La inagotable capacidad para ayudar a los dem¨¢s m¨¢s all¨¢ de los 100 a?os
La voluntaria m¨¢s veterana de la Cruz Roja es la masajista Concha Herrera, de 102 a?os. De origen ceut¨ª y cordobesa de adopci¨®n, es un ejemplo de superaci¨®n y voluntariado
Concha Herrera recibi¨® su primer consejo para un buen masaje a mediados de los a?os treinta. Fue en el antiguo S¨¢hara espa?ol. Ella acababa de cumplir 18 a?os y se lo dio un profesor hind¨² que le ense?¨® "a apretar los m¨²sculos muy fuerte para que se enteraran". "Ves, as¨ª, fuerte, fuerte, que se enteren bien", dice mientras agarra la mano y pulsa los tendones con una energ¨ªa inusitada para una mujer de 102 a?os.
En una fr¨ªa ma?ana cordobesa, la voluntaria m¨¢s veterana de la Cruz Roja se coloca un chalequillo rojo y saca ¨ªmpetu de sus entra?as para dar masajes a los usuarios, entre ellos varios nonagenarios, en un centro de d¨ªa de la ciudad al que acuden personas mayores con autonom¨ªa para comer y esparcirse. "Ayudo con mucho gusto en lo que sea, al que lo necesite", dice elocuente.
"Ayudar es lo m¨¢s bonito que hay. Me gusta hacer favores. Si yo necesito que me ayuden a abrir la puerta de mi casa, viene alguien m¨¢s joven y me abre"
Esta ceut¨ª, cordobesa de adopci¨®n, recuerda con un cari?o que traspasa sus ojos nublados a aquel profesor hind¨² al que pagaba "20 monedas del dinero que se utilizaba antiguamente" para aprender su m¨¦todo. Ocho d¨¦cadas despu¨¦s, rememora aquellas lecciones mientras con los dedos masajea suave la sien de una usuaria y la coge en peso el brazo para hac¨¦rselo girar con lentitud. As¨ª lleva 25 a?os de voluntariado casi diario en este centro, gestionado por un equipo de profesionales de la Cruz Roja, que cerr¨® a final de a?o tras una redistribuci¨®n de subvenciones de la junta.
"Son los ¨²ltimos masajes de Concha aqu¨ª. Ahora todos los mayores han sido derivados a otras instalaciones p¨²blicas de la zona y ella podr¨¢ seguir haciendo su voluntariado en otro lugar", detallan desde la direcci¨®n del centro, donde matizan que sus ejercicios son solo relajantes y no sustituyen el trabajo del fisioterapeuta, que est¨¢ encantado con su labor. "Activa la circulaci¨®n y estimula los m¨²sculos, pero sobre todo ella es un referente. Su vitalidad es b¨¢sica para el ¨¢nimo de los dem¨¢s", a?ade el especialista.
"Ser voluntario sale de dentro, yo nunca me he cansado", dice convencida Herrera, que ha compartido su energ¨ªa en el centro junto a otros 13 voluntarios, de 20 a 60 a?os, que colaboraban en talleres de alfabetizaci¨®n, manualidades, lectura de prensa...
"Ayudar es lo m¨¢s bonito que hay. Me gusta hacer favores. Si yo necesito que me ayuden a abrir la puerta de mi casa, viene alguien m¨¢s joven y me abre", explica como una evidencia Herrera, que recibi¨® la medalla de oro de la Cruz Roja en 2011.
Est¨¢ triste por pasar sus ¨²ltimos d¨ªas en este centro, pero no desfallece en presionar las extremidades de la usuaria, como le ense?¨® el maestro. "Hice una amistad maravillosa con el indio y su mujer", prosigue. "Sal¨ªamos los cuatro, junto a mi marido, a tomar un refresco. Tanto ellos como los musulmanes son fen¨®menos. Somos diferentes, pero nos llevamos muy bien. No sabes lo bien que me lo pas¨¦ all¨ª esos tres a?os", repite varias veces sobre aquel periodo que marcar¨ªa su devenir como esposa de militar.
Los masajes le reportaron unos ingresos extra all¨¢ donde fuera destinado su esposo, a quien acompa?aba junto a sus cinco hijos. "En todos los sitios he trabajado haciendo masajes", apunta Herrera, que cuenta que ha vivido en Canarias, Catalu?a, Pa¨ªs Vasco y Asturias.
Otro recuerdo que le gusta compartir es cuando salv¨® la vida a una beb¨¦ abandonada en un armario por una mujer que qued¨® embarazada de un desliz en la posguerra y tem¨ªa que su marido se percatara. "Se podr¨ªa decir que estaba muerta. Pero, de pronto, me acord¨¦ de que una vez vi a mi cu?ado alimentar a un chivo con leche mojada en un algod¨®n. R¨¢pidamente lo hice. Al principio, la ni?a no tomaba nada, pero empez¨® a chuparlo y por fin vi que estaba viva. Despu¨¦s ya pude prepararle tres dedos de leche de Pelarg¨®n", rememora emocionada aquella madrugada. Ahora, a sus 102 a?os sigue mejorando vidas.
S¨ªguenos en Twitter y en Flipboard
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.