Por qu¨¦ el gordo de Navidad puede cambiar tu voto
Dos economistas estudiaron los efectos de la loter¨ªa sobre las elecciones y encontraron algo llamativo: los partidos en el gobierno mejoraban sus resultados en las provincias premiadas
?Crees que la loter¨ªa de Navidad podr¨ªa hacer que votases diferente? Seguramente piensas que no, porque sientes que tu decisi¨®n es racional. Pero hay motivos para sospechar que no siempre es as¨ª. Los economistas Manuel Bag¨¹¨¦s y Berta Esteve-Volart investigaron los efectos de la loter¨ªa de Navidad sobre las elecciones y encontraron algo llamativo: el partido en el gobierno ganaba votos en las provincias premiadas.
La loter¨ªa de Navidad era un experimento natural perfecto. ?Qu¨¦ pasa si en una regi¨®n llueve dinero? Eso es lo que quer¨ªan averiguar con la loter¨ªa de Navidad, que reparte mucho dinero, entre muchas personas y casi siempre en una zona concreta. La provincia donde cae el gordo recibe una inyecci¨®n de renta que, de media, equivale al 3% de su PIB. Y esas inyecciones de dinero mueven votos. Bag¨¹¨¦s y Esteve-Volart estimaron que el partido en el gobierno (PP o PSOE) recib¨ªa un voto adicional por cada dos billetes premiados en una provincia. Si en Castell¨®n, Asturias o Girona la loter¨ªa deja un 1% de PIB en premios, el partido en el poder recibe un incremento de votos de 0,2% en las pr¨®ximas generales.
Por qu¨¦ ocurre esto
Es evidente que la pol¨ªtica y la econom¨ªa est¨¢n relacionadas. Sabemos, por ejemplo, que hay una correlaci¨®n robusta entre la bonanza econ¨®mica y la probabilidad de que un pol¨ªtico sea reelegido. Esto a menudo puede explicarse l¨®gicamente. Es razonable que los votantes premien a los pol¨ªticos que gestionan bien la econom¨ªa. Pero los votantes no siempre somos tan racionales y a veces premiamos a los pol¨ªticos (o los castigamos) por cosas que no controlan. Un ejemplo cl¨¢sico lo encontr¨® el economista Justin Wolfers en EE UU. Descubri¨® que los estados productores de petr¨®leo reeleg¨ªan a sus gobernadores cuando sub¨ªa el precio del petr¨®leo. Los votantes ve¨ªan mejorar su econom¨ªa y premiaban al gobernador, que probablemente no hab¨ªa hecho nada. Esto se conoce como errores de atribuci¨®n.
?C¨®mo de probable es ganar el gordo de Navidad?
La probabilidad de ganar el gordo es 1 entre 100.000 (o un 0,001%). Puedes mejorar tus opciones comprando 1.000 billetes distintos cada Navidad, pero a¨²n as¨ª lo normal es que ganes una vez cada 100 a?os. No es nada f¨¢cil. ?C¨®mo de probable es un 0,001%? Es m¨¢s dif¨ªcil que coger un dado y sacar seis seises seguidos. Si todas las personas que le¨¦is este texto lo intent¨¢is, lo probable es que ninguno lo consiga. Es casi tan improbable como levantar la cabeza ahora mismo, preguntarle el cumplea?os a las dos personas que tengas m¨¢s cerca, y que las dos hayan nacido el mismo d¨ªa del a?o que t¨². Complicado. Si vives en Espa?a, es casi tan probable como que te apellides igual que yo ¡ªLlaneras¡ª, aunque este ejemplo no sirve porque mi familia me lee. Algunos apellidos que tienen uno de cada 100.000 espa?oles son Puya, Targa, Erauskin y Pollo. Probablemente no conoces a nadie que se llame as¨ª.
El caso de la loter¨ªa podr¨ªa ser parecido. ?Y si los votantes est¨¢n confundiendo la lluvia de dinero con una buena gesti¨®n? Pero Bag¨¹¨¦s y Esteve-Volart no creen que esa sea la explicaci¨®n. En su trabajo comprobaron que los votantes de las provincias premiadas no mejoraban su valoraci¨®n del gobierno, as¨ª que seguramente no les est¨¢n atribuyendo ning¨²n m¨¦rito especial.
Los economistas ofrecen dos explicaciones alternativas para explicar los efectos de la loter¨ªa: la alegr¨ªa y el conservadurismo. Su primera hip¨®tesis es que si el dinero de la loter¨ªa hace que la gente est¨¦ contenta, eso puede explicar que sean m¨¢s indulgentes: ¡°No me sorprender¨ªa que cuando somos m¨¢s felices seamos m¨¢s ben¨¦volos con nuestros gobernantes¡±, explica Bag¨¹¨¦s. La relaci¨®n entre felicidad y voto se ha estudiado otras veces con resultados divertidos: un trabajo en PNAS encontr¨® que los pol¨ªticos ten¨ªan una probabilidad mayor de ser reelegidos si el equipo local de f¨²tbol ganaba ese fin de semana. Pero estos ejemplos extremos de comportamiento irracional son discutidos y controvertidos.
La otra explicaci¨®n que barajan Bag¨¹¨¦s y Esteve es que las provincias ganadoras se vuelvan (un poco) m¨¢s conservadoras y aversas a los cambios. La inyecci¨®n de renta que representa la loter¨ªa hace que algunas personas sean m¨¢s ricas ¡ªtiene m¨¢s propiedades, m¨¢s dinero o un trabajo mejor¡ª y eso puede hacer que prefieran dejar las cosas como est¨¢n y no cambiar de gobierno.
Los efectos de ganar la loter¨ªa
Lo cierto es que ganar la loter¨ªa puede cambiar m¨¢s cosas. En 2006, unos investigadores de Yale entrevistaron a 300 personas que hab¨ªan conseguido premios y les preguntaron por sus ideas. ?Cambiaron su forma de pensar al volverse millonarios? En muchos temas no. No eran m¨¢s liberales, ni m¨¢s clasistas, ni se opon¨ªan a que el gobierno redistribuyese la riqueza. Pero la loter¨ªa s¨ª cambi¨® sus opini¨®n sobre una cosa: los ganadores eran m¨¢s partidarios de eliminar los impuestos sobre la herencia.
Otro estudio cl¨¢sico encontr¨® en 1978 que las personas que ganan la loter¨ªa no son m¨¢s felices. Es tambi¨¦n una cuesti¨®n discutida, pero el consenso parece ser que los golpes de suerte s¨®lo nos hacen felices a corto plazo. Pasado un tiempo volvemos a nuestros niveles normales de felicidad. Es una paradoja y quiz¨¢s una condena: las personas no podemos ser extraordinariamente felices por mucho tiempo.
Todav¨ªa peor es la situaci¨®n de los vecinos. Una investigaci¨®n en Pa¨ªses Bajos observ¨® los efectos de una loter¨ªa por c¨®digo postal. El ganador recib¨ªa 12.000 euros y un BMW. Pero adem¨¢s en el barrio pasaba algo m¨¢s: en los seis meses siguientes, la probabilidad de que otros vecinos se comprasen un coche aumentaba un 7%. Esto puede explicarse de formas razonables: quiz¨¢s le compraban el coche viejo al ganador o eran familiares y compart¨ªan el premio. Pero no podemos descartar lo que todos estamos pensando: que se compraban un coche nuevo para no ser menos que su vecino del BMW.
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