¡°Parec¨ªa que nos estaban bombardeando¡±
Los vecinos de As Neves (Pontevedra) lucharon durante todo el domingo contra las llamas. Han perdido casas, coches y negocios
A la aldea de Rubi¨®s Alto, en la provincia de Pontevedra y a pocos kil¨®metros de la frontera con Portugal, no llegaron los bomberos. Con cientos de frentes abiertos, la jornada del domingo -una de las m¨¢s incendiarias que recuerda Galicia- decenas de aldeas quedaron enfrentadas a las llamas a su suerte. ¡°Ya por la ma?ana ve¨ªamos una neblina rara, como humo, y pensamos que podr¨ªa ser de alg¨²n incendio en Portugal¡±, cuenta Luis se?alando hacia el horizonte, en direcci¨®n al pa¨ªs hermano. Luis, de 44 a?os, es vecino de la aldea. Vive con su mujer, su madre y un hijo en una casa de piedra donde todav¨ªa pueden verse las sombras negras del calor de las llamas. ¡°Tambi¨¦n hab¨ªa ceniza en el aire. Era como una sensaci¨®n as¨ª rara de que algo iba a pasar¡±. Y pas¨®.
Sobre las dos de la tarde unos gritos de vecinos levantaron a Luis y a su familia de la mesa. ¡°Hab¨ªa llamas en distintos puntos. As¨ª que nos pusimos a intentar sofocar las que estaban m¨¢s cerca de las casas¡±. Los vecinos, pertrechados con cubos de agua, regaderas y mangueras arrancaron una batalla desigual. Las llamas crec¨ªan tan r¨¢pido como el p¨¢nico. Algunos vecinos gritaron horrorizados cuando vieron salir corriendo ovejas y gallinas envueltas en llamas. "A una vaca tuvimos que echarle varios cubos de agua encima porque se nos abrasaba".
¡°Pero era imposible. Te ibas a apagar un foco y aparec¨ªan cuatro nuevos. A poco que soplaba el viento se multiplicaban. Era como si nos estuvieran bombardeando¡±. Su hijo a?ade: ¡°Como si nos estuvieran cayendo meteoritos¡±. A Luis se le quem¨® un galp¨®n y a sus vecinos, el garaje. Pero entre todos lograron controlar la situaci¨®n sobre las once la noche. ¡°De los bomberos ni rastro¡±, se queja. ¡°Y llamamos unas 40 veces al 112¡±.
¡°Es un milagro que solo haya cuatro muertos¡±
"Yo iba corriendo por la carretera y las llamas me adelantaban por la cuneta. Iban rapid¨ªsimo"
La escena se repiti¨® durante el domingo en gran parte de Galicia. El caos incendiario fue tan grande que los servicios de extinci¨®n se vieron superados. ¡°Aqu¨ª a¨²n los estamos esperando¡±, dice Alejandro Alonso, un joven de Tortoreos, otra aldea cercana a la frontera de unos 300 habitantes. ¡°Yo entiendo que era imposible atender todos los frentes, pero es que aqu¨ª no ha aparecido nadie ni a preguntar si estamos bien¡±. Alejandro, junto con el resto de vecinos de Tortoreos, se pas¨® la tarde corriendo con cubos y mangueras para salvar la aldea. ¡°Lo incre¨ªble es que hayan muerto solo cuatro personas. En Portugal murieron treinta y pico ?no? Es que es un milagro que no haya pasado lo mismo en Galicia. Nosotros estuvimos por lo techos de las casas echando agua en las vigas, tir¨¢ndonos al monte a parar el avance¡ Nos jugamos la vida¡±.
Y, pese a ello, no pudieron defender todas. La de Paco y Carmen luce esta ma?ana de lunes reducida a escombros, todav¨ªa humeante, con una cinta que impide el acceso. Peque?as llamas todav¨ªa flamean en lo que hace unas horas era el suelo de la cocina. Se distingue el horno calcinado y algunos electrodom¨¦sticos retorcidos por el calor. Cada poco tiempo se desprende una nueva viga o resto de muro. La casa se desmembra a c¨¢mara lenta. ¡°Cay¨® algo en el tejado y empez¨® a arder¡±, explica ?ngeles Tarrago, la vecina de la casa de al lado. ¡°Menos mal que Paco y Carmen ya hab¨ªan salido. Ahora est¨¢n en casa de un hijo, en Ponteareas, pero lo han perdido todo. Han perdido toda su vida¡±.
La propia casa de ?ngeles sobrevivi¨® de milagro. ¡°Los eucaliptos que tengo enfrente estaban ardiendo. El calor era terrible y me ha quedado grabado el sonido. El ruido que hacen las llamas. Todav¨ªa me parece escucharlo. Oigo cualquier cosa y me da un vuelco el coraz¨®n pensando que vuelve el fuego¡±. A ?ngeles le convenci¨® su hija de que hab¨ªa que abandonar la casa. ¡°Ya est¨¢bamos rodeadas y yo no quer¨ªa dejar la casa porque es lo ¨²nico que tengo. En ese momento pensaba que prefer¨ªa morir a perder todo lo que tengo. Pero gracias a mi hija nos fuimos y cuando regresamos por la noche vimos que resisti¨®¡±. ?ngeles se tapa la boca con la mano. ¡°Qu¨¦ desgracia por Dios. Qu¨¦ desgracia¡¡±.
El refugio de Manolo que salv¨® 26 vidas
Recorrer el Concello de As Neves (donde se sit¨²an las aldeas mencionadas y una de las zonas cero de los incendios del domingo) es avanzar por un paisaje de posguerra. Galpones, establos y garajes derruidos, paradas de autob¨²s calcinadas, se?ales de tr¨¢fico derretidas por el calor¡ En las cunetas hay utensilios de cocina y muebles calcinados, los quitamiedos est¨¢n doblados por las llamas y columnas de humo agonizantes llenan todos los montes. En el ambiente flota la ceniza y todo est¨¢ impregnado por un olor a quemado que se pega a la ropa.
La mayor parte del suelo de As Neves est¨¢ calcinado. Muy cerca del Ayuntamiento, Bea, una vecina, estaba viendo la televisi¨®n. Fue su hija peque?a quien le grit¨® que hab¨ªa fuego en las ventanas del sal¨®n. ¡°Me levant¨¦ y vi que estaban entrando en casa. Literal. Cerr¨¦ las persianas, cog¨ª toallas empapadas y sal¨ª en coche con mis hijos. Lo que yo viv¨ª mientras avanzaba en coche no lo voy a olvidar nunca¡±. Bea guarda silencio y traga saliva. ¡°Gente llorando y corriendo por las carreteras mientras el fuego se levantaba por todos lados, coches carbonizados por las cunetas¡ Yo es que cre¨ª que no lo cont¨¢bamos¡±.
¡°Mira, dentro de la desgracia, tenemos que dar gracias que no hay vecinos muertos¡±. Lo dice Manolo N¨²?ez, que sac¨® a sus suegros de casa a la carrera. ¡°Fue tan impresionante que la gente no lo va a creer cuando lo cuente. Yo iba corriendo, y por el campo de al lado me adelantaba el fuego. Corr¨ªa m¨¢s que yo. Girabas la cabeza y ya hab¨ªa tres fuegos m¨¢s¡±.
Recorrer el sur de Galicia estos d¨ªas es avanzar a trav¨¦s de un paisaje de coches calcinados, casas derruidas y montes negros y humeantes
Manolo cuenta su periplo con los ojos h¨²medos y con unas enormes ojeras que los enmarcan. Los incendios han devorado la nave de fontaner¨ªa que ten¨ªa y con la que se ganaba la vida. ¡°Lo he perdido todo, no tengo nada para sobrevivir de aqu¨ª en adelante¡±.
Manolo intent¨® salvar la nave, pero un vecino le detuvo. ¡°Me agarr¨® y me dijo ¡®olv¨ªdate de la nave, salva tu casa¡¯. As¨ª que regres¨¦ a casa y me puse con el resto de los vecinos a sofocar fuegos¡±. La casa de Manolo es de piedra y cuenta con una bodega subterr¨¢nea. ¡°La usamos de refugio. Fuimos a buscar a todos los vecinos mayores de la parroquia y los metimos ah¨ª. En total, aqu¨ª pasaron la noche 26 personas. Yo mientras cupiese gente, bienvenidos eran¡±.
Y mientras los vecinos mayores aguardaban en la bodega asegurando no haber visto tal cosa en 80 a?os de vida, Manolo y su mujer trataban de salvar la casa. ¡°Hubo un momento que las llamas nos rodearon por completo. Hasta unos ¨¢rboles de mi jard¨ªn prendieron. Pero por suerte pudimos defenderla y el fuego avanz¨® monte arriba. Es que ayer el fuego se mov¨ªa m¨¢s r¨¢pido que una persona corriendo, no te lo digo exagerando¡±.
En mitad de la conversaci¨®n, a pie de su casa, llega andando, bast¨®n en mano, su madre. Manolo y ella se abrazan y la mujer rompe a llorar. ¡°Qu¨¦ miedo pasamos¡±, gime entre l¨¢grimas. ¡°Qu¨¦ miedo¡¡±.
Solo unos minutos despu¨¦s, los gritos de otro vecino interrumpen de nuevo la charla. Manolo gira la cabeza y ve un peque?o fuego -otro m¨¢s- frente a su casa. Corre a por un cubo y, con la ayuda de otro hombre, lo sofocan. ¡°Son restos que quedan y que vuelven a prender¡±, dice recuperando el aliento. Alrededor, se dirija a donde se dirija la vista, columnas de humo llenan el paisaje y las laderas.
Manolo solo ha dormido una hora. Se ech¨® su jard¨ªn al amanecer. ¡°Pero enseguida gritos a lo lejos o gente corriendo, as¨ª que apenas cerr¨¦ los ojos. La cosa ya est¨¢ calmada y el fuego se fue, pero el miedo se qued¨®¡±.
Este lunes As Neves segu¨ªa sin luz ni agua. A la espera de calibrar los da?os y comenzar el trabajo por recuperar el monte y las casas perdidas. ¡°Esto para nosotros es como haber recibido un ataque terrorista. Estamos destrozados y esto no puede volver a pasar. Que lo sepan los pol¨ªticos o quien lo tenga que saber. No puede volver a pasar¡±.
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