No digas que fue un sue?o

M¨¢s all¨¢ de haber atracado la democracia a cara descubierta, el error de Puigdemont consiste en haber destruido el sue?o prometido a su "poble". Ha proclamado la independencia en el contubernio parlamentario. Y por esa raz¨®n ha desfigurado la ilusi¨®n que supon¨ªa aspirar a ella. No se ha dado cuenta Puigdemont de que ser independiente representa una degradaci¨®n respecto al fervor de ser independentista.

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Y no s¨®lo por la frustraci¨®n que conlleva toda realizaci¨®n y la consecuci¨®n de cualquier meta, sino porque los catalanes que se han conmovido en los vaivenes de esta farsa de la tierra prometida se percatar¨¢n de que han llegado, aleluya, al lugar en el que ya se encontraban.

Les ocurre a los protagonistas de un cuento ejemplar de Sciascia, tripulantes de una embarcaci¨®n clandestina cuyo patr¨®n les promete llevarlos a Am¨¦rica. Los extorsiona, secuestra sus emociones. Y once noches despu¨¦s de haber salido, de haberle rezado a la Luna, de haberse confiado sus sue?os, ocurre que saliendo de Sicilia han llegado a Sicilia, desconcertados por la familiaridad de la lengua, los lugares, las gentes. Traicionados por el pirata que los embarc¨®.

Hubieran agradecido los catalanes, polizones tambi¨¦n ellos de la Arcadia de Puigdemont, que el sue?o permaneciera vivo. Alcanzarlo con atajos, conspiraciones y delitos, desfigura la propia epopeya, la destruye. Puigdemont la ha trivializado. Se ha plegado a la coacci¨®n de un comando trotskista y al furor de los tuiteros. Ha demostrado ser la triste y mediocre marioneta de Junqueras.

Catalu?a es independiente en el orden ret¨®rico, se ha emancipado de Espa?a en la pol¨ªtica-ficci¨®n. Y semejante placebo aspira encubrirse ahora con una llamada a la resistencia y con la coreograf¨ªa de las movilizaciones organizadas. Catalu?a es una rep¨²blica fantasma, y una comunidad auton¨®mica real cuyo porvenir, credibilidad, seny, madurez, econom¨ªa se ha visto expuesta a una implosi¨®n que ha maniobrado el cinismo de Junqueras.

Tendr¨¢ que responder a su grey del engendro que le ha construido. No ya con la devastaci¨®n de los espacios democr¨¢ticos, con la ferocidad del pucherazo y con la vacua superstici¨®n de la represi¨®n franquista, sino porque ha perseverado en la ruptura sin haber asumido el rechazo de la comunidad internacional, la fuga de la econom¨ªa y el trauma de un pueblo dividido.

Catalu?a no es independiente, pero experimenta al mismo tiempo las peores consecuencias de su anomal¨ªa y excepcionalidad "indepe". En sentido conceptual, por el estupor del oscurantismo nacionalista. Y en sentido pr¨¢ctico, por cuanto el simulacro de una patria ama?ada y malparida ha precipitado una situaci¨®n de aislamiento, de regresi¨®n y de empobrecimiento.

?Y ahora qu¨¦, Puigdemont? Si Catalu?a es independiente y nos deslumbra el fulgor de El Dorado, ?qu¨¦ sue?o va a proponerle a su feligres¨ªa? ?Qu¨¦ nueva anestesia o elixir del amor va a recetar a la muchachada? ?La resistencia al opresor? ?Cu¨¢ndo van ustedes a bajar a la tierra, ocuparse de gobernar, remediar los trastornos que han creado, responsabilizarse de sus fechor¨ªas?

Tendr¨¢ que inventarse un nuevo sue?o, como hizo Scherezade para evitar que el gran visir la decapitara. Es lo que hac¨ªa con todas las mujeres que desposaba. Y Scherezade descubri¨® que su vida depend¨ªa de dejar el cuento abierto. Porque el final era su muerte.