Rambla arriba
"Hoy hace seis meses que a uno de mis recorridos cotidianos se le a?adi¨® una capa emocional que no puedo, ni quiero, olvidar"
Nuestros recuerdos colorean las calles de pueblos y ciudades. Podr¨ªamos trazar mapas emocionales personalizados de esquinas, placitas, parques, paseos, fuentes, comercios o restaurantes, y analizar nuestros pasos, seg¨²n queramos eludir o rememorar. Hoy hace seis meses que a uno de mis recorridos cotidianos se le a?adi¨® una capa emocional que no puedo, ni quiero, olvidar. Recorro las ramblas a menudo: de ma?ana en sentido ascendente; descendente, al finalizar la jornada. Me deleito en el frescor de sus ¨¢rboles y sus flores, y, aunque ya casi no me encuentro con caras conocidas, me fascina su variedad humana.
Me uno a la corriente en el Pla de l¡¯Os, final del recorrido de la camioneta, y me pregunto ?alguien se acuerda? El aire preprimaveral acompa?a bien un aparente deseo p¨²blico de pasar p¨¢gina. Canta una alondra mientras las personas sin hogar levantan sus camas ef¨ªmeras. Llego al inicio del recorrido de la camioneta sin hallar ni un mero recordatorio provisional. El silencio de un duelo no consumado cubre las aceras. Uno m¨¢s en un pa¨ªs acostumbrado a que el malestar de los muertos mal enterrados perviva de generaci¨®n en generaci¨®n. A mis pies descubro una paloma muerta. De la estaci¨®n de plaza Catalunya brotan gentes enzarzadas en sus batallas cotidianas para defender estudios, trabajos e impuestos ante los corruptos. En el and¨¦n, una pareja de emigrantes latinoamericanos comenta el bien que les hace el caf¨¦ de la ma?ana. Me pregunto si habr¨¢n desayunado algo m¨¢s. En el vag¨®n, seis mujeres leen. Yo escribo. Entre Cambrils y Barcelona, unos chicos de Ripoll mataron a personas de treinta y cinco pa¨ªses diferentes, pero, a las dos semanas, un acontecimiento de gran trascendencia internacional y local qued¨® totalmente sepultado bajo la controversia Espa?a/Catalu?a.
Estos d¨ªas se celebran las fiestas de santa Eulalia, la copatrona de la ciudad de Barcelona, con un bell¨ªsimo Festival de Luz. Cuerpos y espacios urbanos mudan bajo el poder transformador de intervenciones luminiscentes, activadas por artistas tambi¨¦n provenientes de todas partes del mundo. Eulalia, la bien hablada, fue torturada a los trece a?os por defender con su elocuencia la libertad de fe. De eso hace ya m¨¢s de diecisiete siglos, pero en Espa?a todav¨ªa callamos o violentamos los debates. ?Cu¨¢ndo aprenderemos a dialogar? Las callejuelas del G¨®tico est¨¢n imbuidas de la terrible historia de Laia y sus restos todav¨ªa reposan bajo el altar mayor de la catedral, a ella dedicada. Creo que Eulalia estimar¨ªa nuestro actual pluralismo identitario, ¨¦tnico y religioso como un valioso patrimonio y fomentar¨ªa los muchos valores que nos unen.
Pronto llegar¨¢ una risue?a primavera m¨¢s y, tras ella, el t¨®rrido verano. Es hora de pensar bien qu¨¦ deseamos: ?agitaci¨®n y unilateralidad o di¨¢logo y concordia? Para construir un futuro digno, no necesitamos ni redenci¨®n, ni autoritarismo, sino la voluntad de ejercer una diplomacia cultural interna genuina, no condicionada a las t¨¢cticas de los partidos. Se buscan gobernantes con la grandeza, sentido de la proporci¨®n, estima por el bien com¨²n, responsabilidad y empat¨ªa que el momento requiere. Nos jugamos mucho. Cuando la memoria del dolor persiste, nadie reposa en paz.
Patricia Soley Beltr¨¢n es soci¨®loga y escritora, premio Anagrama de Ensayo. Reside en la Rambla de Barcelona.
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