Un zarpazo de fuego a la mayor población de osos
Los incendios del sureste de Asturias calcinan zonas de cría y corredores de paso de los plantígrados
La tormenta de fuego que durante días hizo arder el sureste de Asturias ha dado un zarpazo, en forma de llamas y humo tóxico, a la población de oso pardo más importante de la cordillera Cantábrica. El núcleo de 200 plantígrados que se concentran en esta parte del Principado —hay otros 50 ejemplares en la parte oriental— y cada vez se deja notar más en el norte de Castilla y León y parte de Galicia sufrió un golpe directo en el corredor osero de Leitariegos, terreno boscoso de robledales maduros entre monta?as de orografía insalvable que comunica Asturias con León y Lugo. Varias zonas de cría e hibernación también han sido calcinadas.
“Se ha producido un impacto clarísimo que afecta al núcleo principal de población de osos”, afirma Pablo García, director conservador del Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Dega?a e Ibias. En su interior se encuentra la reserva de Muniellos, un robledal de 56 kilómetros cuadrados (el 10% del parque) al que la lluvia y la persistencia de los voluntarios y servicios de emergencias salvaron de la quema. “Muniellos no se ha visto afectada pero sí lo fue el cinturón que lo rodea, la vertiente que se extiende por los concejos de Ibias, Dega?a y Cangas del Narcea. Allí hay especies emblemáticas... La situación es muy decepcionante”, no esconde García. Aunque todavía no hay cifras oficiales las primeras estimaciones de los expertos consultados calculan que han ardido más de la mitad de las 4.000 hectáreas de la sierra de Dega?a Monte Raso, donde se produjo el foco más virulento cerca de Muniellos. Se desconoce el área quemada en la otra treintena de incendios. “Lo que se quemó ya lo perdimos, nos espera un futuro negro”, lamenta Víctor García, vecino de 25 del Tablado que combatió durante 28 horas el fuego encima de su pueblo. La imagen de ver “estallar” un roble centenario tras otro, “lanzando llamas de 30 metros”, le perseguirá “de por vida”.
La extinción o control de los 35 incendios que desde el fin de semana ti?eron de cenizas el cielo de Asturias y prendieron un área que se calcula en miles de hectáreas confirmó los augurios más lúgubres de los responsables medioambientales del Principado y de organizaciones como la Fundación Oso Pardo (FOP). “El entorno que rodea a Muniellos ha sufrido la parte más cruda. Por ejemplo, se han calcinado o cocido los robledales que daban bellotas a los osos. También les dejó sin arbustos que les aportaban frutos con los que enriquecen su dieta, vitales para hibernar”, explica Elías Suárez, de 36 a?os y encargado de la patrulla de la FOP en la zona occidental del Parque Natural de las Fuentes del Narcea. Todavía tiembla cuando recuerda cómo el lunes las nubes de humo no dejaban pasar los rayos del sol. “No cantaban los pájaros, no se oía nada... Parecía el fin del mundo”, asiente. “El ciclo del oso pardo se vio da?ado de forma directa”, concluye García. A eso hay que a?adir el estrés al que se vieron sometidos los animales. “Anda que no han tenido que moverse osos, lobos y todo lo que tuviera vida estos días huyendo de un lado a otro”, decían la noche del lunes en el centro de mando de los incendios más graves.
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