Di¨¢logo
El recurso al "di¨¢logo" pol¨ªtico carece de sentido si no examinamos cual es su significado real
Los desplazamientos sem¨¢nticos son habituales en la historia del lenguaje. Recordemos lo ocurrido con la palabra inglesa pub, que de importaci¨®n de una f¨®rmula t¨ªpicamente brit¨¢nica de sociabilidad pas¨® finalmente a designar los prost¨ªbulos de carretera. Con el empleo pol¨ªtico de la palabra "di¨¢logo" ha sucedido entre nosotros algo parecido. El di¨¢logo social y pol¨ªtico es en principio una forma de relaci¨®n saludable. Sin embargo, en los a?os de plomo dominados por ETA, su significado fue girando ya hasta convertirse en un arma arrojadiza contra quienes, como las manos blancas de entonces, opon¨ªan la firmeza de la defensa de la paz y el antiterrorismo a las pretensiones de "di¨¢logo", aparentemente sin objetivos precisos, en realidad como concesi¨®n de un pie de igualdad a los criminales de la banda frente al mantenimiento del Estado de derecho. Esto quiere decir que el recurso al "di¨¢logo" pol¨ªtico carece de sentido, o incluso es una siniestra enga?ifa, si no examinamos cual es su significado real, quien lo propone y con qu¨¦ objetivos. Es la diferencia con "negociaci¨®n", vocablo que por s¨ª mismo apela de inmediato a explicar cu¨¢les son sus t¨¦rminos concretos.
El dilema planteado por Puigdemont, "di¨¢logo o represi¨®n", es un ¨®ptimo ejemplo de esa utilizaci¨®n fraudulenta del t¨¦rmino. Pudo el president, en cualquier momento, desde el d¨²o con Ada Colau hasta el ultim¨¢tum encubierto que ahora dirige a Rajoy, anunciar su disposici¨®n a negociar, aparcando para emprenderlo su cerril voluntad independentista. Pero en contra de lo que crey¨® leer err¨®neamente Iceta, de lo que para seguir en su labor de zapa minti¨® Iglesias, y de lo que para dar tiempo a la conciliaci¨®n interpret¨® el gobierno, Puigdemont ya proclam¨® la independencia el 10 de octubre, aunque lo cubriera con la cortina de humo del aplazamiento. Su di¨¢logo con el gobierno parte de esa premisa: la independencia declarada. Di¨¢logo es solo entonces llamada a la rendici¨®n del Estado de derecho.
Por eso parlem supone un paso en falso, y no extra?a que coincidan en la defensa del di¨¢logo "blanco" los herederos de aquellos que antes de 1939 clamaban por la paz a cualquier precio, olvidando quien hace imposible aqu¨ª y ahora toda negociaci¨®n al tener todo decidido, con los que desde una izquierda paleol¨ªtica llevan la campa?a soterrada pro-Puigdemont y por esa fractura de Espa?a, nombre para ellos maldito, en espera de que el proletariado haga un remake de 1917; exhibiendo de paso su ignorancia sobre la historia europea. Estamos aqu¨ª ante el mismo "di¨¢logo" que en nombre de su voluntad de opresi¨®n proponen cacicones como Maduro y sus imitadores en "el Estado espa?ol".
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