Manolo V, un polaco en la Corte
V¨¢zquez Montalb¨¢n jam¨¢s adivin¨®, ¨¦l que adivinaba tanto, que Catalu?a iba a tener el 1 de octubre, durante d¨¦cadas el D¨ªa del Caudillo
Las cosas que se le ocurr¨ªan a Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n... Cu¨¢ntas cosas cab¨ªan en la cabeza del poeta. Ahora que una alcaldesa catalana ha puesto otra vez a Espa?a en manos de Franco (estamos como entonces, dice), se le puede recordar lo que se preguntaba este Manolo V, el Empecinado: ¡°?Contra Franco viv¨ªamos mejor?¡±. Le han hecho coro a la alcaldesa: ella lo buscaba. Franco fue un desastre al que quieren hacer rentable.
Claro, el poeta no lleg¨® a estos tiempos en que Franco resucita; el dictador lo meti¨® en la c¨¢rcel, mat¨® a much¨ªsima gente, en la guerra y despu¨¦s. Jam¨¢s adivin¨®, ¨¦l que adivinaba tanto que adivin¨® hasta su adi¨®s en Bangkok, que Catalu?a iba a tener el 1 de octubre, durante d¨¦cadas el D¨ªa del Caudillo, una fecha tan ruidosa. Qui¨¦n sabe si ese d¨ªa se usa (van camino de ello los alcaldes del coro) para se?alar que en esa fecha (con la ayuda de Iglesias y de Colau, voluntarios en la funci¨®n) no s¨®lo cae Espa?a sino que tambi¨¦n cae, otra vez, el Iscariote.
Uf, momentos duros para la poes¨ªa. Cuando Pujol se fue a Lituania a buscar una luz que alumbrara su ambici¨®n de ser m¨¢s audaz que Tarradellas, Manolo V tuvo una buena ocurrencia en la ¨²ltima de EL PA?S. Como quiera que all¨ª presid¨ªa un tal Vitautas Landsbergis, el Empecinado arranc¨® as¨ª su columna: ¡°Todo Vitautas tiene su Landsbergis¡±. Pues as¨ª hab¨ªa vuelto Pujol de la excursi¨®n a la ex Uni¨®n Sovi¨¦tica: sin Vitautas y sin Landsbergis, sin manos donde apoyar su bandera.
La m¨¢s emocionante de las met¨¢foras de Manolo V fue la que contiene un libro memorable al que la gente no le hizo tanto caso. Se titula Un polaco en la Corte del rey Juan Carlos (Alfaguara, 1996). Fue un formidable esfuerzo de investigaci¨®n de este escritor extraordinario cuya responsabilidad civil estuvo unida a la inteligencia, y que fue uno de los m¨¢s ingeniosos de este pa¨ªs de brochazos. Ese libro le llev¨® a la Corte, en efecto, y habl¨® con todo dios, del Rey abajo, mientras Aznar asum¨ªa el poder a lomos de Pujol, despu¨¦s de que en G¨¦nova se gritara ¡°?Pujol, enano, habla castellano!¡±. Ah¨ª explica lo que es un polaco (el soldado que habla catal¨¢n, y al que los reclutas y oficiales zahieren llam¨¢ndolo polaco porque su lengua suena como ese idioma del lejano Este). Ah¨ª explica Manolo de d¨®nde es:
¡°?Soy un polaco? Mi abuelo paterno era un cantero gallego; el materno, un murciano guardia de la porra jubilado por la ley de Aza?a, al que le sali¨® una hija separatista catalana y anarquista. ?Soy un polaco? Tengo ra¨ªces en demasiadas gentes de Espa?a, y Espa?a es sus gentes, no sus l¨ªmites geopol¨ªticos ni simb¨®licos. Sus gentes son mi gente, y hacia ellos siento la comuni¨®n [...] de los nacidos d¨¦biles, eso que hace alg¨²n tiempo se llamaba ¡®condici¨®n humana¡¯ [...]. S¨ª, soy un polaco¡±.
Un polaco en la Corte. Leerlo es abrazar la idea con la que hizo el libro, para entender un pa¨ªs que ya no se acordaba de Franco, la peor bestia de Manolo V.
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