Putin: im¨¢n y troll

Hoy por hoy, los n¨²meros no hacen de Rusia una naci¨®n de primer orden. Fuera del ¨¢mbito estrictamente militar, el ¨¢rea de influencia pol¨ªtica y cultural del pa¨ªs est¨¢ sustancialmente limitada. Su PIB es menor al de Italia, a pesar de tener m¨¢s del doble de poblaci¨®n. Y las perspectivas de crecimiento a largo plazo no son halag¨¹e?as. Menos todav¨ªa bajo un r¨¦gimen que cada vez deja menos espacio para la creatividad ni para la libertad. Pero Rusia mantiene adversarios de la misma escala que hace d¨¦cadas, entre los cuales se cuenta no s¨®lo EEUU, sino tambi¨¦n la Uni¨®n Europea y sus estados miembros. Una estrategia eficiente para plantar en relaci¨®n con un enemigo superior es, sencillamente, aprovechar sus agitadas aguas internas. Atraer todo aquello que pueda desestabilizar al adversario, fomentarlo. Y, si se puede, alimentarlo.

Este movimiento se parece al de un im¨¢n que arrastra hacia s¨ª todo aquello que tiene carga negativa. No genera problemas por s¨ª mismo, pero s¨ª los revuelve. Porque si un im¨¢n se queda quieto, poco efecto tiene. Es aqu¨ª cuando se activa la fase troll de la estrategia. Igual que quien entra a gritar en una discusi¨®n que ya era acalorada de por s¨ª, el Kremlin emplea a las piezas que ha ido atrayendo como herramientas de disrupci¨®n. No crea nada por s¨ª mismo. Ni siquiera aspira a dejar a la vista la traza de su influencia (salvo en contadas ocasiones). Sencillamente, trolea por interposici¨®n. Assange en sirve igual en Catalu?a que en el Reino Unido, o que en Estados Unidos. Como sirven miles de cuentas falsas en las redes, de cuya organizaci¨®n en torno al gobierno ruso dio buena cuenta el investigador Adrian Chen en su paralizante ¡®The Agency¡¯.

El resultado es un juego de espejos en el que resulta dif¨ªcil dirimir responsabilidades. Cuando se se?ala la participaci¨®n de agentes influidos por Putin en eventos que rompen la estabilidad en estados occidentales (el Brexit, la elecci¨®n de Trump, las presidenciales francesas, el 1-O), la respuesta del otro lado es un sarcasmo casi autom¨¢tico: ¡°s¨ª, claro, como si Rusia pudiese controlarlo todo¡±. Es decir: se construye un hombre de paja en torno a la acusaci¨®n original, basado impl¨ªcitamente en la debilidad de la que habl¨¢bamos al principio. ?C¨®mo puede Putin, parecen decir, manipular tanto y tan lejos si su pa¨ªs est¨¢ tan disminuido como parece? Precisamente porque no lo hace. No controla los procesos, sino que se sumerge en ellos para remar a favor de la corriente destructora. Ese es el peligro de Putin: ha sabido encontrar la manera de transformar su aparente debilidad en fuerza desestabilizadora. Sus socios, por muy involuntarios que sean, deber¨ªan tener en cuenta qui¨¦n es su compa?ero de viaje.