Los ¡®whatsapps¡¯ de Puigdemont no tuvieron lugar
La aventura de estos mensajes ha descolocado el proc¨¦s: el expresident no es el h¨¦roe que pintan
Para un sector amplio y agradecido de la prensa catalana, y para sectores igualmente complacidos de los que le bailan el agua fuera de esos predios ideol¨®gicos, los mensajes por?WhatsApp que envi¨® Carles Puigdemont a su compa?ero Toni Com¨ªn no tuvieron lugar. O bien han sido silenciados como si borraran lo emitido (por el expresident y por El programa de Ana Rosa) o porque ellos han decidido que las capturas de tan significativas confesiones han sido tomadas fraudulentamente, pues son intimidades violadas por periodistas aviesos y, adem¨¢s, del otro lado.
Esto ¨²ltimo, que fueran robadas esas capturas, significa un factor mayor del cinismo al que se han abrazado tales periodistas, acostumbrados a darse premios y a repartir castigos. El se?or Com¨ªn estaba en un acto p¨²blico, al que accedieron los periodistas de Tele 5, igual que intentaron ir a otros, protagonizados por el expresident y ese mismo pol¨ªtico, pero fueron excluidos a favor de la prensa de m¨¨s enll¨¢. El uso del m¨®vil por parte de tan desaprensivo como fogoso seguidor de Puigdemont pone en cuesti¨®n, si acaso, la falta de pericia mostrada por el exconseller para usar tel¨¦fonos de doble filo.
La aventura de estos mensajes ha descolocado el proc¨¦s. Puigdemont no es el h¨¦roe que pintan, que tambi¨¦n se deprime como cualquier ser humano, aunque sea independentista; despu¨¦s vino (?otra vez violada su intimidad?) el suceso de la casa gran que se quer¨ªa hacer alquilar en un sitio de inquietante nombre (Waterloo, que rememora una p¨¦rdida) y el hombre de paradero desconocido, como el de un exiliado perseguido por el Estat destructor, se qued¨® de nuevo desnudo, como el rey de Dinamarca. ?Se compadece con su imagen de persona esforzada y humilde semejante delirio de grandeza?
Todo eso es lo que ha pasado con las apariencias, hurtadas o disimuladas por el periodismo proclive al olvido de los defectos propios e implacable con la maldita existencia de un Estado que pone en riesgo los derechos civiles¡ A esos defectos visibles del perseguido se los perdona; los bostezos del alma cansada son razonables en alguien de vida tan aperreada, pero los que el Estado del 1 de octubre (que ya no es una fecha, sino Una Flecha) sigue exhibiendo con mano tan f¨¦rrea son la imperfecci¨®n misma, cuya materia sirve de goma de borrar los whatsapps en los que se anuncia el fin de un sue?o que ya es pesadilla para ¨¦l mismo.
Los whatsapps de Puigdemont s¨ª tuvieron lugar. Por eso los quieren borrar los adictos al periodismo lateral, que ve s¨®lo lo que se hace en lado malo de la historia e ignora lo que de malo pasa en casa nostra. A partir de ello ha venido en cascada una pregunta que primero lanz¨® Tard¨¢ (a quien culpa el autor de los mensajes) y que ahora se hacen los que desconf¨ªan ya del resplandor del solitario: ?no ser¨¢ que ya no sirve?
Los whatsapps los carga el diablo, aunque el que lo exhiba en p¨²blico haya querido ejercer de su implacable ¨¢ngel de la guarda.
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