Crecer despu¨¦s de que asesinen a tu madre
En Espa?a se calcula que, desde 2004, hay m¨¢s de 500 menores hu¨¦rfanos a causa de la violencia de g¨¦nero
Hace ya 20 a?os que Francisco Orantes vio por ¨²ltima vez a su madre con vida. Fue su padre, Jos¨¦ Parejo, el que la asesin¨® en Granada 14 d¨ªas despu¨¦s de que ella contase su historia personal de maltrato en televisi¨®n y se convirtiese en la primera mujer en Espa?a que hac¨ªa p¨²blico un caso de este tipo. El nombre de esta mujer era Ana y su apellido Orantes. Un apellido que siete de sus ocho hijos ¨Cuno de ellos ya ha fallecido- llevan ahora en primer lugar para homenajearla.
Cuando Orantes fue asesinada, Francisco ten¨ªa 19 a?os. Era el menor de sus hermanos y junto a ellos viv¨ªa una sobrina de su madre de 14. Ninguno de ellos recibi¨® ning¨²n tipo de ayuda para superar este momento traum¨¢tico. ¡°Nos dijeron que tendr¨ªamos acceso a un tratamiento psicol¨®gico y asesoramiento legal, pero no recibimos nada. Tampoco ninguna ayuda econ¨®mica. Yo hac¨ªa muy poco tiempo que hab¨ªa cumplido la mayor¨ªa de edad, pero era un cr¨ªo y el epicentro de mi vida era mi madre¡±.
Francisco cuenta que ¨¦l y sus hermanos recibieron ¡°muchos palos¡± por parte de su progenitor, aunque reconoce que m¨¢s grave era el maltrato psicol¨®gico al que los somet¨ªa. ¡°A d¨ªa de hoy todav¨ªa me doy cuenta de qu¨¦ manera me afect¨® esa situaci¨®n. Siempre nos menospreciaba o nos hac¨ªa creer que ¨¦ramos unos in¨²tiles. Muchas veces cuando hago algo bien y alguien me lo reconoce desconf¨ªo, pero me satisface mucho y es una se?al de c¨®mo hac¨ªa que nos sinti¨¦semos¡±, afirma Orantes.
En Espa?a se calcula que unos 500 menores se han quedado sin madre desde que entr¨® en vigor en 2004 la Ley Integral contra la Violencia de G¨¦nero. Muchos vivieron antes esta situaci¨®n sin que quedase registro de casos, ni recibiesen atenci¨®n psicol¨®gica y tampoco ninguna ayuda econ¨®mica. En la actualidad, seg¨²n Diana D¨ªaz, directora del tel¨¦fono Anar (900 20 20 10), un servicio gratuito y an¨®nimo que atiende las consultas de familias, ni?os o adolescentes de toda Espa?a en esta situaci¨®n, son cada vez son m¨¢s las llamadas atendidas por este motivo. ¡°Solo lo que va de a?o han sido 499 en el caso de adolescentes v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero y 2.230 las de menores que han vivido situaciones de violencia de g¨¦nero en elsu entorno. Trabajamos much¨ªsimo a nivel psicol¨®gico. Es b¨¢sico desde el principio. Les damos las pautas de seguridad y les indicamos un plan de acci¨®n que consiste en orientarles sobre c¨®mo pedir ayuda a profesionales y adultos¡±, explica Diaz.
La directora, de este servicio, activo desde hace 20 a?os, los mismos desde el asesinato de Orantes, asegura que el avance de la sociedad en cuanto a c¨®mo tratar este tema es muy destacable. ¡°Es evidente que este problema no se ha erradicado y existe en todos los estratos de la sociedad, pero hemos tomado conciencia. Ahora se identifica y se sabe c¨®mo atajarlo. Antes se ocultaba, se desconoc¨ªa y no hab¨ªa profesionales cualificados. Ahora esto es una realidad¡±.
Francisco Orantes insiste en lo duro que ha sido enfrentarse a ciertos comentarios a lo largo de su vida, cuando este problema no era tan visible ni hab¨ªa tanta conciencia social. ¡°Mucha gente me ha dicho: claro, como vienes de una familia conflictiva o tu apellido es Parejo seguir¨¢s siendo violento. Y eso hace mucho da?o, es como si te pusieran un sello. Nunca he sentido el miedo de ser como mi padre, yo veo a mis hermanos mayores y me veo a m¨ª y no somos as¨ª¡±. S¨ª que uno de sus hermanos, el ¨²nico ya fallecido, tuvo una denuncia por malos tratos de su pareja que el juez desestim¨® bas¨¢ndose en el testimonio de unos testigos. ¡°Fue una discusi¨®n y la cosa qued¨® ah¨ª, pero si mi hermano hubiese sido culpable hubi¨¦semos sido los primeros en acatar la decisi¨®n de la ley¡±, a?ade.
A?os despu¨¦s, ya casado y con hijos, Francisco, animado por su mujer, acudi¨® a un psic¨®logo que le ayudase a superar las sucesivas depresiones que sufri¨® a?os m¨¢s tarde. ¡°Me ayud¨® much¨ªsimo ir, hasta que no fui no lo super¨¦. Si me hubiesen ayudado cuando ten¨ªa 19 y no 39, hubiese sido mejor. Ahora soy una persona diferente que vive feliz y que anima a todas las mujeres que viven esta situaci¨®n a que denuncien, a que no se callen nunca y reciban ayuda¡±, expresa. Sobre su padre, Orantes asegura que ninguno de sus hermanos tuvo contacto con ¨¦l desde que ingres¨® en la c¨¢rcel hasta su muerte. ¡°Solo lleg¨® a decirnos que si sal¨ªa ir¨ªa a por alguno de nosotros porque ¨¦l ya lo ten¨ªa todo perdido. Fue una persona que nunca nos quiso, pero que tampoco se quiso ¨¦l¡±.
En contraste con la historia de Francisco se encuentra la de Carolina, el nombre ficticio de una mujer c¨¢ntabra de 33 a?os, que recibi¨® malos tratos por parte de su pareja delante de su hija de seis, en julio. ¡°Cuando ocurri¨® este episodio en un parking, despu¨¦s de muchos otros en los que hab¨ªa recibido insultos delante de mi ni?a, decid¨ª cortar esta situaci¨®n, separarme y pedir una orden de alejamiento¡±, cuenta Carolina. La mujer puso una denuncia en la unidad de polic¨ªa especializada en violencia de g¨¦nero de Santander y su caso fue derivado inmediatamente al Centro de Informaci¨®n y Atenci¨®n Integral (CIAI) de la localidad que gestiona la Fundaci¨®n Diagrama y que depende de la Consejer¨ªa de Universidades, Investigaci¨®n, Medio Ambiente y Pol¨ªticas Sociales del Gobierno de Cantabria, donde les proporcionaron atenci¨®n psicol¨®gica y asesoramiento legal.
¡°Me atendieron enseguida y las dos venimos encantadas todas las semanas. Yo necesitaba ayuda, pero me preocupaba mucho m¨¢s la percepci¨®n de mi hija y las secuelas que este suceso pudiesen provocar en ella a corto y a largo plazo¡±, comenta Carolina. La madre a?ade que su hija sabe que est¨¢n siendo atendidas por un psic¨®logo y que siempre acude feliz a la consulta. ¡°Creo que sin esta atenci¨®n la situaci¨®n hubiese sido mucho peor, no s¨¦ como ser¨ªa anteriormente, pero aqu¨ª te sientes como en casa y eso nos est¨¢ ayudando mucho a superar la situaci¨®n que estamos pasando¡±.
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