Salvar el bosque con tirachinas
Grupos de voluntarios aprenden a restaurar los montes calcinados en el paisaje donde perpetr¨® sus cr¨ªmenes el "hombre lobo" Romasanta, un LIC masacrado por el fuego
El esp¨ªritu de Masanobu Fukuoka, fil¨®sofo de la agricultura natural que muri¨® en 2013 despu¨¦s de vivir casi un siglo, lleg¨® ayer desde Jap¨®n a la sierra de San Mamede, un paisaje ourensano engullido por el fuego que en el XIX fue escenario de los salvajes cr¨ªmenes del "hombre lobo" espa?ol, Manuel Blanco Romasanta. Y lo hizo en forma de tirachinas fabricado en Portugal, en medio de la espesa niebla helada que coronaba el municipio de Vilar de Barrio. Hab¨ªa expectaci¨®n antes de empezar el d¨ªa, porque el s¨¢bado se hab¨ªa anunciado por WhatsApp la presentaci¨®n mundial de un "exclusivo aparato reforestador de tecnolog¨ªa puntera". Pero el artilugio consisti¨® justo en eso: un buen tirador de madera, con goma el¨¢stica y resistente, posiblemente improvisada con una c¨¢mara neum¨¢tica de bicicleta; capaz de lanzar bellotas, nueces y casta?as a varios metros de distancia, a poder ser en par¨¢bola.
Se trataba de un ingenio restaurador de paisajes masacrados ensayado ya por el gran contador lucense de historias Anxo Moure, pero la aportaci¨®n de Fukuoka para el desastre gallego eran las nendo dango, peque?as bolas de arcilla en las que previamente se introducen semillas aut¨®ctonas. Las esferas acaban rompi¨¦ndose y deshaci¨¦ndose con las primeras lluvias, y sustituyen la acci¨®n de los p¨¢jaros, que comen granos y los dispersan en sus heces. Nada m¨¢s natural, para un territorio arrasado por esas llamas de las que tambi¨¦n las aves huyen. Las nendo dango y el tirachinas son una peque?a esperanza para esta zona del mapa de la Red Natura sepultada de ceniza. Porque cuando el suelo est¨¦ dispuesto a recibir de nuevo la vida, all¨¢ por febrero o marzo, podr¨¢n ayudar a sembrar sin pisar las heridas de la tierra.
"Me estoy planteando construir una catapulta", comenta Xos¨¦ Santos, agente forestal, integrante de Amigos da Terra y vocal del Consello Forestal de Galicia, m¨¢ximo ¨®rgano de representaci¨®n del sector, en el que tambi¨¦n est¨¢ el Gobierno gallego. Santos hace de gu¨ªa y participa en la organizaci¨®n de estos trabajos de restauraci¨®n del monte quemado por iniciativa propia y de los grupos ecologistas a los que pertenece. No lo hace por ninguna orden pol¨ªtica llegada desde un despacho de la Xunta. La de ayer era ya la cuarta vez que decenas de voluntarios trabajaban colocando barreras en la cumbre, a 1.618 metros de altura sobre el nivel del mar, para evitar que las pr¨®ximas lluvias arrastren hasta los r¨ªos ese lodo negro que acaba escupiendo el infierno de los fuegos forestales.
El objetivo de estas sesiones organizadas por Amigos das ?rbores (Amigos de los ?rboles) y otros grupos medioambientales como Amigos da Terra, el Comit¨¦ de Defensa do Monte Galego o Verdegaia, es formar a personas dispuestas a trabajar en los pr¨®ximos meses restaurando otras zonas desoladas. La iniciativa ya ha servido de inspiraci¨®n a grupos constituidos en Baiona (Pontevedra) y el Parque Natural de la Serra do Xur¨¦s (Ourense), mientras las Administraciones anuncian partidas millonarias y comisiones de estudio pero siguen sin dar pasos visibles.
Entre los voluntarios hay profesores, bi¨®logos, estudiantes, gente de a pie de toda Galicia y de fuera. Tambi¨¦n vecinos de la comarca, la m¨¢s envejecida de la comunidad aut¨®noma, que prestan sus aperos, sus tractores y toda su experiencia sobre el monte. Y aunque el tirachinas ayer era la an¨¦cdota, la jornada se dedic¨® de lleno al duro trabajo de cortar a mano arbustos a unos 1.100 metros de altitud, donde no ardi¨® en los d¨ªas negros de octubre, y transportarlos hasta la cima calcinada para construir barreras vegetales contra las temidas riadas en el lugar donde nace el r¨ªo Arnoia, uno de los grandes afluentes del Mi?o.
En vez de pacas tra¨ªdas de Castilla y lanzadas con helic¨®ptero, el m¨¦todo que se ha aplicado en anteriores fuegos en Galicia, aqu¨ª se "acolchan" las vertientes con vegetaci¨®n de la zona, cargada de semillas aut¨®ctonas que ayudar¨¢n luego a la recuperaci¨®n, y con paja de un municipio pr¨®ximo. A pesar de las horas de esfuerzo, de la ropa ennegrecida y el cansancio, cuando acaba el d¨ªa y regresan a sus casas la mayor¨ªa bajan "con rabia e impotencia" por "lo poco" que han podido hacer frente a la descomunal mancha negra de los montes. No es matar moscas a ca?onazos, sino gigantes con tirachinas, pero la semilla de la solidaridad prende y se va extendiendo.
En este LIC (Lugar de Importancia Comunitaria) con abedules, serbales, robles, sauces y ar¨¢ndanos, ahora atacado por los fuegos, hay adem¨¢s mucho que contar, porque se refugiaron los maquis y est¨¢n identificados los escenarios de los cr¨ªmenes de Romasanta. El asesino, que fue bautizado como Manuela por un supuesto s¨ªndrome de pseudohermafroditismo femenino y que pas¨® a la historia como lic¨¢ntropo despu¨¦s de morir de c¨¢ncer de est¨®mago en una c¨¢rcel de Ceuta, reconoci¨® las nueve muertes que se le atribu¨ªan y otras cuatro m¨¢s que nadie le achacaba. La mayor¨ªa eran mujeres y menores a los que embaucaba ofreci¨¦ndoles una vida mejor fuera de Galicia. Los guiaba en el viaje y cuando atravesaban San Mamede, seg¨²n declar¨® en el juicio, se "convert¨ªa en lobo por una maldici¨®n" y los "devoraba". ?l mismo acompa?¨® a los forenses por la sierra, pero apenas aparecieron huesos humanos. Cada jornada de trabajo se ameniza aqu¨ª con ense?anzas sobre la zona, y ayer le toc¨® el turno a la cr¨®nica negra de aquellas muertes.
Ahora, los verdaderos lobos de San Mamede no tienen nada que comer y en los ¨²ltimos d¨ªas vecinos como Amadeo Casado, de Arnuide (Vilar de Barrio), hallaron varias de sus vacas y becerros despedazados por ataques. El Sindicato Labrego Galego denunci¨® la alarma entre los ganaderos y la relaci¨®n directa con los incendios. "El 80% de lo que come el lobo aqu¨ª lo encuentra en el monte", ilustra Santos, "pero ahora se ha quedado sin alimento". "En un incendio medio, se suele decir que mueren unas 300 aves y unos 500 mam¨ªferos". Pero "debido a la urgencia de la situaci¨®n, en los ¨²ltimos incendios se abus¨® mucho de los contrafuegos", un m¨¦todo que frena el avance de las llamas prendiendo una barrera que arde en sentido contrario. Estos contrafuegos, reconoce el agente forestal, son una "trampa mortal con una fort¨ªsima combusti¨®n" que "deja a los animales atrapados sin escapatoria".
Los fuegos son "m¨¢s mort¨ªferos" en Pontevedra
La Sociedade Galega de Historia Natural, un grupo de defensa medioambiental que preside el edaf¨®logo del CSIC Seraf¨ªn Gonz¨¢lez, hizo ayer balance de las personas fallecidas en los ¨²ltimos 34 a?os de incendios forestales en Galicia y concluy¨® que Pontevedra ha sido la provincia m¨¢s golpeada por las muertes. En total, en la comunidad aut¨®noma murieron en estos a?os nueve pilotos de medios a¨¦reos y 18 vecinos y brigadistas en tierra.
La SGHN destaca que la distribuci¨®n de estas 18 v¨ªctimas fue muy desigual entre el periodo 1984-2000 (cuatro fallecidos) y 2001-17 (14 fallecidos): "La mortalidad se triplic¨® en los ¨²ltimos a?os". Pero tambi¨¦n, en relaci¨®n con estos dos periodos, es muy dispar la distribuci¨®n por provincias, porque mientras A Coru?a y Lugo pasaron de cero a una v¨ªctimas y Ourense alcanz¨® dos en cada momento, Pontevedra "quintuplic¨® la mortalidad pasando de dos a 10" fallecidos.
El grupo ha calculado el porcentaje de muertes en funci¨®n a la poblaci¨®n de cada territorio (v¨ªctimas por cada 100.000 habitantes), y ha descubierto que desde 2001 la mortalidad provocada por los incendios forestales es del 0,09 en A Coru?a; del 0,30 en Lugo; del 0,64 en Ourense y del 1,06 en Pontevedra. Esta mayor tasa "no se explica solo por la cantidad de fuegos y superficie quemada", que es similar en A Coru?a y poco m¨¢s de la mitad de los de Ourense. Seg¨²n la SGHN, los fuegos son "m¨¢s mort¨ªferos" en Pontevedra posiblemente porque coinciden con las zonas con "mayores densidades de especies frondosas perennifolias", es decir, dos invasoras como son "eucaliptos y acacias", justo en los territorios m¨¢s habitados.
En estas ¨¢reas hay un gran "desorden", con "propietarios plantando eucaliptos junto a los n¨²cleos de poblaci¨®n y vecinos construyendo viviendas entre eucaliptales". Adem¨¢s, advierten los expertos, "en los eucaliptales es mayor la velocidad de propagaci¨®n de los fuegos (un 50% m¨¢s que en un robledal y un 25% m¨¢s que en un pinar) y el riesgo de aparici¨®n de fuegos secundarios alcanza los tres kil¨®metros de distancia".
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