cualquier lugar de Arag¨®n, pero tambi¨¦n de los Pirineos franceses.
"Si pasan por aqu¨ª, ven que hay muchos cong¨¦neres planeando y se acercan pensando que hay comida. Hace unos d¨ªas, vimos un buitre negro. Para ellos debe ser como una concentraci¨®n motera o un festival".
Cada ma?ana a las nueve, excepto cuando llueve, Buitreman, como le llaman en la zona, les echa unos 200 kilos de carne que consigue cada dos o tres d¨ªas en el matadero. "Tengo permiso del Gobierno de Arag¨®n para que, en vez de incinerarla, me la den. Es una fracci¨®n muy peque?a de lo que queman cada d¨ªa", indica.
Para los animales supone "un aperitivo, un est¨ªmulo. Tienen que seguir comiendo por su cuenta; con lo que les doy no tendr¨ªan bastante". Nervudo, de hablar pausado, Moragrega muestra esa alegr¨ªa de quien ha logrado hallar su sitio en el mundo.
"Con los conejos nos fue bien, sobre todo gracias a un sistema de recogida autom¨¢tica y limpieza de excrementos de las jaulas que invent¨¦ y que comercializ¨® una empresa". Pero ese negocio, que puso en marcha en 1990, empez¨® a ir cuesta abajo. Para ese momento, los buitres ya se hab¨ªan acostumbrando a su presencia, por lo que decidi¨® abandonar la cr¨ªa de conejos y abrir la mas¨ªa al p¨²blico y que este pudiese observar libremente a los animales planeando y aliment¨¢ndose. Eso fue en 2005. Ahora ofrece alojamiento -"seis habitaciones, cama y desayuno"- que ocupan, sobre todo, fot¨®grafos de naturaleza y amantes de los buitres. Desde una habitaci¨®n con bancos y grandes cristaleras para no molestar a los animales, se puede seguir el espect¨¢culo de su presencia durante poco m¨¢s de media hora.
Buitreman entra con la carretilla llena de despojos y se ve de inmediato rodeado por centenares de aves. "Estoy tan emocionado, es tan potente la historia, que no pienso nada", dice. "Me limito a hacerlo todo siempre exactamente igual, siguiendo el mismo ritual. No quiero que haya ninguna interrelaci¨®n, porque mi meta es que sigan teniendo miedo al hombre. No quiero hacer teatro con ellos ni que esto sea una granja de pollos o un parque tem¨¢tico", concluye.
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