Ni?os por fuera, despiadados por dentro
Los tres menores detenidos por el asesinato de los ancianos de Otxarkoaga eran conocidos por sus robos con violencia
"Dos abuelos rajados por nada. O lo hacemos nosotros o no vendr¨¢ el Mes¨ªas a Otxarkoaga". Dos raperos escuchan con su tel¨¦fono m¨®vil una base de bater¨ªa y guitarra en la esquina de la calle Heros, en el centro de Bilbao. Vestidos con ropa amplia, de negro y con sus capuchas puestas, se suman con sus versos al debate que no cesa en la capital vasca. C¨®mo es posible que unos ni?os fueran capaces de consumar el asesinato de dos ancianos en el barrio de Otxarkoaga. Ese hecho dej¨® sin aliento a la ciudad el jueves d¨ªa 18 de enero. Fue peor cuando tres menores, dos de 14 a?os y uno de 16 fueron detenidos por esos hechos, el asesinato con ensa?amiento de Luc¨ªa y Rafael, ambos de 87 a?os.
Uno de esos ni?os, uno de los detenidos de 14 a?os, viv¨ªa en los bloques cuadrados de cemento de la parte alta de la calle Txotena, en Otxarkoaga. En el Street View del Google Maps, un joven con la cara pixelada y un tatuaje en el gemelo increpa desafiante con sus dedos extendidos, a quienes navegan por esa zona. En la panader¨ªa, en la hamburgueser¨ªa y algunos de sus vecinos y amigos, no se explican su deriva criminal. Robert, un alumno de soldadura y calderer¨ªa del Centro Formativo de ese barrio, explica que le conoc¨ªa. "Sol¨ªa bajar por esas escaleras para quedar con sus colegas" apunta desde un patio al que hay que acceder por una verja cerrada y con videovigilancia. "A veces baj¨¢bamos al centro comercial a fumar. No era mal t¨ªo", apura con una ir¨®nica sonrisa.
Este menor altern¨® etapas viviendo con su madre y otras bajo la tutela de la Diputaci¨®n de Bizkaia. De hecho, su madre hab¨ªa comunicado a los servicios sociales que no pod¨ªa con ¨¦l. S¨ª consigui¨® convencerle para que se entregara a la polic¨ªa.
Su c¨®mplice en el asesinato, el otro menor de 14 a?os, el que fue detenido en Balmaseda y el que para los investigadores es el m¨¢s violento, hab¨ªa estudiado en ese centro de formaci¨®n profesional que tiene dos sedes en la cuesta de Otxarkoaga. Una de las ¨®rdenes de busca y captura pendientes contra ¨¦l fue dictada despu¨¦s de que agrediera a varios alumnos a los que intentaba robar un tel¨¦fono m¨®vil, y al profesor que trat¨® de impedirlo. La mayor parte de su familia est¨¢ entre rejas.
En el barrio, humilde y obrero, demasiado envejecido y, sin embargo, con un elevado nivel de convivencia entre payos y gitanos, los dos ni?os eran conocidos por otras razones. Los peque?os robos, en los ¨²ltimos tiempos ya con intimidaci¨®n e incluso violencia, les hicieron famosos entre sus vecinos. Cada vez sub¨ªan el list¨®n de sus acciones. De los tirones o el robo de ropa a otros adolescentes pasaron a atracos a ancianos en la calle e incluso con violencia.
Huida hacia delante
Un psiquiatra que ha atendido a j¨®venes tutelados en ?lava explica que la salud mental de algunos de ellos se deteriora mucho m¨¢s r¨¢pido debido al consumo de alcohol y drogas y que en ocasiones esa deriva, en un contexto de amistades y subordinaci¨®n a otros j¨®venes m¨¢s violentos, acaba en violencia gratuita. "Es una huida hacia adelante", asegura en el despacho de su empresa privada, "escapan de todas las verjas que les ponen y demuestran su estatus y escalaf¨®n en su sociedad con violencia y sin empat¨ªa. Es duro decirlo, pero desarrollan comportamientos tan fr¨ªos y despiadados como desconocidos en gente de esa edad". Tambi¨¦n explica que ese tipo de comportamientos no son espec¨ªficos de los j¨®venes de una ciudad, ni mucho menos. "Esto pod¨ªa haber sucedido en cualquier sitio, aunque sea un hecho excepcional", advierte.
Pero sucedi¨® en Bilbao. Adem¨¢s, unas semanas antes del doble crimen, varios j¨®venes agredieron a una pareja en el metro de Bilbao para robarles. Uno de ellos perdi¨® el ojo de la paliza. Otros dos menores de 13 y 16 a?os provocaron la muerte del exfutbolista vasco Ibon Urrengoetxea al tirarle al suelo en el centro de Bilbao para robarle con tan mala suerte para la v¨ªctima que se golpe¨® en la cabeza y falleci¨®. Miles de personas denuncian en las redes sociales que sus hijos han pasado miedo en diversas zonas de la ciudad ante la presencia de otros menores que les robaban, amenazaban e intimidaban. Desde finales de diciembre se ha incrementado la presencia policial.
"Nadie pod¨ªa imaginar que aquellos cr¨ªos pod¨ªan hacer algo as¨ª, que los robos pod¨ªan acabar en esto", asegura ?ngel Velasco de una de las asociaciones vecinales de Otxarkoaga. Hay veces, sin embargo, que las apariencias enga?an, que los s¨ªntomas encubren una terrible enfermedad. En las empinadas cuestas de Otxarkoaga, en Bilbao, hab¨ªa (y hay) menores que se paseaban fumando mar¨ªa o hach¨ªs en horario escolar, que consum¨ªan pastillas y alcohol pese a su corta edad, que pasaban de sus profesores, amenazaban a los ancianos y les robaban, sin disimulo, repitiendo delitos una y otra vez, y no pasaba nada.
Los robos les permit¨ªan mantener un nivel de vida que nadie ten¨ªa en sus familias. Ese era el premio y poco a poco sus robos se fueron sofisticando del tir¨®n al atraco y al final entrando directamente a las viviendas del barrio a sabiendas de que sus inquilinos eran ancianos y vulnerables, v¨ªctimas f¨¢ciles. "El mismo d¨ªa del doble crimen mand¨¦ un correo a la polic¨ªa explic¨¢ndoles que segu¨ªa habiendo robos y describiendo a los autores", explica ?lvaro, un educador de la asociaci¨®n Tendel que trabaja con j¨®venes en Otxarkoaga, el barrio en el que se produjo ese doble crimen. "Pero nadie pod¨ªa pensar que de los robos se iba a pasar a esto. Contra estos actos delictivos estamos unidos payos y gitanos", asegura.
Como ?lvaro, muchas personas lo denunciaron, lo comunicaron a toda la red institucional, les describieron e identificaron, pero no pasaba nada. Su sensaci¨®n de impunidad crec¨ªa d¨ªa a d¨ªa porque, precisamente, no les pasaba nada. Ni sus familias, ni los profesores que detectaban sus ausencias, ni los servicios sociales a los que llegaban las denuncias vecinales, ni la polic¨ªa local, ni los centros tutelados, ni la presi¨®n del ministerio p¨²blico especializado que les atiende, ni los jueces que les ponen los l¨ªmites, han logrado el objetivo de protegerles, primero de ellos mismos y despu¨¦s del resto de los ciudadanos. "Ha tenido que pasar esto para que las instituciones se lo tomen en serio, es terrible", comentaban varias mujeres en la panader¨ªa del centro comercial, junto a la vivienda de los ancianos.
Reactivar ¨®rdenes
Los jueces de menores de Bizkaia han remitido esta semana a las comisar¨ªas de la Ertzaintza una veintena de ¨®rdenes de b¨²squeda de menores que habr¨ªan cometido delitos y tendr¨ªan causas pendientes con la justicia. ?rdenes de los a?os 2016 y 2017 que estaban "sin cumplimentar" y que la actual coyuntura ha reactivado. Adem¨¢s, han recordado a los cuerpos policiales que hay otras 30 vigentes para localizar a adolescentes y llevarlos ante los tribunales o directamente ingresarlos en centros asistenciales. "Esa situaci¨®n de abandono de los menores es muy peligrosa", explica Velasco, "y es un caldo de cultivo terrible para la violencia juvenil".
Las instituciones tienen que actuar cuando hay delitos, desamparo o desprotecci¨®n que afecta al menor. Sin embargo, el sistema no ha sido lo suficientemente preciso para evitar que ellos mismos lo consideren un coladero. C. R. tiene ahora 23 a?os y estuvo en un centro tutelado durante casi dos a?os por romperle la cara y un brazo a un compa?ero de clase y reincidir en las peleas. "El trato en el centro era muy bueno y hacen un buen trabajo, pero si quieres seguir por el mal camino es f¨¢cil. Hay tutor¨ªas y consultas con especialistas, trabajos en equipo y otras actividades, pero no es una c¨¢rcel, puedes salir y no tienes un polic¨ªa detr¨¢s". "Hay que tener en cuenta que no es lo mismo tutela que reclusi¨®n y que son menores", explica el que fuera Defensor del Menor en el Pa¨ªs Vasco, Jes¨²s Guti¨¦rrez, para aclarar que es f¨¢cil que los menores m¨¢s peligrosos puedan escapar al control institucional.
Hasta ese d¨ªa en que se cruzaron sus vidas, los ancianos disfrutaban de sus familias y de sus rutinas en Otxarkoaga, mientras los j¨®venes sub¨ªan y bajaban las cuestas del barrio con una enorme impaciencia por superar las suyas, en una enloquecida carrera por saltar cada barrera que le pon¨ªan educadores, psic¨®logos, profesores, los servicios sociales y jueces y fiscales. El d¨ªa del doble asesinato, el menor de 16 a?os, el tercero de los detenidos, el que viv¨ªa en el n¨²mero 18, un portal m¨¢s all¨¢ de los ancianos, vigilaba mientras los otros dos escalaban por la ventana de Luc¨ªa y Rafael. Los tres lograron escapar temporalmente del radar de las instituciones, pero ese es su trabajo si las instituciones no saben interpretar correctamente las se?ales de alerta. Los tres detenidos por el doble asesinato est¨¢n internos, ahora s¨ª, en el centro de menores de Zum¨¢rraga, el ¨²nico de r¨¦gimen cerrado de Euskadi.
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