Desaf¨ªo campal en El Calabacino
Vecinos asentados en una ecoaldea de Huelva luchan por cambiar planes urban¨ªsticos en el Parque Natural de Aracena
Con sus mochilas a la espalda, charlando animados y mirando las piedras del suelo, una decena de ni?os sube el frondoso camino que les lleva hasta sus casas en la aldea onubense de El Calabacino, del municipio de Al¨¢jar. ¡°Nos gusta vivir en la naturaleza. Salimos a jugar sin miedo a los coches y nos subimos a los ¨¢rboles¡±, dice simp¨¢tica la pandilla escolar, que llega en 15 minutos hasta sus viviendas, en su mayor¨ªa alejadas de tendidos el¨¦ctricos y alcantarillado, mantenidas con placas solares, inodoros secos y abastecidas con el agua de un manantial del Parque Natural de Aracena y Picos de Aroche.
Es la ¨²ltima generaci¨®n de El Cabacino, una aldea despoblada con el ¨¦xodo rural de los setenta que se rehabilit¨® una d¨¦cada despu¨¦s tras las compras de tierras de familias que restauraron albercas, hornos y calzadas y autoconstruyeron sus casas ayudados con burros aparejados que todav¨ªa se utilizan para subir sus enseres. En estos 30 a?os han residido con relativa calma en su modo de vida, pero en los ¨²ltimos meses, un ajetreo judicial y administrativo ha desconcertado a sus 115 aldeanos, algunos conscientes de haber levantado sus viviendas sobre terreno no urbanizable o sin licencia de obras.
A ra¨ªz de inspecciones de los agentes de Medio Ambiente de la Junta de Andaluc¨ªa, la fiscal¨ªa ha denunciado a la alcaldesa de Al¨¢jar (800 habitantes) por supuesta prevaricaci¨®n al no haber actuado en al menos 22 viviendas que incumplen la ley, adem¨¢s de pedir para una pareja dos a?os de prisi¨®n, 3.000 euros de multa y el derribo de su casa por un presunto delito contra la ordenaci¨®n del territorio y el medioambiente. Para esa pareja, el Consistorio reclama adem¨¢s de dicha demolici¨®n, una sanci¨®n de hasta 120.000 euros, y por otro lado ha abierto expediente administrativo a otras 19 viviendas.
Es un desaf¨ªo campal. Vecinos, Ayuntamiento, Junta de Andaluc¨ªa y Justicia deben solventar este choque entre vidas actuales y cumplimiento laxo de las normativas de suelo desde hace a?os y desactualizaciones en los planes del parque natural. ¡°No queremos imponer nuestra forma de vida, queremos hacer una llamada al sentido com¨²n. Estamos aqu¨ª desde hace d¨¦cadas y nunca nos han echado demasiada cuenta, por eso ten¨ªamos el precedente de que tampoco comet¨ªamos delitos¡±, dice Cecilia Rodr¨ªguez, presidenta de la asociaci¨®n Ra¨ªces de El Calabacino, que ha pedido ayuda a la Fundaci¨®n Savia y a profesionales para elaborar an¨¢lisis urban¨ªsticos, de impacto ambiental y de biodiversidad que sostengan de forma jur¨ªdica la permanencia de todos los habitantes de El Calabacino, que pertenece a la Red Ib¨¦rica de Ecoaldeas.
En el ¨¢mbito municipal ven una de las claves: que ese terreno se catalogue como h¨¢bitat rural diseminado de inter¨¦s social y ecol¨®gico. Para ello, los expertos han propuesto cambios en la calificaci¨®n del suelo al Ayuntamiento. ¡°Hemos remitido la propuesta a la delegaci¨®n de Urbanismo para que estudie las posibilidades. Si la ley dice que s¨ª, adelante, muchas casas se podr¨¢n salvar, pero hay que ajustarse a la ley. Son casos diversos, algunas est¨¢n edificadas sobre ruinas, otras superan la superficie permitida o son de nueva planta¡±, declara Carmen Osorno, la alcaldesa investigada por una cuesti¨®n perpetuada con ediles de mandatos anteriores.
Y tambi¨¦n hay solicitudes para la Junta de Andaluc¨ªa ¡°que deber¨ªa ratificar la propuesta municipal y la demarcaci¨®n del territorio. As¨ª se resolver¨ªa la situaci¨®n¡±, dice el bi¨®logo coautor de los informes, Juan Acosta. Medio Ambiente lo asume y ya ha celebrado un encuentro con los vecinos para procurar resolver la cuesti¨®n. ¡°Las normas deben incorporar las demandas de la sociedad, tenemos que adaptarnos al siglo XXI y es importante que se vuelva al campo, pero hasta el momento la ley hay que cumplirla¡±, declara Jos¨¦ Antonio Cort¨¦s, delegado territorial de Medio Ambiente de Huelva, que a?ade que est¨¢n en periodo de actualizaci¨®n dos planes de ordenaci¨®n y gesti¨®n del parque, donde la asociaci¨®n ha remitido sus propuestas. "Los planes del parque deber¨ªan de haberse revisado obligatoriamente hace m¨¢s de cinco a?os", reclama Acosta, que asegura tambi¨¦n que propician en el territorio la construcci¨®n de hoteles y otras edificaciones que fomentan el turismo, pero que dificulta que se habite fuera de los n¨²cleos urbanos.
¡°Nos das cr¨¦dito, ves cada d¨ªa los delitos que se cometen, y vienen a por nosotros, por hacernos una primera vivienda con materiales de bioconstrucci¨®n en un terreno comprado y a llamarnos promotores. Es desproporcionado que nos pidan c¨¢rcel. ?En qu¨¦ mundo vivimos?¡±, se pregunta Juan Jes¨²s P¨¦rez, denunciado por su casa de nueva planta. ¡°No entendemos la vor¨¢gine de la ciudad. Y no somos familias en riesgo de exclusi¨®n social, pensamos que este modo de vida es un referente para la crianza de nuestros dos hijos y tampoco pedimos nada, ni luz, ni agua, queremos estar como estamos¡±, sostiene P¨¦rez, que nombra a Noam Chomsky y otros pensadores para ejemplificar su opci¨®n vital. Su abogado estudia llevar el caso al Tribunal Constitucional, y si fuera condenado, solicitar un indulto.
La ONU prev¨¦ que en 2050 dos tercios de la poblaci¨®n mundial vivir¨¢n en ciudades, una din¨¢mica que tiende a ser insostenible y por la que se fomentan pol¨ªticas que favorezcan la vida rural. Manuel Luca de Tena, que naci¨® hace 26 a?os en la aldea, despu¨¦s de vivir tres en Sevilla y trabajar para una multinacional de seguridad, ha vuelto al campo. "Pens¨¦ que iba a ganar mucho dinero y que estar¨ªa muy bien, pero no entiendo la ciudad, no compensa, no hay tiempo para disfrutar de nada. Esta es una vida m¨¢s dura en el sentido f¨ªsico, pero psicol¨®gicamente es mejor¡±, dice mientras corta le?a. ¡°No necesitamos tanto para vivir¡±, repiten los vecinos.
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