De Gallard¨®n a La Manada: el porqu¨¦ del ¨¦xito arrollador del 8-M en Espa?a
La jornada del d¨ªa de la mujer termin¨® con una movilizaci¨®n sin precedentes y superior a la de cualquier otro pa¨ªs. Diversos factores han contribuido al hecho diferencial espa?ol
"Ese d¨ªa estuve con mi nieta en Madrid. Luego no me pude quedar a la manifestaci¨®n porque no estoy muy bien de las piernas, pero me habr¨ªa encantado ir. Si pienso en mi vida, veo que ahora las mujeres lo tienen mejor, pero todav¨ªa hay mucho machismo. Yo he trabajado toda la vida fuera y dentro de casa. Nosotras alimentamos, planchamos, limpiamos, cuidamos a todos, y eso nunca se ha valorado. Lo que est¨¢ pasando es emocionante. Las mujeres estamos hartas de que nos pisoteen¡±.
Mar¨ªa Vargas del R¨ªo es la ant¨ªtesis de la activista. Es una mujer de 83 a?os de B¨¦lmez de la Moraleda, un pueblo de 1.600 habitantes de Ja¨¦n, que lo ¨²nico que ha hecho durante toda su vida es trabajar y cuidar a los dem¨¢s. Como tantas y tantas otras. Ahora, siente que algo muy profundo est¨¢ pasando.
Hace apenas cinco a?os las manifestaciones del 8 de marzo eran totalmente minoritarias. La mayor parte de las centenares de miles de personas que se congregaron la semana pasada en las calles de ciudades y pueblos de toda Espa?a acud¨ªan a esa cita por primera vez. Como mucho, por segunda, porque el a?o pasado ya se sumaron a las concentraciones mujeres que jam¨¢s lo hab¨ªan hecho antes. Este a?o el ¨¦xito ha sido arrollador: una movilizaci¨®n sin precedentes con cientos de concentraciones en todo el pa¨ªs, una huelga general de 24 horas ¡ªla ¨²nica convocada en todo el mundo¡ª, paros parciales secundados por m¨¢s de cinco millones de trabajadores y manifestaciones masivas sin precedentes, de centenares de miles de personas, que han colocado a Espa?a a la vanguardia del feminismo mundial.
De derechas, de izquierdas, de centro, paradas, trabajadoras, urbanas, rurales, madres, mujeres sin hijos, chavalas j¨®venes, pensionistas, espa?olas, migrantes, heterosexuales, lesbianas, transexuales, confluyeron en un movimiento transversal que lleg¨® mucho m¨¢s lejos que en ning¨²n otro pa¨ªs. ?Por qu¨¦? ?Qu¨¦ ha pasado?
Nadie tiene una respuesta ¨²nica y, en puridad, lo ¨²nico que podemos hacer por ahora es especular. Las expertas consultadas, feministas, historiadoras y polit¨®logas, opinan que las razones son m¨²ltiples y que habr¨¢ que esperar para analizar en profundidad. Pero todas coinciden en se?alar algunos factores que han favorecido la eclosi¨®n del 8M.
Gallard¨®n y el intento de recortar el aborto
El 1 de febrero de 2014 decenas de miles de mujeres salieron a la calle para protestar contra la reforma que pretend¨ªa llevar a cabo el entonces ministro de Justicia del Gobierno de Mariano Rajoy, Alberto Ruiz Gallard¨®n, para derogar la ley de plazos del aborto aprobada en 2010. Fue la primera vez en d¨¦cadas que las mujeres se manifestaban en una marcha multitudinaria. Decenas de trenes y autobuses de todos los puntos de Espa?a llegaron a Madrid ese d¨ªa en el llamado Tren de la Libertad. Volvieron con una fuerza renovada viejos lemas feministas como ¡°nosotras parimos nosotras decidimos¡± o ¡°fuera el aborto del C¨®digo Penal¡±.
¡°Yo me fijo mucho en la calle, y esa fue la primera vez que me di cuenta de que algo se estaba activando de nuevo en relaci¨®n con el feminismo¡±, recuerda Justa Montero, militante feminista desde los a?os 70 y una de las promotoras de la jornada de huelga del 8 de marzo. ¡°El PP en ese momento encendi¨® una mecha que luego ha sido imparable, la de las mujeres j¨®venes que se levantaron para gritar que los derechos adquiridos no eran negociables¡±.
La movilizaci¨®n, adem¨¢s, fue un ¨¦xito. Los espa?oles estaban mayoritariamente a favor de mantener la ley de plazos, el PP ¡ªd¨¦bil en esos momentos¡ª lo sab¨ªa a trav¨¦s de sus encuestas internas, y el pulso acab¨® no solo con el anteproyecto de ley enterrado sino con la dimisi¨®n de Gallard¨®n en septiembre de ese mismo a?o.
¡°La contestaci¨®n al aborto, por otro lado, no ven¨ªa de la nada¡±, opina S¨ªlvia Claveria, profesora de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Carlos III de Madrid y editora de Politikon. ¡°El 15M, tres a?os antes, fue importante porque en ese momento empezaron a tejerse redes entre las mujeres j¨®venes. 'La revoluci¨®n ser¨¢ feminista o no ser¨¢' es un lema que empez¨® a pronunciarse con mucha fuerza. Las manifestaciones del aborto y fueron tan exitosas porque hab¨ªa un trabajo previo que se llevaba haciendo mucho tiempo de forma silenciosa¡±.
Visibilidad de la violencia de g¨¦nero
Otra peculiaridad de Espa?a es la importancia que se le ha dado a la violencia de g¨¦nero en los ¨²ltimos a?os. Hace tan solo 15 el tema ni siquiera estaba en la agenda. En este peri¨®dico, la periodista Charo Nogueira y la documentalista Mercedes Chulia empezaron a hacer en 2003 recuento de mujeres muertas a manos de sus parejas y exparejas ante la falta de estad¨ªsticas completas. Desde entonces hasta ahora, todo ha cambiado pol¨ªtica, judicial y medi¨¢ticamente. Ha pasado de ser considerada una cuesti¨®n dom¨¦stica a constituir un problema social de primer orden.
No es el pa¨ªs de nuestro entorno que sufre m¨¢s la violencia machista ¡ªla tasa de homicidios, por ejemplo, es baja en comparaci¨®n con la de otros pa¨ªses europeos¡ª, pero s¨ª es el que le ha dado una mayor visibilidad. La pol¨ªtica en materia de igualdad del Gobierno socialista de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, con un Ministerio de Igualdad y una delegaci¨®n contra la violencia de g¨¦nero muy activa, contribuy¨® a ello. ¡°Y los medios de comunicaci¨®n han sido claves¡±, opina la polit¨®loga Claverie. ¡°Sobre todo, la irrupci¨®n de un nuevo periodismo con perspectiva de g¨¦nero que comunica que estas violencias son intolerables, las analiza y pone el foco sobre ellas¡±.
Las movilizaciones en la calle contra la violencia machista han ido ganando en intensidad durante los ¨²ltimos a?os. La ¨²ltima, el 25 de noviembre del a?o pasado, reuni¨® a miles de mujeres en m¨¢s de 50 ciudades espa?olas. Y se habl¨® de m¨¢s cosas que de la violencia dentro de la pareja: se habl¨® de violaciones, del consentimiento¡ y mucho de La Manada, ese grupo de cinco chicos procesados por haber violado presuntamente a una chica de 18 a?os en los Sanfermines de 2016 y cuyo juicio encendi¨® los ¨¢nimos de muchas chicas hasta entonces desmovilizadas.
La Manada
Ver¨®nica Mart¨ªnez Esquivel tiene 17 a?os y estudia segundo de Bachillerato en Madrid. No pertenece a ninguna asociaci¨®n feminista, pero el 17 de noviembre del a?o pasado sali¨® a la calle para protestar. Estaba indignada. ¡°Me pareci¨® un esc¨¢ndalo que se aceptara un informe de un detective que espi¨® a una v¨ªctima de una violaci¨®n grupal que argumentaba que la chica hac¨ªa vida normal¡±, explica. ¡°?O sea que me violan y si salgo a la calle ser¨¢ utilizado en mi contra? Ah¨ª empiezas a pensar en que no puedes ir sola por la calle por la noche sin pasar mucho miedo, en que est¨¢s harta de que te hagan comentarios de tipo sexual cuando vas caminando, en lo machista que es que te dejen entrar gratis en las discotecas por ser mujer¡ y quieres que todo cambie¡±.
¡°Aqu¨ª estamos las feministas¡± volvi¨® a ser coreado con efervescencia ese d¨ªa. La manifestaci¨®n super¨® cualquier expectativa de las convocantes. Una de ellas, Julia Santos, estudiante de Sociolog¨ªa y Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid, recuerda que esperaban como mucho a 1.000 o 1.500 personas. ¡°Fue totalmente improvisado, y no esper¨¢bamos multitudes. De repente, empezaron a llegar decenas de miles de mujeres. Nos pas¨® lo mismo que el 8M. Desbord¨® cualquier expectativa que pudi¨¦ramos tener, como si mucha gente estuviera esperando simplemente una oportunidad para salir a gritar su hartazgo¡±.
La concentraci¨®n por el caso de La Manada es citada por todos los expertos consultados como una de las chispas fundamentales del ¨¦xito del 8 de Marzo, un momento en el que las organizaciones feministas advirtieron la efervescencia que hab¨ªa en la calle.
La crisis y el despertar de las movilizaciones
En la calle, por otro lado, est¨¢ comenzando un nuevo ciclo de protestas. Despu¨¦s de a?os de una cierta apat¨ªa participativa, muchos han decidido decir basta en las calles. ¡°Como en otras ocasiones en la historia, el feminismo no est¨¢ solo, sino que va acompa?ando a otros movimientos sociales¡±, reflexiona Carmen de la Guardia, profesora de Historia Contempor¨¢nea de la Universidad Aut¨®noma de Madrid e investigadora del Instituto Universitario de Estudios de la Mujer. ¡°El feminismo, desde el siglo XIX ha aparecido cada vez que ha habido una crisis de la pol¨ªtica como mecanismo para resolver los problemas. Sucedi¨® en 1848 con la industrializaci¨®n, en los a?os 60 y 70, y ahora. En el caso de Espa?a, los problemas posteriores a la crisis son muy claros, e incluyen la percepci¨®n de una cierta deslegitimaci¨®n de la pol¨ªtica tradicional para resolver los desaf¨ªos actuales¡±. Seguramente la diferencia entre otros momentos hist¨®ricos y el presente es que ahora el feminismo no est¨¢ acompa?ando: est¨¢ en cabeza, liderando.
¡°Durante la crisis econ¨®mica se han reducido los presupuestos para las pol¨ªticas de igualdad, para la dependencia, para luchar contra la violencia de g¨¦nero, se ha impedido que se siga avanzando con los permisos de paternidad iguales a los de maternidad e intransferibles¡ y todo eso ha tenido un efecto en las expectativas de las mujeres y las ha movilizado¡±, reflexiona S¨ªlvia Claveria.
Rafaela Pimentel tiene 57 a?os. Es espa?ola, de origen dominicano y trabajadora del hogar. Lleva toda la vida en asociaciones de mujeres, ahora en Territorio Dom¨¦stico ¡ªuna de las convocantes de la huelga¡ª, y ha ido viendo c¨®mo cada vez se acercaban a las asambleas m¨¢s mujeres atravesadas por la crisis. ¡°A las reuniones empezaron a llegar cada vez m¨¢s cuidadoras, trabajadoras del hogar, sus hijas estudiantes, espa?olas, migrantes, ancianas con bast¨®n que viven solas y que con sus pensiones m¨ªnimas no pueden pagar para que nadie les eche una mano, mujeres que han dejado de trabajar para cuidar a sus hijos o a sus mayores porque no tienen apoyo de ning¨²n tipo¡±.
Confluencia de generaciones
Justa Montero, de 62 a?os, lleva toda la vida trabajando por y para el feminismo. Ten¨ªa 19 a?os en 1974, cuando las mujeres empezaron a reivindicar sus derechos en una sociedad que no les permit¨ªa abortar ni divorciarse ni abrir una cuenta corriente sin el permiso de su marido. Como colectivo ven¨ªan de tan atr¨¢s que lo m¨¢s b¨¢sico tuvo que pelearse mucho. ¡°Despu¨¦s muchas de las protagonistas de esa lucha entraron en las instituciones¡±, recuerda. ¡°Pensaron que era el lugar para cambiar las cosas, y ah¨ª el feminismo entr¨® en un periodo de cierta crisis. Parte del sector se desmoviliz¨®¡±. Ahora, de nuevo, hay un sector de mujeres muy j¨®venes que se han convertido en activistas muy organizadas a trav¨¦s de las redes sociales a las que adem¨¢s no asusta para nada la palabra feminista.
¡°Yo empec¨¦ a darme cuenta en la universidad de que me daba miedo intervenir en las asambleas mixtas, de que ten¨ªa muchas inseguridades, de que me cortaba, de que me sent¨ªa juzgada¡±, recuerda la estudiante Julia Santos. ¡°Cuando empec¨¦ a participar en grupos solo de mujeres todo fue mucho m¨¢s c¨®modo. Vi que no era una in¨²til, que ten¨ªa cosas que decir, y que el machismo imperante no lo facilitaba. Las estudiantes hemos ido viendo que la igualdad real no ha llegado, que a¨²n hay mucho por lo que luchar, que hay relaciones de pareja t¨®xicas, que la educaci¨®n no es igualitaria, que no tenemos por qu¨¦ aguantar que nos acosen, que nos expliquen las cosas ni que los hombres ocupen todo el espacio. Y hemos ido tejiendo redes muy fuertes porque hay muchas cosas que nos pasan a todas solo por ser mujeres¡±.
Los centros de ense?anza superior han influido tambi¨¦n. Los estudios de g¨¦nero, asignaturas, m¨¢steres y doctorados se multiplican en las universidades espa?olas. ¡°El inter¨¦s por esta materia es asombroso¡±, explica De la Guardia. "Las optativas sobre estudios de g¨¦nero tienen lista de espera. Las piden futuros matem¨¢ticos, bi¨®logos, antrop¨®logos, gente procedente de muy distintos grados. En las aulas hay m¨¢s mujeres, pero cada vez se van apuntando m¨¢s hombres. Los estudiantes est¨¢n tremendamente activos. Participan en clase y luego se re¨²nen y crean organizaciones feministas. Hay una reflexi¨®n importante sobre la igualdad¡±.
Redes sociales y mundo rural
Tambi¨¦n las redes sociales han sido cruciales. En este caso no se trata de un fen¨®meno espa?ol, sino de algo global que permite la comunicaci¨®n entre grupos de mujeres y que facilita que, por ejemplo, el 8M haya sido un ¨¦xito tambi¨¦n en pueblos peque?os alejados de los grandes centros de pensamiento y activismo.
All¨ª tambi¨¦n las mujeres j¨®venes han cogido la antorcha. Mar¨ªa Calle tiene 30 a?os. Vive en Cabrero, un pueblo de C¨¢ceres de 357 habitantes. Es trabajadora social y miembro de la asociaci¨®n comarcal del Valle del Jerte, que tiene m¨¢s de 1.000 socias. ¡°Antes este tipo de grupos serv¨ªan sobre todo para que las mujeres rurales salieran de casa. Ahora son mucho m¨¢s reivindicativas. Se habla de feminismo, de igualdad, de micromachismos. Cada vez hay m¨¢s mezcla de gente joven hablando con madres y abuelas sobre estos temas que reflexionamos entre todas. Y Facebook ha servido mucho para conectar a las mujeres de distintos pueblos¡±. Est¨¢n conectadas entre ellas y con el resto del mundo, porque de fondo de todo esto est¨¢n tambi¨¦n, naturalmente, movimientos globales como el MeToo.
?ltima semana: Las profesionales toman impulso
¡°Los ¨²ltimos d¨ªas pasaron cosas muy bonitas, como que muchas profesionales se adue?aron, en el mejor sentido de la palabra, de nuestras reivindicaciones, y las hicieron suyas¡±, opina Montero. ¡°Las periodistas, por ejemplo, han sido muy importantes para hacer visible lo que se estaba gestando el 8M. Luego se sumaron las cient¨ªficas, las editoras, las profesoras¡ ?Hasta las mujeres saharauis de los campamentos! Ha sido como una bola de nieve. Se han sentido convocadas todas las mujeres. Y muchas se han emocionado mucho. Mujeres mayores en las que nunca hab¨ªa pensado nadie lloraban al escuchar a gente joven gritar 'sin las abuelas y su energ¨ªa este sistema petar¨ªa¡±.
La inquietud estaba ah¨ª, desde luego, porque el efecto bola de nieve fue muy r¨¢pido. El caso de las periodistas, por ejemplo, fue paradigm¨¢tico. Cuatro mujeres ¡ªAna Requena, Maril¨ªn Gonzalo, Marta Borraz y Eva Belmonte¡ª convocaron una peque?a asamblea con mujeres de varios medios. De ah¨ª sali¨® un grupo de Telegram que al cabo de muy pocas horas ten¨ªa ya m¨¢s de 1.000 miembros. Ahora son m¨¢s de 2.500.
Como el resto de profesionales, se trata de un magma de mujeres sobre todo en la treintena, cuarentena y cincuentena. Muchas crecieron creyendo que no hab¨ªa grandes discriminaciones hacia las mujeres y se han dado de bruces con una realidad que no les gusta al ser madres o al constatar que pasaban los a?os, que laboralmente no llegaban a los mismos sitios que sus compa?eros y que su implicaci¨®n en los cuidados era mucho mayor.
¡°Han sido las ¨²ltimas en sumarse de forma masiva¡±, reflexiona la polit¨®loga Claveria. ¡°Pero al final son el mainstream de la sociedad. Son fundamentales. Mujeres que por su momento vital y sus cargas de trabajo es dif¨ªcil que sean las que tienen m¨¢s tiempo para organizarse y militar, pero cuya participaci¨®n es esencial. Est¨¢ muy bien que haya activistas, pero lo esencial es llegar a estas franjas que son las que pueden presionar para que las din¨¢micas sociales cambien de verdad. Llegar a este segmento de mujeres ha sido un ¨¦xito del 8M. Muchas mujeres se planteaban que si no les iban bien las cosas en el trabajo despu¨¦s de haber tenido un hijo es que algo habr¨ªan hecho mal; pensaban que era un problema individual. Las redes de mujeres les han ofrecido otra imagen: no te pasa solo a ti, es algo sist¨¦mico, estructural, y se puede luchar contra ello¡±.
La magnitud del ¨¦xito arrollador de la jornada del 8M, en todo caso, ha provocado sorpresa. ¡°Todo lo que ha ido pasando ha desbordado cualquier expectativa¡±, reconoce la joven Santos. ¡°Ahora toca reflexionar. A nosotras y a toda la sociedad. El mensaje de las mujeres, diversas, de distintas procedencias, est¨¢ claro: cambiemos, por favor".
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