Mar¨ªa Teresa, la rebeld¨ªa democr¨¢tica
"Risue?a con los amigos pero firme con los principios; vacilaba poco y nunca la vi temblar, ni siquiera cuando los criminales la esperaron en la puerta de su casa y dispararon a su marido Jos¨¦ Ram¨®n"

Dice la sabidur¨ªa popular que la buena esencia se vende en frasco peque?o. No hubo esencia mejor ni m¨¢s valiente de aut¨¦ntica democracia que la contenida en el peque?o frasco que fue el cuerpo de Mar¨ªa Teresa Castells. Hoy pasan por rebeldes democr¨¢ticos muchos que lo son en realidad contra la democracia. El ¡°a m¨ª no me gusta¡±, el ¡°no es lo que yo quiero¡±, bastan para justificar sublevaciones de mentirijillas, que desaf¨ªan leyes leg¨ªtimas como si fueran normas dictatoriales. Pasan por aut¨¦nticos insurgentes los fantoches sin riesgo de la democracia de los caprichos. Mar¨ªa Teresa Castells fue rebelde por democracia en otra ¨¦poca, en la que se luchaba por la legalidad y no contra ella, por la libertad de los libros y los lectores, por las ideas sin bozal y sobre todo por una Espa?a de todos y para todos, no por una ¡°Espa?ita¡± para cada cual que quisiera medrar entre los de su pueblo.
Sin gente como ella, como su marido Jos¨¦ Ram¨®n Recalde, como su amigo y colaborador Ignacio Latierro, no hubiera habido Lagun, y sin Lagun nos hubiera faltado El ?lamo desde el que resistir contra la antropofagia etarra, a la que tantos alabaron y subvencionaron bajo cuerda para que se acordase de ellos cuando llegase su reino.
Mar¨ªa Teresa era risue?a con los amigos pero firme con los principios: vacilaba poco y nunca la vi temblar, ni siquiera cuando los criminales la esperaron en la puerta de su casa y dispararon a Jos¨¦ Ram¨®n. Entonces ser dem¨®crata era un poco m¨¢s dif¨ªcil y menos confortable que ahora, cuando cada uno puede inventarse una democracia a su capricho. Entonces no tener miedo no era un refr¨¢n del postureo, sino el compromiso de no fallar cuando se necesitaba permanecer alerta y disponible. As¨ª estuvo ella hasta el final, con Jos¨¦ Ram¨®n, con sus hijos, con sus amigos y compa?eros, sola, cuando y como hizo falta. Dicen que ha muerto atragantada. ?C¨®mo la comprendo! Yo me he atragantado incluso dos veces esta ma?ana, leyendo mi peri¨®dico...
Mi amigo Felipe Colavidas, bilba¨ªno, escribe en la Red: ¡°Teresa Castells, otra a la que por su valor e integridad muchos le debemos mucho. Descanse en paz¡±. Am¨¦n.
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